Argentina I Al cumplirse 19 días de la desaparición de Santiago Maldonado, lavaca estuvo en el Pu Lof en resistencia de Cushamen para platicar con la comunidad y conocer cómo fue la cronología de la represión, la irrupción de la Gendarmería sin orden judicial y el momento en que se llevaron al joven.
Entramos a la camioneta y la primera pregunta es automática:
–¿Cómo están?
El peñi responde en mapudungum durante 12 segundos.
Luego, explica:
-Saludé a toda mi gente mapuche. A la gente no mapuche, también. Contaba que estamos aquí, en la Pu Lof en Resistencia, del Departamento de Cushamen, también agradecido de que se hayan acercado aquí a hablar y estén con nosotros.
Hace exactamente dos años lavaca estuvo en este lugar, ubicado en el paraje Vuelta del Río, localidad de Leleque: se cumplían cinco meses de la recuperación de tierras ancestrales que la comunidad había iniciado en una de las estancias de la multinacional Benetton. En ese entonces eran perseguidos con la Ley Antiterrorista.
Hoy el contexto es una continuidad: hace 19 días que Santiago Maldonado está desaparecido luego de una brutal irrupción desplegada sin orden judicial. En instantes, la comunidad describirá la cronología de hechos que testimonia el desastre.
Antes, en medio de la nieve y los picos blancos de las montañas heladas, el mapuche dirá:
-Estamos bien, dentro de todo el barco en el que estamos ahora. Seguimos con la prisión política de nuestro lonko Facundo Jones Huala desde el 27 de junio, y eso se mantiene de forma ilegal al día de hoy. Nos demanda mucha movilización de gente para pensar bien las cosas, porque sabemos que hoy en día lo que están realizando es una persecución política hacia Facundo, la comunidad e integrantes del pueblo mapuche. Una situación muy áspera por parte del Estado, del Gobierno, y eso también nos obliga a pensar las decisiones que van tomando la comunidad y pensar qué decir hacia afuera. Se ha generado una persecución mediática muy grande por parte de los medios hegemónicos, y eso estamos tratando de contrarrestar.
En ese contexto la comunidad llegó al 31 de julio.
Cronología de una cacería
El peñi (hermano) habla con su rostro cubierto “por razones de seguridad”, explica:
“El 31 iniciamos un corte a la vera de la Ruta 40. Fue cerca del mediodía, exigiendo la liberación del lonko porque hacía más de un mes que estaba como preso político por orden del juez federal de Bariloche, Gustavo Villanueva. Ya sabíamos lo que había pasado ese día: en una protesta en ese Juzgado, a las 7:15 de la mañana, teníamos seis detenidos. Después del mediodía, ya eran nueve. Habían reprimido muy feo: una lamién (hermana) terminó con un diente roto y otro sacado. Aquí el único método de protesta que tenemos es saltar a la ruta y conversar un poco con la gente para que sepa cuál es el contexto en el que estamos. Nosotros no cortamos la ruta todo el tiempo como dice el juez o el Gobierno de Chubut: tiene que pasar alguna acción ilegal muy fuerte para cortar. Este fue un corte enfrente de la tranquera, parcial, con un carril habilitado. Dábamos panfletos. Durante la primera hora lo hicimos cada 20 minutos. Pero después dejábamos pasar porque entendemos que la lucha que hoy estamos realizando no es contra la gente ni el ciudadano común, sino contra un sistema. Entendemos que la gente tiene que ir a trabajar, llevar a sus hijos o parientes al médico. Aún así es muy difícil que una persona comprenda en 5 minutos la profundidad del conflicto. Pero sí que se pongan a pensar aunque sea un minuto, porque hay mucha desinformación. El corte se mantuvo hasta las 5 de la tarde, que aparece Gendarmería con un Unimog y tres camionetas, cargadísimos. Fue en el cruce de las rutas 40 y 70, a 1 km de aquí”.
Cómo empezó el peor final
Según detalles del expedientes a los que tuvo acceso lavaca, Gendarmería informó que a las 13 horas de ese día se hicieron presentes el primer alférez Daniel Gómez y los oficiales de apellido Coronel, González, Coca Alba, Carmen Saldaño y Echazú. A las 17:15 -mismo horario que describe el peñi-, surge de las actas de los gendarmes que personal a cargo del Comandante Principal Fabián Arturo Méndez, del Escuadrón 35 de El Bolsón, trajo el oficio 972/2017 del Juzgado Federal de Esquel.
“Nos acercamos con algunos peñi hacia el cruce y cuando estamos llegando, empiezan a a efectuar disparos con balas de goma y algunos tiros 9mm que se escucharon. Respondimos con hondas de revoleo. Ahí es cuando se retiran del lugar, y ya 1 ó 2 kilómetros más atrás nos leen una orden de desalojo de la ruta. La orden la desconocemos hasta el día de hoy porque nos la leen por altoparlantes”.
Esa lectura está registrada en uno de los videos que difundió C5N.
