En la frontera sur de México “se ha observado un patrón común de criminalización, persecución y represión a mujeres, migrantes y personas defensoras de derechos humanos y del territorio que pueden culminar en la privación de su libertad y hasta en su asesinato”, aseguró la Misión Internacional de Observación de los Derechos Humanos en la Frontera Guatemala-México.
Con la intención de recorrer las mismas rutas que los migrantes centroamericanos siguen hacia el norte, los 24 expertos de la Misión iniciaron dos rutas diferentes para recoger testimonios de la población.
Durante el recorrido se encontraron con las formas de lucha de más de 70 organizaciones y colectivos, y registraron alrededor de mil 600 historias de personas afectadas por el despojo, la violencia contra migrantes, refugiados y mujeres. Los pueblos visitados eran de indígenas mam, quiché, q’anjobal, kakchiquel, tseltal, tsotsil, tojolabal, zoque, chol y mestizos.
En los lugares, pudieron “constatar y documentar situaciones constantes de injusticia pero también de lucha por la vida y resistencia”.
“La consecuencia de la implementación de proyectos energéticos, mineros, agroindustriales, turísticos y de infraestructura es la invasión y el despojo acelerado del territorio. Además, el desplazamiento forzado de las comunidades locales provoca también la alteración de los ecosistemas, la contaminación de los suelos agrícolas y de las fuentes de agua y la precarización de la vida de las comunidades campesinas y/o indígenas con consecuentes daños a la salud, condición que se ve agravada al no existir las condiciones que permitan un debido acceso a la misma”, dijeron los activistas.
También recopilaron testimonios sobre “la profunda crisis de violaciones de derechos humanos hacia personas migrantes y defensores y defensoras del territorio expresadas a través de las amenazas, la criminalización, la trata, las desapariciones, secuestros, robos, asaltos, tratos crueles e inhumanos, tortura y asesinatos masivos”.
Agregaron que las violaciones tienen su mayor expresión en las mujeres, pues además de enfrentar la violencia migratoria, son vulnerables ante la trata, las violaciones y abusos sexuales, y los feminicidios.
Señalaron que entre las condiciones que fortalecen y acrecientan la violencia están “sin duda” la impunidad y la corrupción “que atraviesa todos los ámbitos de la cultura política, social, económica y jurídica de ambos países”.
De las dos rutas que iniciaron y en las que se distribuyeron en diferentes grupos, salieron de la Ciudad de Guatemala, una de ellas partió hacia Quetzaltenango, Huehuetenango, La Mesilla y ya del lado mexicano a Frontera Comalapa, Tapachula, Suchiate, Acacoyagua, Mapastepec, Tonalá y Arriaga.
La otra ruta se encaminó hacia Cobán, Sayaxché, Santa Elena y del lado mexicano Tenosique, Palenque, Salto de Agua y Ocosingo. Posteriormente, los dos grupos se encontraron en San Cristóbal de las Casas. En total, se recorrieron en vehículos un total de 30 lugares y 2 mil 211 kilómetros de la región transfronteriza.