Golpe de Estado en Egipto: en proceso (Naiz y Guerra eterna, 3/07/13)

Naiz e Íñigo Saénz de Ugarte

—– NAIZ—

En la declaración televisada en la que el Ejército ha anunciado la consumación del golpe de Estado contra el Gobierno de Morsi, las Fuerzas Armadas han indicado que el presidente del Tribunal Constitucional, Adly Mansur, estará al frente de la Presidencia durante el periodo de transición, tras el que se celebrarán elecciones presidenciales y parlamentarias.

Durante dicho periodo, el organismo tendrá autoridad para emitir declaraciones constitucionales.

Fuentes judiciales y militares citadas por diversas agencias han señalado que el nombramiento de Mansur será nombrado este jueves presidente de Egipto.

Durante su discurso, Al-Sisi ha resaltado que el Ejército «comprende las demandas de la población» y ha recordado que las Fuerzas Armadas «han intentado fomentar una reconciliación nacional en los últimos meses».

En este sentido, ha destacado que el discurso dado por Morsi en la noche del martes«no satisfizo las demandas de la población». En el mismo, el presidente se negó a dimitir y argumentó que llegó al poder a través de unas elecciones libres.

El anuncio del golpe de Estado contra el Gobierno egipcio ha festejado con cohetes por los miles de detractores de Mohamed Morsi reunidos en la cairota plaza Tahrir. Entretanto, miles de seguidores del mandatario han comenzado a llegar a los alrededores de la Universidad de El Cairo para expresar su apoyo a Morsi y defender su legitimidad como presidente del país.

——–GUERRA ETERNA—-

Unas horas después de cumplirse el ultimátum, el general Al-Sisi ha bajado el telón del primer año de democracia en Egipto. El ministro de Defensa y jefe del Ejército ha anunciado por televisión la suspensión de la Constitución, el nombramiento del presidente del Tribunal Constitucional, Adly Mahmoud, de 68 años, como presidente en funciones y la futura convocatoria (sin fecha) de elecciones presidenciales.

Le acompañaba en el acto la cúpula militar, el jeque de la mezquita de Al-Azhar, el líder espiritual de los coptos, ElBaradei (no se sabe si en representación de los partidos de la oposición o de sí mismo) y un joven representante del movimiento Tamarod, que convocó las manifestaciones contra Morsi.

La noticia ha sido recibida con júbilo y fuegos artificiales en la plaza de Tahrir. En otras zonas de El Cairo, se encuentran congregados en un número inferior los partidarios de los Hermanos Musulmanes. Varios de estos grupos están rodeados por fuerzas militares que no dejan a nadie acercarse, supuestamente con la intención de que no se produzcan enfrentamientos.

Tres televisiones propiedad de los islamistas o cercanas a ellos han sido clausuradas por los militares y han dejado de emitir.

No se conoce el paradero de Morsi. Ha hecho a través de las cuentas de Twitter y Facebook de la presidencia egipcia un llamamiento a sus seguidores para que se resistan pacíficamente contra el golpe, pero ha podido ser otra persona en su nombre.

El general Al-Sisi ha dicho que el Ejército intentó promover la “reconciliación” entre todas las fuerzas políticas y sociales, pero que Morsi se negó, probablemente porque la intervención militar exigía de entrada su dimisión.

El partido Nour, ultraconservador, también islamista y la segunda fuerza política del país, ha anunciado que apoya la nueva transición promovida por el Ejército.

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El Ejército egipcio anunció el ultimátum con un comunicado colgado en su página de Facebook. Morsi respondió con un mensaje en Twitter. Hoy los militares han vuelto a la normalidad del manual de los golpes de Estado: ocuparon la sede central de la televisión pública poco antes de que se cumpliera el ultimátum.

Pero a esta hora (18.40), aún no ha habido una declaración pública sobre los pasos que dará el Ejército. La única información confirmada es que el alto mando militar está reunido con representantes de los partidos políticos y confesiones religiosas, menos con los Hermanos Musulmanes, que no han querido presentarse para certificar su defunción. Se supone que cuando acabe esa reunión el Ejército dará a conocer su veredicto.

Pocos dudan de que derrocará al presidente Morsi y que nombrará algún tipo de Gobierno, de transición o permanente, formado por personalidades independientes cercanas al Ejército o con presencia de los partidos de la oposición. A los militares les conviene poner un muro de separación entre la jefatura del Gobierno y ellos mismos. Van a controlar los destinos del país, pero no querrán que les hagan responsables de los errores de la Administración.

Hay muchas informaciones no confirmadas y rumores. Se ha dicho que Morsi estaba en arresto domiliario (falso) y también que ha perdido el control del Gobierno (más probable porque el portavoz de los Hermanos Musulmanes ha dicho que no consigue ponerse en contacto con él).

Hay imágenes de blindados militares desplegados en algunas zonas de El Cairo, por ejemplo en la universidad, cerca de lugares donde están concentrados partidarios de Morsi (en un número inferior a los de la oposición en Tahrir).

El consejero de Seguridad Nacional de Morsi ha querido poner fin a la ambigüedad o las interpretaciones. “Llamemos a lo que está ocurriendo por su verdadero nombre: un golpe militar”. En el texto, con el que defiende al presidente y critica a la oposición por negarse a negociar una salida acorde con la Constitución, dice:

“Hay aún mucha gente que cree en el derecho democrático a decidir. Centenares de miles de ellos se han manifestado en favor de la democracia y el presidente. Y no se echarán atrás. Para moverlos de allí, tendrá que haber violencia. Vendrá del Ejército, la Policía o mercenarios. De cualquiera de las maneras, habrá un baño de sangre. Y el mensaje se extenderá por todo el mundo musulmán alto y claro: la democracia no es para los musulmanes”.

Al ser un asesor directo de Morsi, no es extraño que ignore los numerosos errores cometidos por el presidente. Su discurso de anoche fue uno de los más notorios. No hizo más que repetir la palabra “legitimidad” una y otra vez sin hacer a la oposición ofertas concretas de colaboración.

Pero al final no le falta razón cuando cuestiona las credenciales democráticas de aquellos que exigen la dimisión de Morsi o que reclaman al Ejército su derrocamiento.

La frase final de ese párrafo da bastante miedo. A corto plazo, es poco probable que los seguidores de los Hermanos puedan presentar resistencia al Ejército. Más adelante, cualquier cosa puede ocurrir.

La idea de que los islamistas son ya historia tras el fracaso de su primer año en el Gobierno es ridícula. Los Hermanos han soportado décadas de represión a manos de Nasser, Sadat y Mubarak, con breves intervalos de tolerancia oficial, y no han cedido. Como ocurrió en los 90, algunos de los sectores más radicales de los conservadores pueden llegar a la conclusión de que sólo la violencia les permitirá alcanzar, y conservar, el poder.

Y acaba el texto así:

“Muchos han querido en los últimos meses darnos lecciones sobre cómo la democracia es algo más que las urnas. Quizá sea cierto. Pero lo que desde luego es cierto es que no hay democracia sin las urnas”.

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