Las exclusiones entre organizaciones que apoyan la liberación y el intento por seguir administrando las negociaciones con la potencia ocupante, son la mejor manera de comprender las pocas posibilidades para una Palestina libre
Una sociedad justa puede ser realizada solamente en el respeto de la dignidad trascendente de la persona humana. En una línea consecuente, la dignidad requiere considerar al prójimo como otro yo, cuidando primeramente su vida y los medios necesarios para vivirla. Desde esa perspectiva, la libertad de Palestina es un objetivo superior que convoca a todos, palestinos y humanistas en general, a una estrategia libertaria.
El desafío del aporte que cada uno puede brindar al objetivo de la libertad, debe sustentarse en medios y/o actos acordes para ello. En definitiva, los intereses personales o colectivos que conllevan nuestra propia autorrealización, sólo son legítimos si conducen al objetivo de la libertad en Palestina. Las pequeñeces, generalmente asociada a las pugnas por intereses personales por administrar cuotas de poder en el contexto de la ocupación de palestina, resultan un obstáculo a la libertad.
La adaptación a la adversidad de una ocupación, no justifica el sinsentido de la “política de liberación” sustentada en un monopolio de la representación de palestina, que se hace sinónimo de exclusión de actores por no ser de la confianza del grupo que negocia con la potencia ocupante. Todo ello, no hace más que deslegitimar sus acciones y dar argumentos, aunque falaces, a Israel para ampliar su colonización.
La acción política muchas veces puede anteponer ideales sociales o intereses particulares por encima del respeto de los derechos del hombre, e incluso instrumentalizarlos en vista a un objetivo ideológico, es decir, transformarse en cómplices de la ocupación es a todas luces un escenario posible y que en vista a la realidad actual en Palestina, pareciera bastante evidente. Las fuerzas de ocupación se han acomodado a la negociación estéril con la Autoridad Nacional Palestina, la cual pierde legitimidad entre el pueblo palestino y con ello el proyecto colonial tiene más espacios en su construcción.
Al respecto, cabe analizar como la modernidad y el postmodernismo permiten comprender como se tiende a desnaturalizar la causa palestina que tiene derecho a la libertad. Karl Popper nos ilustra con “que los principios del progreso científico son simples. Exigen abandonar la vieja idea de que podemos alcanzar la certeza (…) la tarea del científico no es describir la certeza absoluta, sino descubrir teorías cada vez mejores…”. Esta afirmación nos entrega luces de hacia dónde se dirige el postmodernismo, el cual acentúa las directrices de la modernidad respecto a no brindar esperanzas de una revaloración conceptual del ser humano, sino justamente lo contrario. Este pensamiento de alguna manera alberga los peores augurios para la situación en Palestina, ya que tiende a relativizar todo y a entender que la política es solamente una contienda por intereses y miradas particulares de mundo, válido en la comprensión del fracaso de las negociaciones entre los Palestinos e Israel, y entre las facciones internas palestinas. Desde dicho escenario post moderno, la tendencia ha sido debilitar el objetivo superior de libertad.
En consecuencia, el análisis no es optimista al devenir de Palestina, ello aunque muchos no lo quieran asumir nos responsabilizará a todos y a la vez implicará una mayor descomposición del régimen internacional vigente hasta hoy, por lo menos en el papel. En tal sentido, tras Palestina no existe sólo un pueblo más que está sucumbiendo ante las disputas territoriales, sino que con ello también estamos desautorizando a todo el sistema de Naciones Unidas, y además vaciando de contenido el cuerpo doctrinario de los derechos humanos. En vista a ello, las fuerzas humanistas, palestinas y no palestinas, deben bregar primeramente por la unidad ante el propósito de libertad. Las exclusiones entre organizaciones que apoyan la liberación de Palestina y el intento por seguir administrando las negociaciones con la potencia ocupante, son la mejor manera de comprender las pocas posibilidades para una Palestina libre.
Cuando nuevamente busquemos la humanización del sistema internacional, muy posiblemente en la memoria quedará a fuego la larga injusticia que se ha cometido con los palestinos, quienes desde que nació el régimen internacional de protección de los derechos humanos (post Segunda Guerra Mundial) han sido desheredados de su dignidad y derechos elementales, básicamente, porque los Estados han preferido privilegiar sus intereses particulares y han renunciado a la consecuencia con las normas imperativas, teniendo la ilusión que ello sólo afectaría aisladamente, en un caso excepcional dentro del sistema internacional, el derecho internacional. Sin embargo, ahora estamos siendo testigos de la banalización del respeto a las normas internacionales, tal vez asistiendo al principio del fin de los derechos humanos contemporáneos. En esa misma reflexión, no puede ser el juego de intereses internos de organizaciones palestinas, los que sean un obstáculo más en el camino hacia la libertad en Palestina… Por ello, unidad de propósito: Libertad en Palestina!
Autor:
Jaime Abedrapo, Doctor en Derecho Internacional y Relaciones Internacionales y Director de la Federación Palestina de Chile.
Publicado originalmente en El Dinamo