“Las madres hemos recorrido un largo camino que se inicia un 30 de abril de 1977, en plena dictadura militar, a instancias de Azucena Villaflor de De Vicenti, cuando catorce mujeres hacen pública la desaparición forzada de sus hijos a través del accionar genocida del terrorismo de Estado.»
Un mes antes, en el primer aniversario del golpe militar, el periodista Rodolfo Walsh publicó la “carta abierta de un escritor a la junta militar”, en dónde detalla con precisión periodística y un lenguaje agudo y directo, todos los vericuetos del sistema de facto que los argentinos venían resistiendo durante el último año.
Esa carta, de lectura obligada, es una síntesis de las características de la dictadura militar de 1976 y los elementos que la diferenciaban de las anteriores sufridas en el país; define también cuál es el propósito económico y social de ese régimen para, a partir de ahí, iluminar sendas para la resistencia popular. Maestro.
La de las madres fue un ventanita sencilla y eficiente ante la asfixia represiva. Denunciar la falta de sus hijos era una necesidad urgente, por lo que se instalaron frente a la sede de la junta militar. Como el derecho de reunión estaba obviamente suspendido, las madres caminaron.
Los puntos de contacto de esa Argentina con este México sufriente son evidentes, pero lo que vale destacar es como el primer acto de resistencia fue, y es, romper el silencio.
Rodolfo Walsh también lo rompió y está desaparecido desde entonces. El 25 de marzo de 1977, pasado el mediodía fue rodeado por un grupo de militares en la esquina de las avenidas San Juan y Entre Ríos, en la Ciudad de Buenos Aires. Se resistió disparando con un revolver calibre 22 para no ser apresado con vida. Fue visto por última vez en el centro de detención clandestino en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).
Sí llegó a mandar la carta por correo. No llegó a ver marchar a las madres denunciar lo mismo que él.
Foto: Archivo Hasenberg-Quaretti // http://madresfundadoras.blogspot.mx/