En la Ronda de la Línea Fundadora, la referente principal de las Madres de Plaza de Mayo, dijo que estaba muy triste por ser católica y que va a realizar el trámite para darse de baja de la Iglesia. La decisión la tomó después de que el Senado, influenciado por la poderosa institución, rechazara el proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo. (Por La Retaguardia)
Foto: (Archivo Agustina Salinas/La Retaguardia)
«Estoy muy triste porque soy católica y voy a apostatar”. Con esas palabras comenzó Nora Cortiñas la Ronda de cada jueves y agregó: “Quiero rechazar (a la Iglesia Católica). Creo en Dios porque sino no estaría acá, todos, porque hay Dios. Cada uno con el Dios que tenga. Pero me da vergüenza la Iglesia Católica. Y miren que mi abuela nació en el campanario de una iglesia y ella ya decía, “hay que hacer como los curas, ‘Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago’”. Hace 120 años lo decía. Hoy ellos hacen lo que no tiene que hacer nadie: meterse en la vida de los demás y decir mentiras y ser hipócritas. Me da vergüenza”.
Luego preguntó si los presentes sabían el rol de la Iglesia Católica argentina durante la dictadura. Como supuso que no todos lo sabían, lo volvió a denunciar: “En la dictadura la Iglesia Católica mandaba a los capellanes a los campos de concentración a decirle a la gente torturada ‘confesa todo lo que sepas si no hay más tortura’. Permitían que a las mujeres embarazas les pusieran una cuchara de metal en la vagina y apoyaban la picana en esa cuchara. Esa brutalidad. Esa bestialidad. Y ellos miraban para otro lado. Bendecían las armas con las que torturaban a nuestras hijas e hijos. Y miraban para otro lado. Bendecían los vuelos de los aviones que tiraban a la gente viva al mar y al río. Eso permitían, y miraban para otro lado. Armaron un equipo de monjas católicas que recibían los bebés que le apropiaban a sus madres cautivas, embarazadas. Las monjas eran puente, se lo entregaban a familias de militares, de policías, de empresarios. Le sacaban al bebé el nombre, el apellido, la identidad. Ellos creyeron que era para siempre. El trabajo de Abuelas, lentamente, porque los jueces no se preocuparon nunca mucho, les recupera la identidad, son devueltos a sus legítimas familias. Pero eso también la Iglesia lo sabía. No dicen nada. Ustedes vieron estos días, no dicen ni una palabra, lo único que hacen es querer meterse en la historia de cada mujer. Decidir ellos. En una ley como esta que es pura salud, no tiene nada que ver la religión. Con esta ley no tiene que ver la religión y ellos se meten. Entonces esta Iglesia es la que dice que hay que salvar dos vidas. Y los bebés, que nacen todos los días en nuestro país, son olvidados por la Iglesia. Viven en la pobreza. Yo quiero rescatar a una Iglesia, a la nuestra, la que conocemos, la de los pobres, algunos obispos. No es toda la Iglesia perversa, hipócrita, obispos pocos. Muchos sacerdotes de barrio, de villa. Tengamos claro esto porque no queremos venganza, hay que seguir luchando. Y todo este cúmulo de jóvenes que salieron a la calle debajo de la lluvia, hay que acompañarlos, apoyarlos y pedirles que también nos acompañen para otras cosas que tenemos que ser muchos en la calle. Para combatir el hambre. Para que no siga el desempleo brutal, para que no sigan vaciando las empresas, echando gente que dio todo por años y años y llegan a la puerta del trabajo y no tienen más trabajo. Para que funcionen los hospitales, para que no echen a la gente del INTI, INTA, SENASA. Que nos acompañen a pedir justicia y un día salir todos y pedir que se abren los archivos y nos digan qué pasó con nuestras hijas y nuestros hijos, y nos digan a quien entregaron los bebés los jueces en el momento que los entregaban estas monjas cretinas. Porque un día no programamos desde acá. ¿qué les parece?”, alentó Nora Cortiñas desde la ronda de cada jueves obteniendo un rotundo SÍ por parte de los presentes.
Publicado originalmente en La Retaguardia