Los desaparecidos de México están por todas partes, los muertos también, basta escarbar un poco en las afueras de las ciudades para encontrar cuerpos de personas que desde un anonimato impuesto nos hablan de que alguna vez tuvieron vida por lo tanto dueños de su propia historia.

Deafortunadamente nuestro territorio es basto y genera muchos “desaparecidos”, los hay migrantes, jóvenes, familias completas, mujeres, estudiantes, comerciantes, viajeros, indígenas, guatemaltecos, salvadoreños, hondureños y africanos-caribeños, parece una tierra afecta a desaparecer personas, sobre todo si son de bajos recursos.

Hay desaparecidos como los de Iguala, los 43 estudiantes de Ayotzinapa, de esos jóvenes tenemos información que nunca los hizo caer en el anonimato gracias a la pronta rmovilización de sus compañeros y familiares, hoy sabemos quienes son y se ha reconstruido esa fatídica noche desde todos los ángulos posibles, por lo que tenemos una idea de ese pasado inmediato con cierta certeza hasta el momento que sus captores deciden llevarlos a algún lugar con el propósito de hacerlos desaparecer. La narrativa oficial se apropia del discurso que hace posible la posibilidad de desaparecer y nos comunica que sí, en efecto, los hombres malos de la trama se los llevaron a quemar a un basurero y en un fogón de máxima eficiencia los hicieron ceniza y se esfumaron. La verdad histórica se basa en que es posible que una persona desaparezca. La versión independiente no cree en las desapariciones y no especula, su narrativa se rompe por falta de información por lo tanto no sabemos adonde se los llevaron.

El conflicto de Ayotzinapa se desarrolla entre quienes creen que es posible la desaparición y quienes no creemos en esa posibilidad. Reconstruir esa cápsula del pasado es la única forma de empezar a sanar esa herida.

Es un pasado que tenemos que resolver como sociedad, por eso es importante asomarse a la Cineteca Nacional para ver tres películas que reflexionan muy seriamente sobre este tema: Tiempo suspendido (México, 2015) de Natalia Brushtein, Nostalgia por la luz  (Francia, 2010) y El botón de nacar (Chile, 2015) de Patricio Guzmán.

En Nostalgia por la luz encontramos una reflexión que viaja por el tiempo desde el desierto de Atacama en Chile, el lugar más seco del mundo y el más nítido para observar el universo, como una ventana al pasado remoto, astrónomos chilenos nos explican la paradoja del tiempo cuando uno mira las estrellas lejanas, pero el desierto también aloja a arqueólogos que tienen otra forma de mirar y reconstruir el pasado, comparten su amor y dedicacción por la ciencia y el desierto, pero no son ajenos a otra busqueda que ahí se da: mujeres que buscan a los desaparecidos de la dictadura pinochetista que escogió este desierto para deshacerse de los cuerpos. Mujeres que han caminado el desierto en busca de alguna pista para desentrañar un pasado que no se encuentra pero que no se olvida. Una de estas mujeres confiesa frente a cámara que sueña con que los telescopios miraran hacia el suelo para descubrirnos no un pasado tan remoto como las estrellas sino uno más cercano, el lugar de los muertos que no se dejan desaparecer. El tiempo, el pasado y la memoria.

 

Trailer: Nostalgia de la Luz – Nostalgie des Lichts | trailer (2010)

Tiempo suspendido nos invita a pensar en todo esto a partir del recuerdo y del olvido en una conmovedora historia familiar que se desarrolla durante el encuentro fílmico de una nieta con su abuela, dos mujeres con un pasado roto por la dictadura, la abuela perdió al hijo que era el padre de la nieta. Se trata de la historia de vida de Laura Bonaparte, una incansable luchadora contra los militares golpistas argentinos responsables de desaparición forzada de miles de militantes de izquierda, en este caso se trata de tres hijos de Laura, una de las mujeres que fundaron la asociación de Madres de Plaza de Mayo, quienes son responsables de recuperar la memoria de muchas otras historias de vida que sin ellas se perderían en el olvido.

 

Trailer : #TalentoEmergente: Tiempo Suspendido

Botón de nacar. El oceano contiene la historia de toda la humanidad. El mar contiene todas las voces que vienen de la tierra y aquellas que vienen del espacio. El agua recibe una fuerza de la estrellas y las trasmite a creaturas vivas. La frontera más larga de Chile, el agua; también conserva el secreto de dos misteriosos botones que fueron encontrados en el fondo del mar. Chile con sus 4,296.94 Kilómetros de costa y el más largo achipiélago del mundo, presenta un territorio sobrenatural. En él hay volcanes, montañas y glaciares. En éste, estan las voces de los indígenas de La Patagonia, los primeros navegantes ingléses y también aquellos que se hicieron sus presos políticos. Algunos dicen que el agua tiene memoria. Esta película nos muestra, que también tiene voz.

 

Trailer: #35Foro – El botón de nácar