Fotos: Migrar Photo
Para el ojo desprevenido, el conflicto chileno habrá sido un estallido inesperado. Sin embargo, el pueblo del país vecino amasa décadas de tensión contenida, así como diversas y potentes tramas de organización popular que hoy están en las calles. La tinta conversó con Beatriz Bataszew, militante feminista histórica de “Memoria y Rebeldía Feminista”, y una de las voceras de la “Coordinadora Feminista 8M”, quien nos compartió la mirada de las hermanas chilenas en medio de la revuelta popular.
Lo primero que nos dice es que “están como locas” y no cuesta imaginar el ritmo que viven las compañeras desde hace una semana al menos, al otro lado de la cordillera. Tal vez por el impacto mediático de las imágenes que asustan, tal vez por los aprendizajes feministas del cuidado recíproco y el autocuidado, le preguntamos con preocupación cómo estaba. Beatriz tiene 65 años y casi toda una vida de lucha, es una referente feminista de Chile y, en su respuesta, entendimos quién es. “Tengo toda la energía que te puedes imaginar. Ayer estuve todo el día en la calle, pero siempre con una compañera del colectivo acompañándome. No puedo mirar mi situación individual si no es dentro del trabajo colectivo que nosotras estamos realizando y, dentro de este contexto, me siento maravillosa, me siento con mucha energía y con mucha fuerza”.
Las compañeras levantan una postura dentro de las múltiples caras que tienen los feminismos: trabajar estratégicamente y a largo plazo construyendo poder popular y feminista, sin perderse en las dilaciones de los conflictos concretos. “Es una lucha que no damos solas, es una lucha que parte y recoge las experiencias de muchísimas feministas que tienen un trabajo territorial fabuloso, entonces, yo estoy feliz”.
Campaña contra la Violencia Política Sexual
Desde hace días, escuchamos sobre las compañeras violentadas sexualmente en comisarías, detenidas en el marco de la revuelta popular. En relación a esto, Beatriz nos cuenta una propuesta organizativa esperanzadora. Desde el jueves 24 de octubre, las compañeras impulsan una campaña en relación a la violencia política sexual, que busca visibilizar y convoca a denunciar esta violencia ejercida por parte de agentes del Estado durante la revuelta social.
Esta violencia específica sobre los cuerpos feminizados no es nueva y la sufrimos en todo el continente. Nos explica que “la violencia política sexual tiene un largo historial desde la dictadura cívico-militar chilena”. Desde su experiencia, reconstruye: “La mayoría de las mujeres que fuimos secuestradas y torturadas también fuimos objeto de la violencia sexual política en sus distintas expresiones: embarazos y abortos forzados, desnudez, violaciones con animales, colocación de electricidad en la vagina, etcétera. Todos estos crímenes están impunes al día de hoy, entonces, como colectivo de mujeres sobrevivientes, hace 5 años, empezamos a colocar este tema en la palestra”.
Hoy, el tema se actualiza con las situaciones de abuso que sufren las compañeras detenidas, sin embargo, desde la dictadura a esta parte, hay un hilo de continuidades de este perverso ejercicio de poder por parte de los agentes estatales. Quienes en el 2011 volvieron “a violar a todas las mujeres que eran detenidas por luchar y decidimos que teníamos que colocar este tema en la palestra, que teníamos que buscar, formar, lograr que las propias mujeres no normalizáramos este crimen”. Este trabajo, cuenta Beatriz, ha sido “de largo aliento, pero ha tenido resultados porque hoy ya existen denuncias por violencia política sexual”.
Las compañeras feministas se proponen hacer un trabajo serio de contención a quienes están siendo objeto de esa violencia. Para esto, impulsan la campaña y armaron un espacio físico concreto que trabajará con otras casas de memoria, “estamos levantando un sitio donde podamos hacer contención a esas compañeras que hacen la denuncia en lo legal o ser un espacio alternativo para las que no quieren hacer la denuncia en lo legal porque no creemos en las instituciones, pero que requieran un espacio para poder conversar”. El sentido de la intervención, que nace de las propias experiencias de las compañeras sobrevivientes, es “entender que la violencia sexual ejercida sobre nuestros cuerpos produce un daño, un dolor, una rabia, y esa violencia nos va a afectar, pero debemos hacer que no nos determine y nos permita seguir luchando, porque el sentido de esta violencia es disciplinarnos y mandarnos para la casa”.
