Mientras ardían manzanas enteras en el llamado Valparaíso y Viña tiene su festival, a millones de vecinos de la zona central de Chilito, mientras el fuego empinaba raudo por los cerros, se nos introdujo una sensación de desposesión, orfandad y amargura total… otra vez como la pira de la Quimantú quemando todo lo que el modelo impone que se queme.
Aunque sea frente a la pantalla, el humo tóxico arde en los ojos, una y otra vez, y cuando se disipa se ve el mismo abandono institucional, el sufrimiento mudo y el sostén de los pares, somos cuatro somos cinco, muchos más, pero pareciera que no lo sabemos. Tras los rostros chamuscados, tiznados de rabias presentes y casas idas, nos encontramos siempre con pobres, siempre son caras de pobres, viendo a las excavadoras demoler sus murallas hechas a pulso, sacando tierra, caliente aún, en busca de cuerpos carbonizados, que no tenían por qué morir, aliento trasformado en ceniza antes de tiempo.
Si Chile hubiera sido otro, pensamos, pero somos esto, y nos estamos quemando vivos porque el terreno vale más sin la biodiversidad que la habita. Y todo se transforma en brutal, sin agua, sin luz, sin pan, sin aire es Chile, el Chile neoliberal en que hemos vivido engañados por 50 años y nos consume.
Porque no son sólo las llamas, que hora a hora se tragan las estadísticas y todo lo que se encuentra a su paso. Es el ninguneo, es seguir talando el bosque nativo por el sur para plantar combustible, y seguir arrestando al mapuche que hace cuatro décadas dice que esto iba a venir… no porque consulte oráculos, sino porque observa la naturaleza y sabe leerla, a diferencia de las tres comunas más ricas de Chile que observan el mercado y saben leerlo.
Porque cada uno de los espacios en Chile son un negocio y las mineras lo saben, las inmobiliarias lo saben: terreno baldío un negocio, casas viejas un negocio, así observamos en todo el litoral, donde antes hubo bosque cenizas quedan, pero después, remodelaciones, mega rutas abiertas al saqueo, departamentos en cómodas cuotas para toda la muerte.
(…) En la reducción de Remehue y varias otras por los Wallmapu, para adueñarse de los terrenos incendiaban casas, ranchos, sementeras; sacaban de sus viviendas a los moradores, los arrojaban a los montes y enseguida les prendían fuego, hasta que muchos perecían, o quemados vivos o muertos de frío o de hambre. Jamás en país alguno podrá imaginarse que esto se ha hecho un sinnúmero de veces, vanagloriándose un individuo en la actualidad de haber incendiado siete veces el rancho de una pobre familia» (Rolf Foerster y Sonia Montesino. Organizaciones, líderes y contiendas de mapuches (1900-1970). Durante la dictadura cívico milicada 70.277 familias mapuches y campesinas, incluyendo 25.000 asentadas en tierras devueltas a los terratenientes, sufrieron nuevos despojos. A la CONAF, dirigida por Julio Ponce Lerou, (yerno de Pinochet), y hoy en acuerdo con el Presidente Boric, en esa época le entregaron 352 mil hectáreas, que posteriormente beneficiaron a las grandes forestales de las familias más ricas de Chile. Al Ministerio de Defensa fueron destinadas 525 mil hectáreas y a carabineros 4 mil 700. Personas jurídicas privadas y sociedades agrícolas, recibieron de parte de los militares 71 mil hectáreas.
Esta acumulación por desposesión ha sembrado la miseria por un largo territorio que ahora se ahoga, en medio de un progreso, de una modernidad, que se hace humo y miseria para los chilenos.
Y está sucediendo y pasando, y vemos los rostros de los bomberos agotados, asfixiados, que tienen que tirar al suelo y romper los peajes pues los empresarios privados no los dejan pasar, que arriesgan la vida para demostrarnos eso que ninguneadamente seguimos siendo en miles de rincones, un país sin cálculo, sin macroeconomía, que precisa urgente, por un tema de vida o muerte, de oxígeno, de medio ambiente tomar conciencia, de que este modelo estos gobiernos, estos apellidos empresariales terminaran con la radiante primavera que todos queremos.
Y el tiempo se acorta, es urgente, y es hoy. Precisamos una solidaridad clara y bien acompañada que reconstruya con cada pedacito un Chile soberano y desde abajo para todos y todas. Ustedes también.
Pd: La sabiduría de los pueblos originarios nombró a esta zona como Alimapu. Que en lengua mapudungun significa ‘tierra quemada’ nombre que explica los constantes incendios que caracterizan toda la zona. Los changos bautizaron así esta ciudad castigada por el fuego desde sus inicios por las quebradas su vegetación y al color arcilloso de sus cerros que le da un aspecto ‘quemado’. Luego vinieron las denominaciones de la ciudad como Valparaíso y los nombres a sus cerros en la época de la Colonia.