La desigualdad en la distribución de vacunas en el mundo hará que siga siendo latente la aparición de nuevas variantes y no podamos estar seguros, concuerdan Susana López Charretón, viróloga del Instituto de Biotecnología (IBt) y miembro de El Colegio Nacional, así como Alejandro Sánchez, también parte de aquella instancia universitaria.
Independientemente del número de muertes y contagios de un país, la vacunación es esencial para controlar la pandemia, y mientras existen naciones como los Emiratos Árabes Unidos cuya población con al menos una dosis es de 99 por ciento, y 96 con esquema completo, hay otros como Chad, en África Central, donde menos de una persona por cada cien tiene esquema completo y menos de dos por ciento tiene al menos una dosis, según la plataforma Our World in Data de la Universidad de Oxford en el Reino Unido.
Para López Charretón uno de los problemas es que se cuenta con más información de los países que pueden documentar el número de enfermos y de vacunados, mientras que existen naciones, “por ejemplo de la parte central de África, que llaman la atención porque ni siquiera hay datos de cuántas personas se han infectado. Esto es porque no se cuenta con el acceso a materiales diagnósticos y tampoco a las vacunas. Países como Estados Unidos e Israel ya van por cuartas dosis y en África y Centroamérica hay naciones que no tienen cubierto 10 por ciento de la población”, dice.
El componente económico
La especialista señala que el acceso a las vacunas obedece primordialmente a un tema económico. “Hay países que no pueden comprarlas, a pesar que desde el principio la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó una iniciativa de solidaridad para que las naciones que tienen mucho dinero, los gobiernos ricos, subsidien las de los países pobres, y aunque parece que algún día pasará, no ha funcionado como la OMS quería: el plan era que hubiera una distribución masiva; sin embargo, si vemos cualquier mapa de vacunación, da horror, porque hay muchos lugares que no las tienen”.
Para Alejandro Sánchez, además de la economía, es un tema de cabildeo y política, pues es muy importante la gestión y la presión que se ejerce para conseguir vacunas. “Está el programa Covax de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el que se inscriben los países para tener una gestión más organizada y rápida de la disponibilidad de vacunas para que sean distribuidas. En este programa sí están inscritas ciertas economías que están en el ranking más alto, pero no es limitativo. Además de la economía, que obedece a la pobreza o la riqueza de una nación, es muy importante la gestión, y en muchas ocasiones se ha visto la posibilidad de donaciones y apoyo de la ONU”.
Covax es una iniciativa de la OMS, cuya función principal es que la distribución de las vacunas en el mundo sea equitativa por medio de donaciones de países ricos a naciones con pocos recursos. La iniciativa nació en abril de 2020, un mes después de la declaración de pandemia por parte de la OMS, el 11 de marzo de ese mismo año. Covax significa Acceso Mundial a Vacunas contra Covid-19 (Covid-19 Vaccines Global Access).
Bajo el lema de “nadie está seguro hasta que todos estemos seguros”, Covax ha ayudado a que los países de bajos recursos accedan a las vacunas. Para octubre de 2020, 184 naciones se habían sumado a esta iniciativa, y para agosto de 2021 las donaciones alcanzaron nueve mil 825 millones de dólares.
Estados Unidos encabeza las donaciones con tres mil 500 millones de dólares, le sigue Alemania con mil 70 millones y Japón con mil millones. A la lista se suman otros 33 países además de fundaciones, como la de Bill y Melinda Gates, y empresas como MasterCard, Cisco, Google y hasta TikTok.
El objetivo inicial del Covax era proveer dos mil millones de dosis para final de 2021 a naciones con pocos recursos; no obstante, la cifra se ha recortado en varias ocasiones debido a problemas logísticos, acaparamiento de países ricos, problemas de producción y prohibiciones de exportación.
Una forma en la que se ha intentado ayudar es dar gratis las licencias de las vacunas para la producción en naciones en desarrollo. Pero, a decir de López Charretón, “la realidad es que no ha habido un gran esfuerzo por hacérselas llegar. Las patentes no sirven tanto: que te den el secreto de la receta para que puedas cocinar está bien, pero si no tienes la cocina ni los elementos, no podrás hacerlas. Es generoso que den las patentes; sin embargo, la verdad es que no todos están en posibilidades de realizarlas”.
Situación en América
Chile es el país con el porcentaje más alto de vacunación en el continente americano, con más de 90 por ciento con esquema completo. Le sigue Cuba con un porcentaje de 87 con esquema completo, Canadá con 82 por ciento, y después Argentina con 78 por ciento.
En números absolutos, Estados Unidos es el tercero en el ámbito mundial con más de 548 millones de dosis administradas, aunque sea sólo 62 por ciento de su población. Los primeros en el orbe son China e India, con tres mil millones de dosis y mil 700 millones, respectivamente.
De acuerdo con esos mismos datos de Our World in Data, México ha administrado más de 174 millones de dosis, con 84 millones de personas beneficiadas; 62 por ciento de la población, 78.5 millones, cuenta con esquema completo.
Los que menos acceso tienen
Haití está entre los países con menos acceso internacionalmente con 224 mil dosis administradas entre 1.3 por ciento de su población y sólo 0.8 con esquema completo. Diez naciones africanas están por debajo de tres por ciento de población con esquema completo y una decena más con menos de 10 por ciento. Otros países en una situación similar son Siria, con menos de siete por ciento y Papúa Nueva Guinea con sólo 2.7 de población con esquema completo. En América hay tres naciones además de Haití con 40 por ciento o menos, con esquema completo: Guatemala con 33 por ciento, Surinam con 40 por ciento y Jamaica con 22 por ciento.
Posibles consecuencias
La frase “no vamos a estar seguros hasta que todos estemos seguros” no es una cuestión nacionalista, es que mientras no nos garanticemos que este virus se replique lo menos posible, no lo vamos a controlar”, comenta Susana López Charretón y añade: “Mientras la gente sea susceptible, mientras nos sigamos infectando y se hagan millones de copias del virus le estamos dando oportunidad de variaciones, esto hace que sigan apareciendo variantes como ómicron; de hecho, ya tenemos una variante prima hermana de ómicron que se llama BA.2 que surgió en Sudáfrica. El hecho de que no estemos todos vacunados hace que el virus tenga campo libre para estar infectando personas y haciendo variantes. En México, mientras no vacunemos a los niños, que son una población numerosa, vamos a tener variantes. Es cierto que no se enferman tan gravemente pero sí lo hacen y sí contagian”.
Para Alejandro Sánchez, el panorama es muy similar: “Lo que puede pasar es que aquellos países donde no hay esquemas completos y están en posición de vulnerabilidad, no se podrá controlar la epidemia. A nivel local, se mantendrá el virus de manera epidémica. La inmunidad de rebaño se logrará a final de cuentas pero a un alto costo porque las muertes serán muchas. A mayor transmisión habrá más mortalidad. Esto es injusto y desafortunado, porque habrá un índice de mortalidad mucho mayor, o bien tendrán que aplicarse medidas muy estrictas para poder evitar los contagios. Estos lugares serían los reservorios del virus donde se pueden generar más variantes y esto no ayudará al resto del mundo. Siempre habrá peligro de una nueva variante que escape a la respuesta inmune de los países aunque ya tengan un porcentaje de vacunación alto. La única diferencia es que esas naciones evitarían altas tasas de fatalidad, mientras que los países sin vacunas tendrán un colapso del sistema de salud, una alta tasa de mortalidad y el peligro de ser un reservorio y un nicho para generación de nuevas variantes”.
Publicado originalmente en Gaceta UNAM