Foto: Unas 800 mil personas desafiaron en el centro de Buenos Aires ley antipiquetes de Milei para defender la educación pública. Foto: La Campora (Sara M. Ledesma)
“Hay mucha memoria, el pueblo no olvida lo que costó conseguir la educación pública”, vocifera un joven estudiante de Artes Dramáticas para que el grabador de un celular lo escuche en la marea de miles y miles de voces que se entremezclan vehementemente en el día más histórico que vivió la democracia argentina.
Más de un millón de personas se movilizaron en todo el país para defender una de las principales banderas simbólicas que tiene este suelo sudamericano: la universidad pública, gratuita y laica.
A partir de un ataque sistemático por parte del gobierno de Javier Milei, con un ajuste brutal sobre el presupuesto y la “demonización” de toda institución de educación pública, el Frente Sindical de Universidades Nacionales, la Federación Universitaria Argentina (FUA) y el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) convocaron a una manifestación desde el Congreso hacía Plaza de Mayo para este martes 23 de abril.
Unas horas antes de que se iniciara la concentración, Flavia Sacerdoti, docente de Fisiología e investigadora en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) mostraba ciertas expectativas: “Va a ser una demostración fuerte de descontento de gran parte de la comunidad educativa contra el ataque del presidente a lo público”.
La política llevada adelante por el Gobierno Nacional significa una disminución del 72% del presupuesto para el 2024 en comparación con la del año anterior
Pero la cantidad de personas que marcharon por la Ciudad de Buenos Aires sorprendió gratamente a todos los manifestantes, como a Joaquín, estudiante de Trabajo Social en la Universidad Nacional de Lanús: “No me esperaba tanta gente. Me motiva, me genera mucho entusiasmo ver tantos estudiantes, docentes y no docentes en defensa de la educación pública”.
Las columnas con estudiantes, docentes y no docentes no pudieron llegar a Plaza de Mayo por la enorme cantidad de personas que había. Los organizadores estimaron que en la Ciudad de Buenos Aires se movilizaron 800.000 personas, mientras que la ministra de Seguridad Patricia Bullrich dijo que solo fueron 35.000.
Horas antes de la concentración y con un discurso intimidatorio, desde el Gobierno Nacional habían anunciado la implementación del Protocolo Antipiquete para que nadie pudiera cortar las calles y así permitir la libre circulación del tránsito. Pero la imponente manifestación impidió cualquier show policial.
Lo que da rabia
En la Argentina existen 72 universidades públicas, a las cuales asisten más de dos millones y medio de estudiantes. Al asumir Javier Milei, el Poder Ejecutivo decidió prorrogar el presupuesto 2023 destinado al sistema educativo superior.
El Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) denuncia que la política llevada adelante por el Gobierno Nacional significa una disminución del 72% del presupuesto para el 2024 en comparación con la del año anterior.
Desde la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) explican que la partida presupuestaria destinada a las universidades registra el nivel más bajo desde su registro, en 1997. Además, detallan que durante el primer trimestre del año el gobierno redujo un 34% la ejecución presupuestaria frente al mismo periodo del 2023. En cuanto a cómo se divide el presupuesto, el 90% se destina a salarios del personal docente y no docente, mientras que el 10% restante a gastos de funcionamiento e infraestructura.
En febrero, el Gobierno había anunciado una ampliación presupuestaria del 70% para los gastos de mantenimiento. En abril, para desactivar la marcha, anunciaron un nuevo aumento similar pero desde el Consejo Interuniversitario Nacional dijeron que no lo habían recibido.
En cuanto al aumento de febrero, docentes denunciaron que tampoco fue ejecutado. “No ingresó esa partida”, explica Malena Lillo, docente de Microbiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Por culpa del ajuste que sufre la educación superior, allí, en Medicina, el lunes 15 de abril decidieron apagar las luces de varios pasillos y sacar de funcionamiento la mayoría de los ascensores. Hasta el día de hoy, solo funciona uno, donde pueden subir trabajadores de la institución y algun que otro estudiante. La facultad tiene 17 pisos.
“Hay diez institutos que dependen de la UBA y del Conicet, donde no podemos cortar la luz porque trabajamos con materiales y muestras que necesitan estar refrigeradas”, dice Andrea Randi, docente de química biológica e investigadora desde hace 27 años. Ella estudia los efectos de los plaguicidas sobre la salud, que pueden producir cáncer de mama, un tema que laboratorios privados deciden ignorar y atacan de forma deliberada por los intereses que tienen en el agronegocio.
En la Ciudad de Buenos Aires, con el protocolo antipiquete activado, se movilizaron 800.000 personas, mientras que la ministra de Seguridad Patricia Bullrich dijo que solo fueron 35.000
Andrea también es investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), otro de los organismos atacados y señalados por Javier Milei y sus seguidores. “El otro día fui a la peluquería y el peluquero me dijo barbaridades del Conicet”, cuenta Andrea. Sobre el ataque direccionado por parte del oficialismo hacia la institución científica, responde: “Es una estrategia para que el país no siga con las investigaciones que sirven para el desarrollo. Estas personas quieren que el país se hunda, te dicen que es un país de mierda, que no sirve para nada, que los investigadores son ñoquis. Cuando un país se quiere a sí mismo y se valora a sí mismo pelea por su derechos y para salir adelante, con un Conicet que genera investigadores para hacer una vacuna contra el Covid o que genera satélites, siendo los únicos de Latinoamérica que tenemos satélites propios, que tiene investigación en energía nuclear, que exportamos energía nuclear. Tenemos un montón de cosas positivas para el desarrollo”.
