La celebración más fuerte que le va a tocar a México ese día, convulsionado por los secuestros, la desaparición de personas, las ejecuciones extrajudiciales y los miles de casos de feminicidios, reconocidos o no, es la de las madres que buscan.
Esperanza tiene los ojos hinchados desde hace tiempo. Rojizos. “Va a ser un ser día tan triste”. Ese día, el de las madres, está fijada una de las audiencias sobre el caso de secuestro de su hija, Evelin, una nena de 9 años, robada el 29 de mayo de 2014.
“El sospechoso fue detenido pero dice que nunca la vamos a encontrar a la niña. Es bien difícil, no sabemos qué hacer. No tenemos el poder ni el dinero para hacerlo hablar, para decirnos qué hizo con nuestro angelito.”
El sospechoso es un hombre que interceptó a la niña cuando bajó a comprar tortillas porque su madre estaba enferma y en cama. “La señora de las tortillas lo reconoció, de que fue él quien apareció junto a mi niña en la tortillería” en la colonia Ejidos Tequistlán, en Tenayuca, Estado de México.
Evelin es la menor de sus hermanos y el día en que un hombre se la llevó, vestía una blusa y un pantalón corto blanco perfecto que revelan el cuidado que le brindaban en la casa sencilla. Calzaba unos tenis rosaditos. “Llevaba sus tenis rotos, ni siquiera podrían pensar que tuviésemos dinero. Es medio blanquita y trae ojos grandes. Se le hacen dos oyitos. Trae su pelo largo hasta debajo de las pompas. Sale en internet, Evelin Fabiola Alcántara Legorreta. Nadie nos dice nada. Ella no le hizo mal a nadie, no sé por qué a ella.”
Su caso es paradigmático por la edad de la niñita y también porque increíblemente, hay una persona detenida como responsable. Sin embargo, y ese es el dolor de todos los dolores, no les dice qué hizo y dónde está la niña, que lleva casi dos años desaparecida de su hogar, su familia y el amor de su madre, que vive con el llanto al borde de la palabra.
No sólo hace falta una hija o una hermana cuando ocurre un feminicidio, o un secuestro o una desaparición forzada. En la mayoría de los casos, lo que más hace falta es una madre.
Le hizo falta a los 3 hijos de Nadia Muciño, de 5,4 y 2 años que estaban en la casa en dónde fue asesinada por su esposo y cuñado, en febrero de 2004. “A 12 años y 3 meses de la muerte de Nadia, ninguno ha sido sentenciado. Desde el inicio de la indagatoria, la impunidad rodeó el caso de mi hija. Los funcionarios encargados de la investigación perdieron la cadena de la custodia, al omitir el acordonamiento de la escena del crimen, para que dos días después de los hechos toda la evidencia fuera incinerada en el lugar. Las propias pruebas que la Procuraduría General de Justicia del Estado de México recabó fueron extraviadas dentro de sus propias instalaciones”
Debido a las omisiones cometidas por la Procuraduría del estado en la investigación, uno de los asesinos de Nadia fue absuelto en 2010, a pesar de haber sido identificado plenamente por los niños que perdieron a su madre. “La Sala Colegiada desestimó las declaraciones de mis nietos al considerar que no tenían capacidad de distinguir entre la realidad y una fantasía”
El gran problema y por tanto, el reclamo de las madres que buscan en su día es el de la justicia. No como un bien abstracto que les devolverá algo de paz a sus vidas, sino los hechos concretos, diligencias y pistas que hacen a una investigación judicial seria.
La marcha citada para este día de la madre, toma como bandera principal el pedido de que las investigaciones de desaparición forzada que están en manos de las Procuradurías locales, pasen a fuero federal, aún cuando no se trate de un caso en que haya habido participación de agentes del estado.
El pedido es un grito desesperado que pretende echar luz sobre el desesperante sistema de impunidad que representa la justicia, y que no es un juego de palabras, sino una realidad asfixiante.
El cimbronazo que debía haberle dado la Alerta de Género pasó desapercibido para las justicias locales, que no enganchan en el tren de lo clave que resulta su trabajo. Fue decretada a fines de julio de 2015, en 11 municipios del estado de México*, que ostenta el doloroso récord de ser el estado mexicano que presenta más casos y el que tipificó el feminicidio primero, en toda la República.
No han logrado detener la epidemia.
Los datos oficiales refuerzan la inacción judicial relatada por las familias víctimas: de las 247 denuncias por feminicidio recibidas desde que fue tipificado en los distintos juzgados del estado, apenas 147 de ellas han dado pie a una investigación judicial y sólo en 74 hay condenas a los responsables de la muerte de esas mujeres.
La Alerta de Género también contempla que se pongan en marcha dos grupos de trabajo en cada uno de esos municipios, siempre a nivel de las procuradurías locales. Por un lado, un grupo dedicado a revisar el seguimiento de casos archivados; y el otro, una “unidad de contexto”, para el análisis global de los casos, que permita dar una línea para las investigaciones que surja de la información acerca de quiénes son las víctimas, quienes los victimarios y cuáles son los patrones que siguieron en los crímenes.
