Fotos: @RubenFigueroaDH
Los huracanes de noviembre del 2020 fueron el detonante para que miles de familias de Centroamérica tuvieran que tomar la decisión de abandonar su país y convertirse, sin saberlo, en migrantes climáticos, pues estos fenómenos naturales los dejaron sin patrimonio y esperanzas de poder sobrevivir en su tierra.
Sólo 20 días le duró a José el gusto de disfrutar su casa. Él acababa de ser deportado de los Estados Unidos cuando el huracán Eta y posteriormente el Iota azotaron el departamento de Cortés, en Honduras, y su casa y los terrenos donde pensaba trabajar para sobrevivir tras cuatro meses en el extranjero quedaron destruidos.
Algo similar le pasó a Luis. Él y su familia quedaron atrapados en la azotea de su casa durante 24 horas. El agua se llevó parte de las paredes de su patrimonio y después de eso decidió salir de su país para poder trabajar y construirlo de nuevo.
El 2019 fue el segundo año más caluroso de todos los tiempos y marcó el final de la década más calurosa, de acuerdo con la ONU. La organización señaló que algunas familias y comunidades ya han comenzado a sufrir por los desastres y las consecuencias del cambio climático, lo que les ha obligado a abandonar sus hogares en busca de un nuevo comienzo.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados reconoce las consecuencias del cambio climático como extremadamente graves, y en diciembre de 2018, en la Asamblea General de la ONU, abordaron esta creciente preocupación, pues los países de Centroamérica están siendo los más afectados a pesar de que son los que menos gases de efecto invernadero emiten en comparación con países como Estados Unidos y Canadá.
Los niveles de dióxido de carbono (CO2) y de otros gases de efecto invernadero en la atmósfera aumentaron hasta niveles récord en 2019. El cambio climático está alterando las economías nacionales y afectando a distintas vidas.
A pesar de que se estima que las emisiones de gases de efecto invernadero cayeron alrededor de un 6 por ciento en el año 2020 debido a las restricciones de movimiento y las recesiones económicas derivadas de la pandemia de la COVID-19, se espera que en el 2021 incrementen.
Ante esto, la ONU señaló que es necesario tomar medidas urgentes para abordar tanto la pandemia como la emergencia climática con el fin de salvar vidas y medios de subsistencia.
El Acuerdo de París, aprobado en 2015, aspira a reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático manteniendo el aumento global de la temperatura durante este siglo muy por debajo de 2 grados Celsius con respecto a los niveles preindustriales. El acuerdo también aspira a reforzar la capacidad de los países para lidiar con los efectos del cambio climático mediante flujos financieros apropiados, un nuevo marco tecnológico y un marco de desarrollo de la capacidad mejorado.
Publicado originalmente en Movimiento Migrante Mesoamericano