Foto: Cuartoscuro
Ciudad de México | Desinformémonos. En promedio, cada 14 días muere el último hablante de alguna lengua en el mundo, lo que asegura su extinción y con ella la imposibilidad de recuperar la tradición oral cargada de siglos de historia, aseguró un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
De acuerdo con la UNESCO, en los últimos diez años han desaparecido más de 100 lenguas, mientras que otras 400 están en situación crítica y 51 son habladas por sólo una persona. De seguir esta tendencia, a lo largo de este siglo se extinguirá la mitad de las siete mil lenguas y dialectos hablados alrededor del mundo.
La pérdida de una lengua representa la extinción de una cultura. Sin la lengua, la facilidad para comunicar las tradiciones, opiniones, pensamientos e historia, así como canciones y leyendas, se esfuma en su totalidad. El Atlas de Idiomas en Peligro de la UNESCO cataloga 2 mil 581 lenguas sobre un mapa interactivo, en el que resalta el número de hablantes que, a veces, se resume a una persona.
Entre los ejemplos de la muerte de las lenguas está la desaparición del resígaro, una de las 43 lenguas indígenas de la Amazonia, que vino con el asesinato de Rosa Andrade, la última mujer hablante de esa lengua.
Muchas lenguas indígenas australianas también se han perdido con la muerte de los últimos hablantes, como el awu laya o el amurdag, que sólo una persona lo habla y entiende hoy en día.
Ante la alarmante tendencia, se han creado proyecto para, al menos, registrar por escrito o grabaciones las lenguas en riesgo, como el “Enduring Voices”, cuyos integrantes entrevistan a los últimos hablantes para crear diccionarios sonoros y visuales. En total, 32 mil palabras fueron rescatadas.
Otro de ellos es “Endangered Languages”, que se constituye por un foro abierto que posibilita la publicación de videos, grabaciones y documentos que engloban las experiencias y conocimientos de los hablantes de las lenguas.
Sin embargo, cada vez más los indígenas optan por no enseñar a sus hijos la lengua natural por temor a que sean víctimas de burlas y ofensas, entre otras razones, por lo que la lengua se pierde con el tiempo y se limita a una única persona, con lo que, lo más probable, se garantizará su extinción.
