Zobeida, la señora de las iguanas

Juchitan Guidxi Guie'

 

video: El origen de la señora de las iguanas / Juchitan Guidxi Guie’

“Nuestra Señora de la Iguanas” es Sobeida Díaz, juchiteca retratada por Graciela Iturbide en 1979

Fotógrafa sin prisa, alumna de Manuel Álvarez Bravo y acreedora de los premios fotográficos más importantes, entre ellos el Hasselblad, Graciela Iturbide es la doña de la fotografía mexicana. Una de sus fotos más conocidas es “Nuestra señora de las iguanas” tomada en 1979 y que retrata a Zobeida Díaz en Juchitán, una vendedora que lleva su mercancía en la cabeza como si fuera una corona. El rostro de Zobeida muestra fortaleza y seriedad; la figura femenina se impone para transmitir confianza y seguridad. Lo humano y lo animal parecen conjugarse para crear un ser mítico; la mirada de ella se dirige hacia lo más alto, pero también las iguanas parecen erguirse como si aspirarán a algo más: “Sólo una foto, de las doce que tomé de ella, me agradó, porque era la única donde las iguanas levantaron las cabezas como si estuvieran posando ante mi cámara.”

Sobre Zobeida, el recuerdo es de su sobrina: “Desde niña era muy trabajadora, ya mayor, vendía de todo, huevos de tortuga frescos, oreados, secos, gallinas, huevos de gallina, y cuando se llegaba el tiempo en que florece el guiechachi, la tía Bey compraba las flores por jícaras, para luego ensartarlas y vender los collares. Era muy movida, no descansaba. Pero también era muy alegre, muy fiestera, las pachangas eran lo suyo, y le encantaba echarse sus cervezas, como buena juchiteca que era” comenta  varios años después de su muerte su sobrina Numi Díaz, quien continúa el recuerdo: “de joven echaba tortillas para vender; afuera de las velas, a la entrada, ofrecía cartones de cerveza para que los asistentes compraran y cumplieran con su aportación a la fiesta. En diciembre, cuando la gente llevaba en procesión a la Santa cruz de los pescadores, hacia la Laguna superior, su marido Francisco uncía los bueyes a la carreta para ir a venderles cocos  a los peregrinos. Él era caporal de rancho. Tuvieron seis hijos, cuatro mujeres y dos hombres”.

Graciela Iturbide, la doña de la fotografía como la describe Óscar Colorado Nates catedrático de fotografía avanzada,  quien señala:  “más sorprendente que sus fotografías, es la capacidad de Graciela para relacionarse con los demás seres humanos. Ella posee un genuino interés por la persona y evidenciar la dignidad del ser humano en cualquier circunstancia”.

Iturbide conecta con la gente hasta un punto de intimidad sorprendente. Ya sea compartiendo pescados asados con los seris o conviviendo con las mujeres juchitecas, llega un momento en que sus fotografías se hacen desde adentro, desde un plano de confianza y de complicidad comenta el catedrático en su texto Graciela Iturbide, señora de los símbolos 

Numy Díaz, conversa con Jorge Magariño y describe a Zobeida:  “Uuuy, no se perdía ni un solo mitin de la Cocei, salía muy oronda de su casa, una casita chiquita que tenía en el barrio de Cheguigo, vestida con su huipil rojo rojo; yo creo que hizo lo mismo desde que se fundó la Cocei. Ahí la veías en las marchas o gritando vivas en el centro de Juchitán, frente al palacio.

«Decía que era muy famosa por la foto que le tomó la señora Graciela Iturbide. Según ella que no se dio cuenta cuando la estaban retratando. La artista le regaló dos fotos y un libro, ese que creo que se llama Juchitán de las mujeres. La tía Bey regaló las tres cosas, una de las fotos se la dio a su amigo Deyo de Gyves; bueno, eso dice una de sus hijas”.

El 24 de enero de 2005 falleció en el parque central. Esa mañana había desayunado frito de puerco, un poco más tarde comenzó a sentirse mal, subió al consultorio que se halla en los altos del palacio municipal, ahí le dieron unas pastillas.  Poco después, sufrió convulsiones y cayó al suelo. La llevaron al hospital general, pero fue inútil, la muerte se instaló en su cuerpo casi al caer.

“La regresaron a la casa envuelta en unos trapos blancos. Quedé mirando al bulto, no podía creer que eso era mi tía Bey, la que yo amaba tanto. No pude llorar. La velamos y la enterramos en el panteón Domingo de ramos, donde ella,  cada año, en esa fecha de la cuaresma, visitaba la tumba de sus papás; ahí se quedaba todo el día”.

Fragmento del texto publicado en Istmopress por Jorge Magariño: Sobeida Díaz, Nuestra señora de las Iguanas

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