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Detenciones y agresiones por parte de la fuerza pública del Distrito Federal, es el saldo del desalojo del Centro Cultural Autogestivo Chanti Ollin

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El desalojo que inició a las cuatro de la mañana de hoy miércoles siete de enero en el Centro Cultural Autogestivo Chanti Ollin, el ambiente era de indignación y rabia. En medio de los carros y del caos de la cotidianidad de la vida del centro de la Ciudad de México y como si un fuerte ventarrón hubiese pasado por este lugar, dejando atrás sus paredes coloridas, yacen sobre la calle estufas, zapatos, ropa, libros, platos, colchones, mesas, sillas y un sinfín de elementos que se pierden entre las montañas de objetos que arrojaron a la calles el personal de la fuerza pública de la ciudad.

Según informan personas de los diferentes colectivos que habitan este espacio, dos camiones de granaderos, policías acompañados de perros y alrededor de 60 personas de civil, que nunca se identificaron, irrumpieron en el lugar sin mostrar ninguna orden de desalojo y sin cumplir con los protocolos requeridos en este tipo de acción legal; además ingresaron al lugar agrediendo a los que se encontraban ahí , tomando sus pertenencia personales que arrojaron por puertas y ventanas y llevándose sus pocos objetos valiosos fruto del trabajo que se hace ahí.

Actualmente hay diez personas detenidas que intentaron defender no sólo el espacio, también a los demás que sufrieron las agresiones que la policía y los hombres de civil les propinaban con diferentes objetos. Las personas detenidas se les imputan cargos de agresión a la fuerza pública y desacato a la autoridad y se encuentran en el Ministerio Público de la delegación Cuauhtémoc.

El edificio que tiene muchas ventanas adornadas por plantas y murales no tiene dueño, y este argumento es suficiente para quienes lo habitan, para considerar el desalojo como ilegal y sin fundamentos sólidos. Materiales de serigrafía, de sonido, vídeo, documentos, archivo gráfico que hace parte del trabajo que hacen los colectivos, fueron pisados y destruidos por el grupo de personas que permanecieron dentro del lugar desde la madrugada hasta casi caer la noche.
Durante varios minutos los colectivos que estaban presentes en el lugar, intentaron negociar para que estos salieran, a pesar de que tanto la policía como los defensores de derechos humanos del Distrito Federal les garantizaban su integridad física. Ante la negativa de estos, varias personas rompieron las cadenas puestas en la puerta y tres hombres salieron del edificio ocupado resguardados por granaderos que amenazaron con aprehender a las personas que tomaban registro audiovisual.

Distintos colectivos de cooperativas llevan alrededor de 10 años trabajando en el inmueble. Más que una ocupa, este espacio reúne a personas que creen en el trabajo colectivo y horizontal. Hace ocho años la arrendadora México levantó una demanda contra un miembro de uno de los colectivos que trabajan en este espacio, para que lo desalojara. Éste no se ejecutó en ese momento pues la acción jurídica se dirigía a un sujeto y no a los colectivos que trabajaban allí, sin embargo estos se ampararon, para evitar en un futuro una posible expulsión del lugar.

“Las diferentes actividades que se llevan a cabo abonan al propósito cíclico del Chanti. En efecto, todo se complementa. El horno produce el pan que habrá de comerse y la ceniza que se utiliza en los baños secos, que construyen ahí mismo. De igual manera siembran y cosechan en su azotea verde los frutos con los que se hacen sus propios alimentos. “El pueblo mexicano es hijo de la milpa, que no solo es el maíz, sino que incluye el frijol, la calabaza, el amaranto. Es nuestra identidad, y hay que sembrar las semillas necesarias para no perderlas”, relata una mujer.

En el Chanti también cuentan con grupos de danza y teatro que llevan a diferentes ciudades y comunidades del país; y un estudio musical, que abre sus puertas a todo aquel que quiera aprender. La idea es crear un espacio colectivo y comunal abierto a niños, jóvenes y toda clase de gente que quiera acercarse y aprender”, se describe en reportaje anterior publicado en Desinformémonos.
Ahora la principal demanda del Centro Cultural es la libertad de los diez presos, así mismo que puedan seguir habitando el lugar que por diez años les ha permitido compartir más que una vivienda, un espacio donde creen que se puede construir otro forma de convivir, desarrollar proyectos y actividades alternativas donde congregan diferentes corrientes de pensamientos y de concepciones de vida.

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