A pesar de que la alerta se apresta a cumplir un año, Desinformémonos pudo saber que sólo el primero de los grupos fue creado, el de seguimiento de casos congelados en los Ministerios Públicos, y que su tarea hasta el momento ha sido la de chequear las diligencias que debían hacerse, y si fueron finalmente evacuadas. No manejan, hasta donde se sabe, un parámetro para estimar la “debida diligencia” de lo hecho. Sólo chequearlo en una lista como un pendiente menos. Del otro grupo todavía no hay nada.
Para las integrantes del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, esta segunda es la oficina clave para empezar a dar vuelta la pisada.
“El Observatorio forma parte del grupo de seguimiento de la implementación de la Alerta de Violencia de Género, no solamente vigilamos su cumplimiento, también trabajamos para que las medidas de esta declaratoria sean efectivas y puedan contribuir en disminuir los feminicidios y las desapariciones de mujeres y niñas en el estado de México”
Parte de la colaboración fue la realización de la campaña de difusión “No dejemos que las arranquen de nuestra vida” que elaboraron para el gobierno del estado y que empezará a rolar en medios de comunicación esta semana.
El sistema de impunidad se tragó la investigación de la desaparición de Dolores Rizo. “Estamos como en el día uno”
Dolores tenía 46 años el día que salió a trabajar y ya no regresó. Es su hija mayor, Marisol, la que lleva el relato, sosteniendo el retrato fotocopiado de su madre en las hojas que reparte para buscarla.
“Es un caso que está rodeado de dudas y que la investigación no ha avanzado. Sabemos que nunca llegó a trabajar y habíamos conseguido el video de la parada de camiones en dónde solía bajarse, pero ella no aparecía. El expediente está radicado en la procuraduría de Texcoco, pero no tiene nada. Apenas los oficios de los Semefos (forenses) de otras localidades diciendo que mi madre no está allí”
“Es muy complicado esto porque cuando te pasa no sabes qué hacer. Las autoridades no tienen la sensibilidad para lidiar con estos problemas y como se dice, te dan atole con el dedo. En las procuradurías no quieren investigar. En el caso de mi madre, tuvieron pruebas que nosotros mismos aportamos. Cuando llegábamos al Ministerio Público los funcionarios nos decían que ya no fuéramos a llevarle más trabajo.”
La familia intentó incluso que el caso fuera trasladado a la Procuraduría de Toluca, sin éxito. Tampoco ha tenido andamiaje el amparo por omisiones presentado contra los funcionarios judiciales, por eso, piensan en llegar a la Suprema Corte de Justicia.
“La denuncia pública a veces, termina siendo contraproducente. Ya he recibido amenazas, del estilo, ‘ya bájale o quieres que te desaparezca a algún otro’ Hace poco intentaron sacar a mi hija del predio de la escuela de dónde estudia. Cosas que hacen que te de miedo dar la cara.”
Sí ha sido importante el apoyo de otras mujeres en la búsqueda, porque son las mujeres las que buscan.
“A pesar de las diferencias que hay entre los casos de una y otra, hay ciertas omisiones de la justicia que nos han tocado a todas. No nada más es con uno, es general. Hay casos de años y años que no avanzan. Lo único que nosotras les pedimos es que hagan su chamba. Nada más que se pongan a trabajar.”
Algo similar reclamaron los grupos de familiares de desaparecidos, que a comienzos de Marzo se conformaron en la Primera Brigada de Búsqueda de Desaparecidos de México: en dos semanas de labor en campos del municipio de Amatlán y zonas cercanas, halló 15 fosas comunes, con innumerable cantidad de restos humanos. Un numero tal que tomó más de una semana su procesamiento y extracción del entierro clandestino.
Uno de sus reclamos es que el peritaje de los restos óseos hallados se haga en colaboración con la División Científica de la Policía Federal, que tiene más capacidad técnica y puede auditar el proceso local. Esa es una forma para que las fiscalías estatales vuelvan a cumplir el papel para el que están creadas, con la guía de otras dependencias del estado y el monitoreo de la ciudadanía organizada. Algo así como sacudirle la modorra de la siesta que viene durmiendo hace años, y que retome su papel investigador lo antes posible.
El día de la madre, las que buscan marcharán de nuevo, en distintas ciudades de México, exigiendo y esperando un cambio en la desidia. Para ellas, los días pasan y no paran.
“Lo pierdes todo, toda tu vida cambia en muchos sentidos. Cada día te levantas y tienes que agarrar valor, te secas los ojitos y vuelves a la búsqueda. Pero ya quisiera encontrarla. La extraño mucho. Además de mi madre era mi amiga, hablábamos tanto. Es muy fuerte para mi aguantar y seguirle, pero no puedo dejar la búsqueda. Es mi mamá la que me falta. Necesito saber qué le pasó.”
* Ecatepec, Nezahualcóyotl, Tlalnepantla, Toluca, Chimalhuacán, Naucalpan, Tutitlán, Ixtapaluca, Valle de Chalco, Cuautitilán Izcalli y Chalco
Fotos: Primera Marcha contra las Violencias Machistas en la Ciudad de México // Eliana Gilet