Te llamabas Abelardo, el tercero en la lista,
Gustabas del futbol y hablar mil cosas,
Abe, te llamaban con la A y la B
Encabezando las letras,
Sabio y respetado ya a tus diecinueve.
Bondadoso también, como cordero,
Fue tu luz de bondad, que es la más alta,
Y discierne hasta en llamas el sendero.
Justo eras, dicen,
Resguardándoles a todos ese sitio
Del que con golpes de fuego te expulsaron.
¿Por qué los jóvenes como tú no
No pertenecen ya al mundo?
¿Dónde quedaron tus ojos
Para encontrar el agua entre las piedras?
¿Dónde los jóvenes que son los que descubren
Otras palmas del ser en el desierto,
O como pulir un alba
Renovada en lo incierto?
Jóvenes, que debieran ser tan sólo amados,
Escuchando su interna luz
Como a un gran poema.
Abe, a ti te decían, inicio, eras ya de abecedario.
Para darle a este mundo mundos nuevos,
Y entregar tu claridad a ciegos.
¿Dónde está tu corazón ya calcinado?
Fue cementerio del día, Ayotzinapa.
Abe te decían,
La crueldad contra Abel, te infringieron,
Tú que debías ser sol en letras,
Tú que debiste ser tan sólo amado.