Las universidades deben tener voluntad política y un presupuesto designado a transversalizar la perspectiva de género en todo el quehacer universitario, en la formación de su comunidad, en fomentar diálogos y acuerdos para resolver conflictos y, de esta forma, avanzar en temas de género, seguridad y construcción de paz, señaló la coordinadora del Programa de Género e Inclusión de la IBERO, la Dra. Elvia González del Pliego Dorantes.
“La construcción de la paz involucra la realización de acuerdos que ayuden a la transformación de los conflictos, así como acciones para la prevención y no repetición de la violencia, la atención y reconocimiento del daño causado, la sanación del trauma provocado por esa violencia, la utilización del diálogo, el respeto a los derechos humanos, el acceso a la justicia, la utilización de la justicia restaurativa, si las víctimas así lo deciden, entre otros. Y en todo esto es fundamental la perspectiva de género y feminista”, dijo la académica.
Añadió que la construcción de paz también tiene una importante dimensión en el trabajo individual y el colectivo para restaurar el tejido social, lo cual incluye los distintos esfuerzos que se hacen desde las células más pequeñas de la sociedad: la familia, la escuela, la universidad; los colectivos de mujeres y LGBTTTIQA que se organizan para intervenir en diferentes violencias que los aquejan y que los han impactado de manera directa o indirecta.
Durante su intervención en el panel Acciones e incidencia para la construcción de paz desde las universidades que formó parte del 4º Congreso Internacional de Construcción de Paz con Perspectiva de Género, que realizó la IBERO a través del Programa de Género e Inclusión, González Del Pliego Dorantes destacó que existe todo un marco regulatorio, convenciones y leyes que mandatan revisar estos temas de género, por lo cual la voluntad política tiene que ser muy clara respecto a ellos.
Recordó que desde la década de los setenta diversos organismos han emitido recomendaciones dirigidas a aumentar el reconocimiento y ejercicio de los derechos humanos de las mujeres y sus oportunidades. Por ejemplo: las conferencias mundiales de la mujer México 1975, Copenhague 1980, Nairobi 1985 y Beijing 1995.
“En Beijing, los gobiernos se comprometieron a impulsar las Estrategias de Nairobi (1985), para eliminar los obstáculos a la participación de las mujeres en todas las esferas de la vida pública y privada, y garantizar el éxito de la Declaración y la Plataforma de Acción que adoptaron”, explicó.
Comentó que la Plataforma de Acción de Beijing (1995) fue adoptada por 189 gobiernos, que se comprometieron a actuar en 12 esferas de especial preocupación: pobreza, educación y capacitación; niñas, salud, violencia, conflictos armados, economía, poder y toma de decisiones; mecanismos institucionales, derechos humanos, medios de comunicación y medio ambiente.
Sobre el marco normativo nacional e internacional, enumeró:
- Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés).
- Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer.
- Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Belém Do Pará).
- Convención Interamericana contra toda forma de Discriminación e Intolerancia.
- Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM).
La especialista comentó que la IBERO ha tenido la voluntad de abordar el tema y priorizarlo, pero es fundamental que todas las universidades lo hagan, porque se traduce en presupuesto; de lo contrario, sólo se queda en buenas intenciones, pues se tiene que abarcar todo el quehacer universitario para tener acciones concretas para atender estos temas.
Compartió que en la Política Institucional de Igualdad y Equidad de Género de la IBERO y el Protocolo para la Prevención y Atención de la Violencia de Género, muy innovador para el año en el que se hizo, incluyó de forma clara a la comunidad LGBT, mientras que la Política incorpora las áreas que tienen que ver con la cultura institucional e incidencia social con perspectiva de género; formación a estudiantes, personal académico y administrativo en temas de género; gestión académica y administrativa con perspectiva de género; estudios con perspectiva de género; así como la prevención y atención a la violencia de género y discriminación en los ámbitos académico y laboral.
Para lograrlo, debe ser desde la médula normativa de la institución, el respeto a los derechos humanos, la igualdad entre los géneros, el respeto a la diversidad sexogenérica.
“La política de igualdad y equidad de género es muy clara y tendría que ser obligatoria, pero más allá existe una normativa superior que también tendría que trabajar en la parte de la violencia cultural para deconstruir las miradas de privilegio. Lo que pasa en la universidad es un reflejo de que está pasando afuera”, expresó.
La experta, destacó las líneas estratégicas del Programa de Género e Inclusión:
- Transversalización de la perspectiva de género en el quehacer universitario: congresos, cursos, capacitación, proyectos académicos con estudiantes, campañas, elaboración y revisión de documentos institucionales (política y protocolo), acompañamiento, impulso y participación en la transversalización de la perspectiva de género en los planes de estudio y actividades sustantivas de la universidad, realización de diagnósticos, etcétera.
- Incidencia social: proyectos con distintas poblaciones y el involucramiento de estudiantes.
- Vinculación: participación en distintas redes de universidades como son RENIES y RUGEDS, así como organizaciones nacionales e internacionales.
- Incidencia en la realidad social de México: Observatorio de Género y Juventud.
González del Pliego Dorantes explicó que con esto se busca desarrollar acciones que coadyuven a identificar y desarticular la violencia cultural que normaliza e invisibiliza la violencia directa contra las mujeres y la diversidad sexogenérica.
“Para el programa es importante incidir en favor de la igualdad entre los géneros y el acceso de las mujeres a una vida libre de violencias. Incidir en la violencia estructural (injusticia social). Así como integrar y formar redes que permitan aprender y compartir acciones, investigaciones, estrategias, conocimientos, experiencias, para la construcción de la paz con una perspectiva de género y feminista. Así como promover la vinculación con las diversas áreas de la Universidad”, añadió.
Por esta razón, trabajan en la búsqueda de generar ambientes inclusivos, respetuosos de la diversidad social, sexual y sexogenérica. Han promovido la política institucional de igualdad y equidad de género, que incluye de manera muy clara a la comunidad LGBT porque es la más violentada.
“Durante esta pandemia, ha sido claro que ha incrementado la violencia contra las mujeres y la comunidad LGBT, lo cual sucede porque hay personas que creen que lo pueden hacer, porque hay todo un tema de violencia cultural que justifica esa violencia”, explicó.
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