La valentía de Mariam, una mujer tunecina

Tiziana Perna Traducción: Marcela Salas Cassani

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Túnez. Mariam es una joven tunecina de 27 años que una tarde, a principios de septiembre, se encontraba dentro de auto, con su novio. La joven pareja fue detenida por tres policías que los acusaron de “comportamiento indecente” y les pidieron un soborno de 300 dinares para arreglar la cuestión.

El novios se alejó con uno de los tres policías para retirar la suma de dinero requerida de un cajero automático; mientras tanto, los dos policías restantes se llevaron a la joven a un lugar apartado y la violaron.

Por desgracia, ésta es una historia de violencia y opresión que sería común, si no se tratase del Túnez del 2012, un país en el que el miedo ha sido abatido tras la caída del dictador, cuya expulsión también fue protagonizada por muchachas jóvenes, como Mariam, quien, tras haber sido agredida, no se calló ni se ocultó, sino que acusó y denunció. Los policías fueron arrestados, pero, al mismo tiempo, Mariam fue denunciada de “ofensas al pudor” y “obscenidad premeditada y ostentada”.

Ambos cargos le fueron imputados con base en el artículo 226 del código penal tunecino que estipula que podrán ser procesados aquellos acusados de «delitos contra la decencia pública», un legado de la antigua Túnez que se sustenta únicamente en un artículo de vaga definición, que ha sido utilizado con frecuencia para reprimir las demandas de libertad e independencia de las mujeres, así como para castigar a opositores políticos.

Durante la segunda audiencia, el Tribunal de Justicia de Túnez confirmó los cargos contra la chica, quien podría enfrentar hasta seis meses de prisión. De este modo, la víctima se convierte en acusada. Los términos de la denuncia se invierten y Mariam debe ahora buscar cómo defenderse, mientras que los jueces de la corte de Túnez investigan el largo de la falda que llevaba puesta, y averiguan sobre su virginidad.

Parecería la misma historia de siempre, una historia que en este país se repite una y otra vez, si no fuese porque afuera del Tribunal de Túnez se reunieron cientos de personas, sobre todo mujeres, entre ellas miembros de la Asamblea Constituyente, de diversas organizaciones no gubernamentales y de asociaciones feministas. Mujeres organizadas y determinadas que apoyan el valor de Mariam y acusan a la policía por la violencia, pero que también señalan al poder político- judicial.

En muchos carteles escribieron: “La policía nos violenta, el Estado nos acusa” y “Revolución robada, mujer cubierta, joven violada”, un juego de tres palabras que, en francés, se parecen mucho: voler, voiler, violer.

Aquellas mujeres que salieron a la plaza para apoyar a Mariam, no están dispuestas a volver al pasado, y mientras los medios de comunicación occidentales han olvidado los días de la revuelta y de la esperanza del pueblo tunecino, ellas, desde aquellas plazas construyen, días tras día, ladrillo sobre ladrillo, no sólo una barrera de defensa para su propia revolución, sino la hipótesis de un futuro, la alusión a un cambio real, en el que la palabra mujer, por decirlo en las palabras de la escritora egipcia Nawal al-Sadawi, “no corte los oídos como el vidrio”.

La determinación de estas mujeres es más sorprendente si se piensa en el momento de gran tensión que vive Túnez, luego de los eventos ocurridos a mitad de septiembre: el ataque a la embajada estadounidense y el incendio en la Escuela Americana Corporativa de Túnez, en los días en que la rabia del mundo musulmán contra el film americano “La inocencia del musulmán” pusieron en evidencia la fuerza del movimiento salafita, sobre todo en un momento como el que está viviendo el país, atrapado entre una crisis económica y la incertidumbre política por las acciones reales que emprenderá el primer ministro Jebali y su partido Ennahdha en el gobierno.

Incluso en el caso de la joven violentada, el gobierno, en un primer momento, emitió declaraciones mostrándose de acuerdo con los alegatos de los jueces, pero más tarde, después de las protestas populares, se vio obligado a cambiar el sentido de su discurso, tanto, que el presidente Marzouki tuvo que recibir a Mariam y a su novio, y pedirles disculpas en nombre de la nación.

Las mujeres han protagonizado en los últimos meses importantes batallas en defensa de sus derechos y por la eliminación de cualquier forma de discriminación. En agosto, la Comisión de Derechos y Libertad de la Asamblea Constituyente, compuesta en su mayoría por miembros del partido Ennahdha, propuso insertar un párrafo en el artículo 28 que habla del rol de la mujer como “complemento del hombre”, lo cual desencadenó una serie de protestas de las asociaciones de mujeres en Túnez, que el 13 de agosto celebran la fiesta de la mujer.

El 13 de agosto de 1956 se puso en marcha el Códice el Estatuto Personal, un estatuto revolucionario para su época, porque, entre otras cosas, vetaba la poligamia y el repudio a la mujer y sancionaba, de manera inequívoca la desigualdad entre hombres y mujeres.

Las protestas de las mujeres, que piden que Túnez avale la Convención Internacional para la eliminación de todo tipo de discriminación contra las mujeres, han empujado a la comisión a dar marcha atrás y eliminar aquel párrafo que haría al país retroceder más de 60 años. Se trata de resultados importantes y poco predecibles, conseguidos gracias a una sociedad que, principalmente a través de su juventud, aprendió a crear y difundir la información, y luego salir a las calles y reclamar cada vez que ve amenazada su libertad por carceleros de ayer y de hoy. Esta parte de la sociedad tunecina ha construido también una narrativa acerca de sí mismos, lejos de los clichés occidentales, pero también muy radical. Radical hasta el punto en que el diputado de la izquierda Ettakatol, Karima Souid, dirigiéndose a sus colegas masculinos en torno al caso de Mariam, les gritó un inequívoco: “¡Quiero vomitar!”

Los cargos contra Mariam siguen en pie. No hay duda de que Mariam y las mujeres que la apoyan serán más fuertes y más resistentes que las acusaciones que se le imputan a la joven.

Publicado el 15 de Octubre de 2012

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