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Tianguistas de Culhuacán sufren estragos económicos durante la pandemia

Brenda Mariana Muñoz Barriga y Arturo Cabrera Laguna*

Ciudad de México | Desinformémonos. Guillermina Hernández, lideresa del tianguis de Culhuacán, señaló en entrevista que muchos vendedores se vieron afectados por el cierre del mercado, pues se quedaron sin ingresos, lo que provocó que buscaran diferentes soluciones para poder sobrevivir, ya que en la mayoría de los casos, el puesto del tianguis era su único sustento económico.

Entre las muchas afectaciones a la economía, el gremio del comercio ambulante no fue la excepción. Uno de los tianguis afectados fue el de Culhuacán, el cual forma parte de la alcaldía Coyoacán y se encuentra ubicado al sureste de la Ciudad de México, en la parte Poniente del Cerro de la Estrella.

Cuando dio inicio la pandemia el gobierno de la Ciudad de México estableció diferentes medidas de seguridad para evitar la propagación del virus, una de estas medidas fue evitar aglomeraciones de personas y por tal motivo se cerraron  escuelas, centros comerciales, restaurantes, mercados y tianguis.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la crisis sanitaria por la pandemia ha dejado consecuencias económicas severas, una de ellas es el desempleo que este 2021 aumentó un 117 por ciento. Además, la restricción de la movilidad social, los despidos laborales y la disminución de actividad económica complicaron la búsqueda de empleos.

Hernández aseguró que los más afectados fueron quienes vendían comida, carnes, quesos y productos que tenían algún tipo de caducidad, ya que la clientela bajó y eso trajo consigo que los vendedores disminuyeran su capacidad de reabastecimiento de productos. La solución que encontraron estos vendedores fue congelar la mercancía que no lograban vender para que les durara más tiempo y así comprar menos. Sin embargo, sus ganancias disminuyeron.

Los vendedores de verduras también se vieron afectados y al momento de buscar soluciones encontraron una que les resultó muy factible: hablaron con los dueños de casas aledañas a la ubicación tradicional del tianguis para que les permitieran colocar sus puestos en las puertas, o incluso en los patios de sus hogares. Asimismo, los vendedores que tenían camionetas se colocaron en lugares cercanos al tianguis con toda su mercancía para que las personas los vieran y se acercaran a comprar.

Estela Núñez, una mujer de 75 años, vendedora de comida en el tianguis de Culhuacán desde hace 45 años, señaló en entrevista que con la llegada de la pandemia las ventas bajaron radicalmente, incluso después que les permitieran instalar plenamente el tianguis desde que la capital mexicana pasó a semáforo amarillo.

A pesar de ello, y de la drástica disminución de clientes e ingresos, Núñez incrementó todas las medidas de higiene requeridas por las autoridades de salud. Desde que instala su puesto y hasta que deja de preparar tacos, alrededor de siete horas diarias, usa cubrebocas continuamente, gel antibacterial, incluso ha cerrado las mesas y pide a sus clientes que lo que consuman lo pidan para llevar. De igual forma nos mencionó que con la llegada del virus tuvo que despedir a sus sobrinas, a quienes tenía contratadas, ya que la economía no le permitió seguir sustentando sus salarios.

José Roberto Rodríguez Reyes, quien lleva 37 años vendiendo carnitas en el mismo tianguis, explicó que sus ventas han variado, además de que tuvo que implementar las medidas de higiene obligatorias por disposición oficial como el uso de cubrebocas y gel antibacterial, aunado a que no permite que las personas ingieran los alimentos en su puesto, el servicio es solo para llevar.

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José Roberto Rodríguez Reyes vende sus productos en el tianguis de Culhuacán desde hace 37 años

En el tianguis, Guillermina Hernández se encarga de supervisar que todos los puestos cumplan con las medidas de higiene establecidas por la Secretaría de Salud, por lo que todos los puestos tienen letreros que indican la disponibilidad del gel antibacterial, el uso obligatorio de cubrebocas, además de letreros que reiteran la necesidad de que se mantenga la sana distancia en todo momento.

Con el cierre intermitente de este tianguis durante los momentos más álgidos de la pandemia, los afectados no fueron solo los comerciantes, también los clientes. Erick Ochoa, cliente del tianguis, aseguró que con la llegada de la pandemia para él y su familia cambió incluso la dieta. Cuando prohibieron la instalación, los puestos de verdura en los que solían surtirse ya no estaban en su vida cotidiana. Tuvieron que buscar en los locales ubicados por su vivienda, pero estos negocios subieron los precios, lo que tuvo gran impacto, ya que en algunas ocasiones no se tenía la solvencia económica para poder adquirirlos. Su dieta empezó a llenarse de comida procesada, pero de precios accesibles.

Cuando Ochoa cuando se percató de que algunos de los puestos se encontraban colocados en sus camionetas o incluso en los patios de las casas cerca de donde se colocaba el tianguis, no dudó en realizar sus compras en esos lugares; pero estos puestos en algunas ocasiones no eran la mejor opción debido a que estaban saturados de gente y esto era justamente lo que el gobierno quería evitar, pero la gente estaba desesperada por comprar su mercancía a buen precio, él temía contagiarse.

Por eso, cuando a raíz del cambio de color en el semáforo epidemiológico se levantaron  las restricciones para instalar los mercados sobre ruedas, Ochoa y muchos de sus vecinos no dudaron en surtir los productos que necesitaban. 

Desde la primavera de este 2021 el mercado sobre ruedas se despliega como siempre en las calles de Culhuacán y muchos otros vecinos se han adaptado a consumir en el marco de lo que llaman “la nueva normalidad”. Para comprar, acude un solo miembro de la familia, va con cubrebocas, cuando recibe o da dinero hace uso de gel antibacterial, al llegar a casa sanitiza bien todo lo que compró y después debe bañarse para evitar que cualquier integrante de la familia se contagie de Covid-19. Después del baño, y como recompensa por el esfuerzo, quien hizo la compra puede comerse un delicioso tlacoyo de habas con quelites y queso fresco comprado en el puesto de doña Estela Nuñez. En la mesa de los Ochoa otra vez la vida se adorna con frutas y verduras frescas y a precios accesibles. 

*Este reportaje fue producido por estudiantes del Taller de Periodismo de Investigación del plantel Tezonco de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).

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