México DF. Parado afuera del Museo de la Memoria y la Tolerancia en el centro histórico de la Ciudad de México, Neil Franklin, un veterano de 33 años del grupo de trabajo de la Policía Estatal Anti-Narcóticos de Maryland, contiene las lágrimas mientras se lamenta por haber tenido que hacer cumplir las políticas de prohibición de drogas.
«Pasé la mayor parte de mi carrera haciendo cumplir las leyes de prohibición de drogas. Durante ese tiempo he perdido a muchos compañeros en la lucha por las leyes de prohibición, y uno en particular era Edward Totely, un amigo muy cercano. Él fue asesinado mientras trabajaba encubierto en Washington DC».
Franklin es el director en funciones de una organización de policías jubilados llamada Aplicación de la Ley Contra la Prohibición (LEAP por sus siglas en inglés). El grupo considera la «guerra contra las drogas», iniciada hace más de 40 años, un fracaso profundo que ha producido mayor violencia, más muertes, un asombroso número de encarcelamientos e inseguridad, y que ha hecho muy poco para detener el flujo o el consumo de drogas.
LEAP se une al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD), junto con Intercambio Global, una organización estadounidense en pro de la defensa de los derechos humanos, a la caravana denominada Caravana por la Paz que está por cruzar los Estados Unidos tratando de encontrar un fin y alternativas a lo que parece ser un modelo fracasado de guerra contra las drogas. La caravana, que iniciará el 12 de agosto de este año, recorrerá durante un mes más de 25 ciudades, terminando su viaje en la capital de Estados Unidos, Washington DC.
Éste es el siguiente paso importante para el MPJD, que ha atravesado en dos caravanas el norte de México, tan golpeado por la violencia, y el tan empobrecido sur. Estas caravanas han priorizado y dado voz y rostro a las víctimas o sobrevivientes de un modelo de guerra contra el narcotráfico que ha dejado más de 70 mil muertos en México durante los últimos seis años.
El movimiento, liderado por las víctimas y sobrevivientes, reconoce el papel que las políticas estadounidenses de drogas, armas e inmigración tienen sobre el creciente número de muertes, así como la violencia, el encarcelamiento y la destrucción del tejido social en muchas comunidades marginadas en los Estados Unidos, en su mayoría gente de color y afroamericanos.
«La caravana es una oportunidad para la gente de Baltimore (Maryland, Estados Unidos), para las madres que han experimentado ver a sus hijos ir a la cárcel o verlos recibir un disparo en la calle y muertos. Ellas conocerán a las mamás en México que han experimentado cosas muy similares. Es una oportunidad de reunir a estas dos personas, de México y Estados Unidos para compartir sus historias» dice Franklin, quien también destaca el hecho de que esta caravana es para hacer brillar la luz y levantar las voces de las víctimas y sobrevivientes en los Estados Unidos, un país que tiene cerca de dos millones de personas encarceladas por cargos de drogas.
Con esta caravana, el MPJD, junto con sus contrapartes de Estados Unidos, esperan sembrar las semillas de un movimiento binacional de base que, permaneciendo apartidista, pondrá fin al modelo de guerra contra las drogas, a su violencia y marginación, y permitirá alternativas democráticas y pacíficas al tema del consumo de drogas.
Publicado el 25 de junio 2012