Sigue el relato:
“Evaluamos con los peñi y las lamien qué hacer. Entre ellos estaba Santiago, que había llegado ese día para acompañar. Con ideas muy claras: era un pensador que también cultivaba el proyecto de vivir de forma autónoma, como nosotros. Por eso acompañaba el proceso de recuperación. Mantenía siempre activo un sentido de luchar socialmente. Santiago había llegado un rato antes del mediodía y de los cortes. Hicimos el ingreso al campo. Dejamos un pino afuera en la ruta. Gendarmería lo vino a sacar cerca de las 4 de la mañana: ahí apareció un contingente muy grande”.
En las actas del expediente, el primer alférez Gómez informó estos horarios:
· 3:30: personal del Escuadrón Nª 35 de El Bolsón -apoyado por personal del Escuadrón N! 36 de Esquel- aprovecharon que “los manifestantes no se encontraban sobra la ruta 40” y procedieron a desarmar “cuatro barricadas compuestas por palos, árboles cortados, piedras y chatarras distribuidas estratégicamente”.
· 5:30: Labra un acta (fojas 14) en la que expresa que “ante la ausencia de manifestantes no hubo enfrentamiento con personal uniformado”. Y que una vez “despejada la ruta en cumplimiento a la demanda judicial 972/2017 se informó lo actuado al magistrado interviniente telefónicamente”. El magistrado interviniente es Otranto. Es la última vez que se consigna una comunicación con el juez.
La cacería
Sigue el relato:
“Alrededor de las 6 de la mañana, antes que esclarezca el día, se vuelve a acercar un Unimog con una camioneta con las luces apagadas. Nosotros reflectoriamos desde el lado de adentro del campo y cuando prendimos el reflector, empiezan a disparar desde la ruta hacia adentro. También se empiezan a prender los reflectores del Unimog. Los efectivos llegan hasta el alambre. Ahí hacemos autodefensa de nuevo con la honda de revoleo y piedras y logramos que no ingresen. Se van. Para eso, ya nos habían dejado bastante alerta. Después, tipo mediodía, a las 11, evaluamos seguir con el corte”.
La descripción también coincide con las actas del expediente. Según Gendarmería, a las 11:15, “en cumplimiento del oficio 972/2017 se procedió al despeje del corredor antes mencionado”. Dice el peñi: “Evaluamos seguir porque, más allá de que a las fuerzas represivas las teníamos ahí, entendíamos que no había que dejar de protestar, comprendiendo que lo que quiere el Gobierno es eso”.
Lo que siguió entonces, según el testimonio del peñi, fue la cacería.
“Falta uno”
“Entramos de vuelta a a ruta, pusimos el pino y ya se nos vino todo el contingente de Gendarmería. Nosotros vimos alrededor de 100 efectivos. Hoy los medios afirman que son 80. Les solicitamos la orden. No nos dicen nada. Empiezan a bajar. Les dijimos: ´Si van a reprimir, que sea con una orden. Queremos la orden´. Nunca nos la dieron”.
-¿No la leyeron por altoparlante como el día anterior?
-No, ahí solamente vinieron. Se formaron a lo largo del alambrado. Algunos, campo más arriba, venían disparando con 9 mm. Los del medio venían tirando con escopeta. Empezaron a reprimir. Nosotros hicimos uso de autodefensa de vuelta. Y ahí nos logran correr hacia dentro del campo. Una vez entrando dijimos: “Ya está, era solamente la ruta, ahora la tienen despejada: hagan lo quieran”. Pero cuando nos estábamos dando vuelta para entrar al predio, como yendo para la guardia (una casita de madera), los efectivos siguieron disparando, disparando y disparando, y cuando nos dimos vuelta para mirar, en el plazo de dos segundos, teníamos ya toda la milicada del lado del alambre. Así que ahí dijimos: “Van a querer entrar”. Seguimos peleando como pudimos. Ahí es cuando atraviesan un Unimog, se apuestan unos tiradores detrás y empiezan a disparar. Entonces aparece un efectivo con escudo, que es el que rompe el candado de la tranquera. Otro patea la puerta. Y ahí todos entran corriendo y disparando a los gritos de “agarren a uno, agarren a uno, agarren, agarren”. Tratamos de seguir resistiendo dentro, pero no se pudo más: eran muchos efectivos corriendo al grito de “agarren”. Los disparos no cesaban. Y ahí es donde logramos correr y salvaguardar nuestras vidas tirándonos al río. Nos encontramos todos del otro lado, pero faltaba uno. Y era el compañero que hoy nos sigue faltando.
La media hora clave
–¿Vos fuiste uno de los que cruzó el río?
-Sí. Es el Río Chubut. El cruce fue muy difícil porque íbamos cruzando y los gendarmes nos seguían disparando, tirando piedras. No reconocían que tenían vidas enfrente.
–¿Y luego hicieron la reconstrucción?