Beatriz es una catarata de palabras que arrasa nuestras emociones. “Al final, la lucha sana, la lucha con una perspectiva feminista y anticapitalista. Entonces, queremos hacer ese aporte a nuestras compañeras que han sido violentadas por agentes del Estado o civiles que trabajan con el Estado”.
Si bien esta violencia la ejercen desde el Estado sobre los cuerpos feminizados, Beatriz nos explica que se despliega de forma particular sobre las mujeres que son detenidas en manifestaciones y agrega: “Hace un mes, las compañeras mapuche que salen a vender sus hortalizas históricamente al pueblo fueron detenidas, fueron llevadas a las comisarías, fueron desnudadas y les hicieron un montón de afirmaciones con connotación sexual, y nosotras también lo incluimos como violencia política sexual. Es sobre los cuerpos feminizados, también sobre las disidencias”.
Rebalsar el conflicto
“Nosotras pensamos en términos generales y, en particular, en torno a las mujeres que el sistema capitalista va a poder resolver sus crisis permanentes o cíclicas entre dos opciones, y no otras: una, a través de la precarización de la vida de todo nuestro pueblo y, en particular, de las mujeres, por el lugar que ocupamos en este sistema; y la otra, con represión, y, en el caso de la represión a las mujeres, a partir de la violencia política sexual”. Las compañeras entienden que el Estado y las instituciones reproducen esa violencia y que la salida no pasa, entonces, por ahí. Por eso, explica que “más allá de la justicia, nosotras queremos ir construyendo nuestros propios poderes, como lo están haciendo las compañeras que acompañan el aborto, nos salimos de la institución, no nos interesa la institución y construimos nuestros propios poderes de apañe, de contención, de formación para avanzar en la sociedad que nosotras, las feministas anticapitalistas, anticolonialistas, antirracistas queremos construir, y lo queremos empezar a construir desde hoy día”.
Tramar redes múltiples para avanzar en una salida “feminista y revolucionaria”, como dice Beatriz, es tejerse desde los territorios. “Nuestro énfasis hoy está en el trabajo territorial, en todo lo que estamos planteando, buscamos que se materialice en los territorios y las mujeres que se están organizando estamos construyendo nuestro propio poder feminista en los territorios, hacia allá va apuntado nuestro trabajo, no hacia la institución y el Estado”.
Plurinacional
Si bien la violencia política sexual es transversal a los procesos de racialización y las jerarquizaciones y segregaciones de clase, nos cuenta el especial cuidado que deben tener con las particularidades. El ejercicio de esta violencia sobre el cuerpo de las hermanas mapuche, por ejemplo, “tiene un doble contenido, porque, aparte de lo que les pasa a ellas, busca impactar sobre la cultura y la sociedad en la que se desempeñan. Busca quebrar el tejido comunitario. Entonces, somos muy respetuosas, creemos que esas formas tienen que ser decididas por las propias actoras, nosotras no le decimos a nadie que tiene que denunciar. Cada comunidad, cada territorio tiene su sabiduría y sus especificidades, nosotras las podemos apoyar, apañar, podemos estar con ellas, pero ellas tienen que construir sus propios poderes”.
Resulta importante para este proyecto rebelarse ante ese tipo de “conducciones”, “si queremos construir una sociedad distinta, también tenemos que hacer aprendizajes, no sólo sobre los contenidos, sino también sobre las formas de construcción. Nosotras también nos estamos deconstruyendo, venimos de experiencias militantes, algunas venimos de partidos políticos, entonces, también tenemos que deconstruirnos feministamente”.
Internacionalismo feminista
“Lo que está pasando en Chile está pasando en el mundo”, arroja Beatriz. “En el caso de la violencia política sexual, está pasando con las compañeras migrantes que llegan a Europa, que también son violentadas sexualmente por los agentes migrantes al ingresar al continente. Es un tema mundial”.
En clave de pensar salidas anticapitalistas, se reafirman internacionalistas. “En el caso nuestro, estamos muy articuladas con feministas de todo el mundo con las que hemos impulsado la huelga general del 8M y que seguiremos impulsando la huelga general en 2020”. A partir del conflicto y la lucha que están dando las feministas en Chile, han podido articular solidaridades internacionales con otras hermanas, que se expresaron a lo largo y ancho del continente.
Publicado originalmente en La Tinta