Ciudad de México | Desinformémonos. Una investigación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) estudiará la evolución de la pobreza y las políticas sociales en el periodo posrevolucionario para revelar el pensamiento sobre esa condición en las décadas de los años 30 y 40, y así comprender cómo cambió la percepción y los valores alrededor de ella, explicó María Dolores Lorenzo del Río, integrante del Instituto de Investigaciones Históricas.
Lorenzo del Río recordó que a finales del siglo XIX, la condición de miseria de la Ciudad de México se explicó a partir de causas “meramente individuales”, pero que a inicios del siglo XX hubo un cambio de paradigma y se comenzó a definir con base en factores multicausales.
“Los sociólogos, trabajadores sociales, juristas y economistas empezaron a darle un sentido distinto, pues observaron que los pobres se hallaban inmersos en un sistema económico y que las oportunidades para integrarse a los mercados laborales estaban limitadas por estigmas, valores morales y prejuicios que sostenían ciertas ideologías”, señaló.
La integrante del Instituto calificó de “ingenuo” pensar que, con más de 50 millones de pobres en el México actual, las políticas sociales puestas en marcha por los regímenes posrevolucionarios para combatirla resultaron exitosas. Por el contrario, señaló que es pesimista concluir que en 100 años “no se ha avanzado”.
Explicó que a finales del siglo XIX y principios del XX coexistieron ambos discursos, pues al mismo tiempo en que estudiosos, investigadores e incluso funcionarios pensaron en cómo mejorar las condiciones de vida de los pobres a través de programas de erradicación de la mendicidad y el incremento de los salarios, muchos pobladores continuaron con la creencia de que los pobres viven así “porque querían, o bien que se debían arreglárselas con lo poco que llegaba a sus manos”.
La experta reiteró que aunque las políticas sociales posrevolucionarias para combatir la situación de pobreza no fueron del todo exitosas, “sí se ha avanzado”. “Sin duda hay una gran diferencia entre las condiciones de pobreza de principios del siglo XX, cuando la mayoría de la población carecía de agua, luz, vacunas y educación, y las de ahora”, indicó.
“Hay progresos, la pobreza se estudia de manera más profunda y está mejor tratada. Ahora bien, no se ha abatido ni se ha conseguido la democratización de una condición material digna, porque la brecha de la desigualdad ha alcanzado dimensiones alarmantes no sólo entre los individuos, sino entre los países”, finalizó.