-Sí. Ahí dijimos: “Falta el Brujo”. La voz de alto se escuchó en todos lados, porque acá hay un montón de eco. Cuando estamos cruzando se escucha. Lo ven llegar hasta el río, pero no logra cruzar porque era tanta la lluvia de balas y piedras. No conocía la zona tampoco. Se quedó agarrado de una rama, abajo de las matas. Y después se ve lo que decimos: tres efectivos golpeando a alguien, en el mismo lugar donde se encuentran sus cosas después en los rastrillajes, y como cargando algo al Unimog.
–¿El Unimog estaba de culata al río?
-Sí, de culata. A unos 40 metros: está el río, hay una subidita y ahí está el Unimog. Nosotros al llegar al cerro vemos que el Unimog sale soplando para la ruta y sale para el desvió de la Ruta 40. Ahí para otra camioneta al lado, los efectivos hacen toda una pantalla, bajan algo, cargan algo y la camioneta blanca se va soplando rumbo a Esquel. Hay muchas pruebas suficientes ya para lo que es la desaparición del Brujo: la sociedad sabe que el responsable directo es Gendarmería. Se puso en duda si estuvo o no estuvo: sí, estuvo. Santiago estuvo acá, defendió al territorio y lo chupó la Gendarmería.
–Desde el momento en que la Gendarmería irrumpe al territorio y ustedes cruzan el río, ¿cuánto tiempo pasó?
-Media hora habrá sido, más o menos. Si a las 11 comenzó, 11:30 ya estábamos del otro lado del río. Lo de Santiago pasó en ese trayecto.
Fuentes de la investigación dijeron a lavaca que algunos horarios claves para la investigación se podrán definir con certeza en los próximos días cuando accedan a los registros fílmicos de Gendarmería.
La táctica Noceti
El peñi dice que los gendarmes se retiraron entre las 16 y las 17 horas. “Aquí hay responsables: no sólo el juez Guido Otranto, que se le está haciendo costumbre despejar la ruta y dejar vía libre para que hagan lo que quieran, sino también el señor Pablo Noceti (jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad), que es el que detiene a la gente en la subcomisaría de Leleque (tres personas, demoradas por más de seis horas). Estábamos en una situación muy compleja: el lonko iniciando una huelga de hambre sin saber nada del juez ni la causa, 9 detenidos en Bariloche, golpeados, y Noceti, más la campaña mediática en los medios, diseñando ideológica y operacionalmente la táctica que realizó Gendarmería aquí para chuparse a uno. Porque como fue Santiago, podría haber sido cualquier de nosotros”.
–Los acusaron de obstaculizar los rastrillajes.
-El primero fue el sábado (5 de agosto). Viene Prefectura, pero ya nosotros decimos que estaba viciado: antes habían pasado a hablar con los gendarmes que estaban apostados aún en el desvío de la ruta: bajan custodiados por ellos. Fue algo provocativo: ¿ir a conversar con los mismos que se llevaron a Santiago? No tiene gracia. Nos dicen: “Vengo a buscar al pibe ese”. Habían pasado ya varios días y sin mucha sensibilidad nos ataca con eso. Le pedimos la orden. No la tenían. De pronto aparece (el juez) Otranto: “Ahí viene la orden caminando”. Empezamos un diálogo bastante cordial, a pesar de la bronca e impotencia que teníamos. Tratamos de mantener la calma. Hicimos ingresar a la división canina. Bajo las matas encontraron una boina que pesamos que era de otro peñi, pero reconocemos que es con la que apareció Santiago el primer día acá. Y el perro empieza el recorrido y hace todo lo que la comunidad había denunciado: se queda en el lugar donde estuvo el Unimog, baja hasta el río, pasa y vuelve al Unimog. Tres veces lo mismo. Después Prefectura ve toda la costa del río, se tiran al medio, a la orilla y dice: “Es imposible que esté acá. Si se ahogó, estaría entre medio de las ramas”.
-¿En el rastrillaje del miércoles se corroboró lo que ustedes decían?
-Fue otro ataque de (el juez) Otranto a la comunidad para hacer creer a la sociedad que somos terroristas y que estamos armados. Por eso la cantidad de fuerzas (la APDH y la Comisión Provincial por la Memoria calcularon unos 400 efectivos): voy a un territorio terrorista y por eso tengo que llevar a tantos policías. Durante toda la noche pasaron camionetas por acá: apenas aclaró empezaron a aparecer. Eran alrededor de 30 vehículos. Los hombres decidimos resguardar a los niños llevándolos al otro lado. Dos lamién dialogaron con (el juez) Otranto. Había un helicóptero. Otranto estaba enojado porque en el rastrillaje anterior no lo dejamos entrar un dron. ¿Aquí, en este sector rural, río tupido? No te sirve de mucho, pero a la Inteligencia argentina sí, para conocer el territorio. Había dron, buzos, gomones, perros, y en eso encuentran un collar en un lugar donde ya se había rastrillado la vez anterior. Algo bastante irregular: ¿Cómo entendés que hay un collar, que ahora se llevaron los peritos, en un lugar que ya había sido peritado antes tres veces? Seguimos desconociendo una parte. Y todavía seguimos sin saber dónde está Santiago.