Las comunidades mapuche se están movilizando en apoyo de sus presos políticos en huelga de hambre en las cárceles de Temuco, Lebu y Angol. Demandan el cumplimiento del Convenio 169 de la OIT que les permite cumplir la condena en sus comunidades, algo básico en tiempos de pandemia, que se revise la prisión preventiva y para denunciar las condiciones denigratorias en las cárceles.
El machi Celestino Córdova lleva 80 días en huelga de hambre y debió ser trasladado al mal llamado Hospital Pluricultural en Nueva Imperial, ya que su salud se ha deteriorado y su estado es delicado. Machi es una autoridad espiritual y de sanación de la cultura mapuche, con gran ascendiente en sus comunidades.
En la cárcel de Angol hay además otros ocho presos que llevan también 80 días en huelga por las mismas demandas, además de once presos en el penal de Lebu que llevan 17 días y siete más en Temuco en huelga desde hace cuatro días.
Jakelin Curaqueo, presidenta de la Comunidad de Historia Mapuche, explica que la movilización está siendo muy difícil durante una pandemia desbocada en Chile con más de 17 mil infectados por cada millón de habitantes, una de las tasas más altas del mundo. A pesar de las dificultades, se registran manifestaciones y concentraciones en el norte, centro y sur de Chile. “La pandemia no ha frenado la represión y la guerra hacia las comunidades mapuche y la represión a los dirigentes, con un desplazamiento de armamento pesado a Wallmapu”, explica Jakelin al otro lado del teléfono.
El machi Celestino, un hombre robusto y de gran espiritualidad que conocí en una visita en el penal de Temuco hace poco más de un año, debió ser trasladado al hospital por su delicado estado de salud. En la última visita, el miércoles 22, los médicos dijeron que su estado de salud es “crítico”. No pudo siquiera asistir a la ceremonia que hicieron otros machis por su estado que se manifiesta en vómitos y mareos.
En las afueras del hospital se concentraron decenas de comuneros y comuneras mapuche, el mismo día que Celestino decidió comenzar una huelga seca, que suspendió esa misma noche pare retomar la huelga líquida. El temor de la familia y del propio Celestino, es que sea alimentado a la fuerza, por lo que dejó un escrito por el cual no permitirá ningún tipo de inyección ni comida ni agua por la fuerza.
Las huelgas de hambre denuncian, además, la represión que están sufriendo los mapuche en todo el país. El ejemplo más lacerante es la persecución contra las vendedoras de hortalizas y de cochayuyo, un alga marina que venden en los mercados. En diciembre de 2018, una ordenanza del alcalde de Temuco prohibió la actividad comercial ambulante en un perímetro de exclusión en torno al mercado. La particularidad es que la ordenanza impone multas tanto a quienes venden como a quienes compran sus productos.
La prohibición y la consiguiente represión recaen sobre dos sectores: un colectivo de 750 pequeños horticultores artesanales de áreas cercanas a Temuco y los vendedores de cochayuyo, uno de los alimentos más apreciados en Chile. En varias ocasiones las vendedoras y los compradores se ha unido para frenar la represión policial.
Jakelin destaca la fuerza espiritual de Celestino Córdova pese a su deteriorado estado físico. Las comunidades mapuche no podrán olvidar una frase de su referente espiritual: “Si muero le pido a mi pueblo que siga luchando”.