¿Quién es Max Zirngast y por qué fue detenido en Ankara (Turquía) el 11 de septiembre?
Max Zirngast es un periodista, estudiante, activista y socialista de origen austriaco que desde el año 2015 radica en Turquía. Estudió Ciencias Políticas en Ankara, donde también escribió artículos sobre la situación política en Turquía, Europa y Estados Unidos en inglés, turco y alemán.
Además de esto, era un opositor activo al gobierno turco, publicó textos en revistas socialistas, organizó escuelas infantiles alternativas y participó activiamente en la política universitaria. Debido a estas actividades, él, como muchas otras personas, se convirtió en un blanco de interés para el regimen. Esto se vio reflejado en las interrogaciones que se llevaron a cabo después de su detención el 11 de septiembre del 2018.
De esta manera se convirtió en una persona de interés para el régimen. Eso también se refleja en la interrogaciones que se llevaban a cabo después de su detención el 11 de septiembre del 2018.
Por un lado le preguntaron porque tenía tanto contacto con ciertas personas socialistas. Por otro lado le acusaron de “propaganda terrorista” por dos de sus artículos publicados. Naturalmente eso no es cierto, pues su análisis tampoco es sacionable. Más bien se trata del intento por parte del régimen de silenciar una voz crítica. Debido a que en Turquía aún no existe un tipo penal llamado “conducta opositora”, las autoridades tienen que construir la denunica del terror.
¿Qué pasó después de la detención?
El 20 de septiembre Max Zirngast y dos personas que fueron detenidas con él, Mithatcan Türetken y Hatice Göz, fueron presentados ante el fiscal y el juez que determina si se continua el encarcelamiento o no. Éste decidió que sí, aún cuando no hay ninguna prueba para demostrar cualquier tipo de conducta criminal por parte de los tres. Grotescamente, el juez justificó la prolongación de la detención con este argumento: la acusación todavía está en el proceso de ser elaborada.
Los tres fueron transportados a la cárcel de máxima seguridad Sincan I y una semana después a la Sincan II. En este entonces fundamos la campaña de solidaridad porque ya no queríamos aceptar esta arbitrariedad. Intentamos llamar más la atención sobre la situación de Max. Iniciamos por ejemplo una campaña de cartas y resultó exitosa. Los primeros mensajes de solidaridad llegaron a la celda donde estaba Max. También publicamos cartas que él escribía, en los que nos contaba sobre la rutina detrás de las rejas. Pero del fiscal o de otras autoridades no se ha esuchado nada nuevo.
¿Cómo está Max ahora?
Considerando las circunstancias, Max está bien. Pero las circunstancias son malas. No siempre hay agua caliente, muchas veces falla la calefacción, las guardias los tratan mal, el acceso a libros y revistas es muy limitado, casi no se aceptan visitas. En general hay un régimen de aislamiento y desgaste. Pero Max no se deja desmoralizar. Se queda firme en lo que ha hecho, dicho y escrito y está usando su tiempo en la cárcel para desarrollarse más.
¿Qué se sabe sobre el estado del proceso legal en su contra?
Nada concreto, aparte de que no es un proceso legal, sino político. Siempre cuando la polícia anti-terror u otra autoridad importante da el señal al poder jurídico, se preparan acuscaciones y se inician juicios, los cuales nada más reproducen exactamente lo que el poder político quiere escuchar. Es una farsa.
En la acusación no vamos a encontrar nada que cumpla con los requisitos para ser un delito.
Qué sigue después no depende de lo legal, sino de lo político. Si podemos crear suficiente presión o si el régimen toma la opinión de que Max no es tan importante o que ya lo maltrataron lo suficiente, entonces será liberado. Si no podemos crear esa presión o el régimen siente que todavía puede seguir con esta tortura, seguirá en la cárcel.
¿En qué sentido refleja la detención de Max la situación política actual en Turquía?
El caso de Max es paradigmático y para nada es un hecho aislado. Turquía es el país con más periodistas encarcelados en todo el mundo. Además, después del golpe militar fracasado el 15 de julio 2016, más de 170 mil personas (enre ellas, mas de 6000 Académicas y académicos) perdieron sus puestos de trabajo, más de 80 mil personas fueron detenidas y más de 3 mil instituciones educativas y 180 medios de comuniación tuvieron que cerrar.
Casi cien alcaldes turcos fueron removidos de su cargo y reemplazados por administradores judiciales. Turquía está en el camino al fascismo que se centra en la persona del presidente Recep Tayyip Erdoğan. Por eso el régimen quiere eliminiar cualquier oposición, sea de izquierda o de derecha.
¿Qué ha hecho el gobierno de Austria hasta ahora para resolver la situación?
Lo que sabemos es que Max recibe atención consular y que su detención ha sido tematizada en encuentros bilaterales. No podemos decir qué significa eso concretamente porque el gobierno austriaco no revela su estrategia. Lo poco que si se dice al público no demuestra que estén esforzándose mucho para liberar a Max.
La ministra del exterior de Austria Karin Kneissl habla de „diplomacia“, exige “un proceso justo” y percibe la atención mediática como algo contraproductivo. Nosotros tenemos otra opinión: exigir un proceso justo por parte de un sistema jurídico que sirve como anexo de un régimen es contraproductivo. Es justamente la atención pública que asegura que los respectivos gobiernos empiezan a preocuparse por su gente.
Los ejemplos de los perdiodistas Deniz Yücel und Meşale Tolu y del sacerdote Brunson lo mostraton claramente. Por otro lado se nota que pasa cuando no hay nada de atención, como en los casos de Patrick K. de Gießen (Alemania) y Hozan Cane de Colonia (Alemania). Las personas afectadas son condenadas a muchos años de prisión. Eso no se puede aceptar. Es la atención pública y la solidardad y ayuda a la gente en estas situaciones.
¿Cómo se puede apoyar la campaña #freemaxzirngast y mostar solidaridad con Max?
Hay muchas formas. Se pueden escribir cartas a Max. Lamentablemente tiene que ser en turco. Pero también se puede escribir en alemán o inglés y hay gente solidaria que voluntariamente las traduce.
Se puede donar dinero. Hasta ahora pagamos la mayoría de los gastos de la campaña con dinero de nuestros bolsillos. Pero Max tiene costos muy altos en la cárcel porque tiene que pagar precios exagerados por sus alimentos y otras cosas de primera necesidad.
Además siempre necesitamos traductores y nos gustaría crear más atención para el caso de Max y de otros presos políticos en Turquía en el mundo hispanohablante. Si hay personas que pueden traducir textos y difundir información nos alegramos mucho. Además nos pueden escribir si tienen otras ideas: freemaxzirngast@riseup.net.