En cuanto a la situación específica sobre los trabajadores del Conicet, Flavia Sacerdoti explica que hasta el momento el Gobierno despidió a 140 trabajadores: “Quieren corroer a todo el sistema, lo más difícil es el desgaste anímico de los que trabajamos acá”. Ella investiga el Síndrome Urémico Hemolítico, una enfermedad endémica en Argentina que produce 500 nuevos casos cada año.
La furia como respuesta
En la manifestación multitudinaria confluyen diferentes universidades, por eso no es extraño el reconocimiento a las problemáticas generales de las diferentes instituciones. Por ejemplo, Marcelo Pitrola, profesor de la Universidad Nacional de las Artes (UNA), se refiere la situación del Hospital de Clínicas, que depende de la Universidad de Buenos Aires: “Las universidades están recortando el uso de la luz, el uso de los ascensores y no hablo solo de nuestro caso. El Hospital de Clínicas es un hospital escuela y está funcionando al 40% de su capacidad, lo cual es gravísimo porque está dejando a gente afuera del acceso a la salud”.
El docente de las Licenciaturas en Artes de la Escritura y Curaduría en Artes explica la importancia de acceder de forma gratuita a las universidades: “Permiten el acceso a una enorme cantidad de carreras, en nuestro caso las carreras artísticas, a una cantidad enorme de estudiantes que no podrían acceder de otra manera. Nuestra existencia es fundamental para miles y miles de estudiantes que quieren desarrollarse y necesitan espacios que sean accesibles porque no pueden pagar una universidad privada. La cultura y el arte son parte de la identidad de un país, una construcción de una pluralidad enorme porque cada artista construye una poética, una manera de ver el mundo y eso permite que podamos tener una mirada compleja de la vida social, de la vida política y de la vida cultural”.
Braulio, estudiante de Artes Dramáticas, también defiende el libre acceso a una universidad como la UNA: “Permite que miles de estudiantes y trabajadores puedan llegar, estudiar, producir y consumir arte”.
“Es en la universidad donde se genera el verdadero ascenso social, casi podríamos decir que es la verdadera herramienta anticasta”, dice una estudiante de Ciencias de la Comunicación
Por su parte, Lucia, estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires, manifiesta por qué tienen que seguir existiendo las universidades públicas: “Significan mucho más que la suma de sus estudiantes. Es crear conocimiento y ciencia al servicio del pueblo y de la sociedad. Es en la universidad donde se genera el verdadero ascenso social, casi podríamos decir que es la verdadera herramienta anticasta”.
Joaquín estudia Trabajo Social en la Universidad Nacional de Lanús, creada hace 30 años en el sur del conurbano bonaerense. Explica por qué fue una de las miles de personas que se acercó a la marcha: ”En la universidad viene recortando la oferta académica, es decir, las materias que se ofrecen. Es importante movilizarse y hay que involucrarse de alguna manera con todo lo que lo que viene pasando”.
Por fuera de Capital Federal
La Universidad Nacional de Lanús, como otras universidades en la Provincia de Buenos Aires fueron creadas para descentralizar las facultades de la UBA pero también para dar nuevas oportunidades de estudio y de forma gratuita a jóvenes que viven lejos de la Capital Federal.
Matías Llere es profesor de Tecnologías Constructivas de la carrera de Arquitectura de la Universidad Nacional de San Martín. “La creación de nuevas universidades es fundamental para acercar la universidad a los lugares donde era difícil llegar a Capital Federal. Todas las universidades del conurbano tienen un nivel espectacular. Como vecino y criado en San Martín es una gran alegría y un gran orgullo poder dar clases acá, como le pasa a muchísimos docentes que dan clases en sus localidades”.
“La educación pública permitió que muchísimos sectores sociales puedan mejorar las condiciones de su familia y poder tener expectativas de futuro”
Las movilizaciones también se replicaron en diferentes puntos del país, como Jujuy, Mendoza, Santa Fe y Bariloche. En la provincia de Córdoba se estima que marcharon unas 100 mil personas. Allí se creó la primera universidad del país, en 1613. En la actualidad, la Universidad Nacional de Córdoba tiene más de 160.000 estudiantes. Conrado Storani, secretario de Extensión, explica otro de los motivos por los que convocaron a manifestarse en la provincia: “Los salarios están atrasados con respecto a la inflación, tanto lo de los trabajadores no docentes como también los docentes. Los aumentos porcentuales que se han ido obteniendo son inferiores a la inflación que existe”.
Además, Conrado, como todos los asistentes a las diferentes marchas en todo el país, se refiere a la importancia de seguir defendiendo a la universidad pública, gratuita y laica: “La educación pública permitió que muchísimos sectores sociales puedan mejorar las condiciones de su familia y poder tener expectativas de futuro. El acceso a la educación es la verdadera y principal herramienta para obtener la libertad porque te aleja de la ignorancia”.
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