Con el fin de la huelga de hambre no termina la lucha mapuche

Sofía Sánchez

“Seguimos en pie de guerra y no vamos a parar mientras no recuperemos las tierras», aseguraron los voceros de los huelguistas mapuche Eric y Rodrigo Montoya, Paulino Levipán y Daniel Levinao, quienes pusieron fin a la huelga de hambre que mantenían hace 60 días en la cárcel del Angol. Daniel Melinao, vocero de los detenidos, aseguró que la medida de presión se depuso por “razones humanitarias”, pero advirtió que “continuarán con el proceso histórico de recuperación de tierras”.

Melinao señaló que “la lucha mapuche no termina con la huelga de hambre, seguimos en pie de guerra, más unidos que nunca con las comunidades y la resistencia. No vamos a parar mientras no recuperemos las tierras que han estado ocupadas por las forestales, por las grandes empresas, trasnacionales y latifundistas. Vamos a seguir con ese proceso”.

Han pasado 520 años desde que el pueblo mapuche inició la lucha por su supervivencia, independencia y autonomía. Han sido 520 años llenos de sangre, abusos e injusticias por parte de aquellos que se encuentran en el poder, ya sean los españoles o los diversos gobernantes chilenos.

Mientras que el presidente chileno Sebastián Piñera declaró en días pasados que «la huelga de hambre no es un mecanismo ni legítimo ni tampoco eficaz», Sergio Millamán, abogado y comunicador mapuche refiere que: “Los medios masivos son responsables de la completa censura de las demandas mapuche. Ellos se preocupan de avalar los actos de violencia estatal, justificando y solicitando más represión. Rara vez dan cabida al punto de vista de los representantes de las comunidades víctimas de montaje que lideran procesos de recuperación y defensa territorial”.
Hoy, la demanda principal del pueblo mapuche “es la recuperación y defensa de sus territorios ancestrales. Sus territorios están en manos de la industria forestal y están amenazados por proyectos hidroeléctricos, pesqueros, acuícolas y mineros”. De acuerdo con Millamán “el territorio es la base de las demandas de autonomía y desarrollo económico y social, además de ser la base material necesaria para el desarrollo cultural propio”.

Los mapuche buscan también poner fin a la represión policial que los ha perjudicado desde hace años. En la última década, cientos de indígenas han sido encarcelados y juzgados tras ser acusados de diversos delitos “perpetrados” en su lucha.

Daniel Levinao Montoya, Rodrigo Montoya Melinao, Erick Montoya Montoya y Paulino Levipán Coyán, los cuatro ex huelguistas, negaron en todo momento su participación en el ataque contra policías. La dirigente del pueblo mapuche, Natividad Llanquileo, declaró el pasado 12 de octubre en Santiago, durante la marcha en la que se conmemoraron 520 años del descubrimiento de América, que «es inaceptable que el presidente haya mantenido silencio frente a la delicada situación de los huelguistas».

Desde la llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI, los mapuche llevan adelante su resistencia, pues poco a poco fueron empujados hacia el norte del Bío Bío, lo que estableció una frontera que dividía el dominio de la corona española y el territorio mapuche. Finalmente, luego de mucha sangre derramada, lograron acuerdos de respeto mutuo en las relaciones fronterizas, y fue reconocido el establecimiento de la nación mapuche.

En 1860, con la llegada del Estado chileno independiente, comenzaron las incursiones militares y las migraciones de colonos a territorio mapuche. Luego de 23 años de batallas, en 1883, el ejército culminó la ocupación de los territorios mapuche al sur del Bío Bío. Miles de muertos, una economía destrozada y el confinamiento de sobrevivientes a un equivalente del cinco por ciento del antiguo territorio, fue el saldo de la imposición estatal sobre los pueblos.

El siglo XX trajo consigo un gran flujo migratorio hacia las ciudades, aunque la mayoría de los mapuche sólo encontraron lugar en las zonas periféricas de las ciudades. A pesar del apoyo otorgado por el gobierno de Salvador Allende, la llegada de la dictadura pinochetista representó el envilecimiento de la situación mapuche que continúa hasta hoy.

De acuerdo al censo del 2002, ese año había 650 mil mapuches mayores de 14 años, sin embargo, cifras de organizaciones mapuches señalan que existen aproximadamente un millón y medio, de los cuales 500 mil están en Santiago.

El lunes 15 de octubre, aproximadamente 7 mil personas marcharon en defensa de los derechos de los pueblos mapuche, aymaras y pascuenses en la marcha de Dignidad y Resistencia Mapuche, convocada por la Organización Meli Wixan Mapu, Comunidades José Guillón, Wente Winkul Mapu y Autónoma Temukuikui. Exigían la liberación de sus cuatro dirigentes. La marcha fue reprimida por la policía militarizada de carabineros.

Encabezados por ocho niños que portaban una manta en la que se leía “Somos hijos y nietos de quien no pudiste matar”, los mapuche fueron atacados por los efectivos de carabineros, quienes lanzaron chorros de agua y gases. “Fue una gran demostración de fuerza y apoyo a las comunidades que hoy son victimas de la violencia estatal, pero la policía no dudó en reprimir esta manifestación, siéndole indiferente la presencia de niños, ancianos y familias enteras que asistieron a este gran acto”, se lamenta Millamán.

Durante una visita por la zona sur del país, en donde se encuentran las mayores concentraciones de personas del pueblo mapuche, el presidente chileno declaró: «No nos dejaremos quebrar por una minoría que sólo conoce el camino de la violencia». Esta afirmación, sostiene el dirigente mapuche, confirma la idea de que “siempre han primado el interés de los inversionistas por sobre los derechos reconocidos del pueblo mapuche. El Estado es una institución al servicio de las empresas que invaden y destruyen los territorios mapuche y para avalar esta situación lleva a cabo políticas asistencialistas y de criminalización”.

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