Por: José Durán Rodrígez | Foto: Álvaro Minguito
Thor Harris tiene 52 años y es un músico estadounidense autodidacta que fabrica sus propios instrumentos desde que era un chaval. En los últimos meses no se siente nada contento. Está enfadadísimo, de hecho.
Sin embargo, la música que graba con su más reciente proyecto, Thor & Friends, Thor y amigos, no traduce esa rabia –salpimentada con gotas de tristeza– que le ha provocado la llegada al poder en su país de un personaje como Donald Trump. Todo lo contrario.
Junto a Peggy Ghorbani y Sarah Gautier –y varias marimbas y xilófonos–, Harris ha puesto en marcha una célula de pop de cámara con afán minimalista, regusto experimental y sonido agradable que abren a la participación de numerosos músicos –aseguran que hasta 25 en alguna ocasión– en las ciudades por las que pasan.
“Somos un grupo que hace música electrónica con instrumentos reales”, dice Harris a El Salto antes de su actuación en el centro cultural Galileo, broche final del ciclo ‘Folk contemporáneo’ organizado por CiudaDistrito en espacios municipales de Madrid.
Tras finiquitar su participación en el grupo Shearwater y servir de batería a figuras como Devendra Banhart o Bill Callahan, entre 2010 y 2016 Harris aportó su poderosa percusión a la tormenta que desencadena en directo la banda de rock estruendoso Swans, comandada por Michael Gira. Ahora modula su ira y la transforma en una música que contiene trazas de sonidos tan dispares como los creados por los pioneros del pop electrónico Kraftwerk (“mi grupo favorito de toda la vida”, precisa Harris) o el vibrafonista japonés Masayoshi Fujita. También de Woody Guthrie, pero no por lo que se escucha en sus canciones.
¿De qué trata vuestra música?
He tocado en grupos de rock durante unos 40 años, desde que tenía 12. Amo el rock, crecí con ello pero lo que escucho últimamente es música electrónica, ambient, música clásica del siglo XVI y de mediados del siglo XX, minimalistas como Steve Reich, Terry Riley, Moondog, también gente del principio de la música electrónica. Todo esto es lo que nos inspira.
De lo que va nuestra música es de no querer transmitir mediante las letras –aunque en este nuevo disco contamos con cantantes como Michael Gira, la cantante de ópera noruega Stin Janvin Motland o Soriah, un throat singer[cantante de garganta]– porque nos interesa la música instrumental como un vehículo emocional, no acerca de una situación concreta sino de un sentimiento. Y esperamos que ese sentimiento sea de paz y calma en un tiempo tan turbulento como el actual en el mundo.
En Estados Unidos hablamos de masculinidad tóxica para referirnos a estos hombres terribles y llenos de odio que nos gobiernan y frente a eso oponemos la amabilidad a la que se refiere el título del disco, la misma que he encontrado en muchos sitios, cuando he viajado por China, Rusia, Japón, Taiwán y he conocido a gente generosa, amable. Por eso queremos que nuestra música sea amable, porque es lo que hemos experimentado al viajar por el mundo. La amabilidad suele ser malentendida como debilidad, pero no es así.
¿Qué queréis conseguir con la música?
Me encanta hacer música con estas dos mujeres, que tienen un gusto musical extraño y fantástico. Quiero llevar esta música tan lejos como podamos, sin utilizar baterías, bajo o guitarras. El mundo de la música electrónica ya descartó estos instrumentos. Es una buena idea para la gente que quiere hacer nueva música, y que sea interesante, utilizar diferentes instrumentos y descartar las ideas y estructuras del rock.
¿Te has cansado del rock?
Un poco. Aunque tan pronto como digo esto, escucho discos nuevos de rock, como el de LCD Soundsystem, y me parece fantástico. Todavía toco la batería en algunos grupos de rock y folk… Ningún estilo musical debería desaparecer, salvo quizá el heavy blando de los años 80 [risas]. Todo lo demás debe permanecer para siempre.
¿Aún fabricas los instrumentos?
Sí. Hace poco he empezado a construir instrumentos con otro tipo de Austin (Texas), que es un buen trabajador del metal. Estoy haciendo un instrumento para el productor musical John Congleton, una especie de rueda acústica con cuerdas para hacer un sonido de percusión no electrónico. Amo la música electrónica pero no sé cómo hacer instrumentos para ello, tampoco me interesa.
Anoche pensé que somos un grupo de música electrónica que toca con instrumentos reales. Hacemos canciones lentas y largas que se repiten y van introduciendo lentamente nuevos elementos. Nosotros somos las máquinas de este grupo electrónico.
Cuando tenía unos 12 años empecé a hacer instrumentos. Mi padre era ingeniero mecánico y murió cuando yo tenía 10 años, y mi madre era profesora. En casa teníamos una especie de taller de carpintería de madera y metal, y un montón de herramientas. Con mi padre hacía algunas cosas, jugaba con las herramientas y aprendía. Después de morir mi padre, pasamos un par de años malos, con muy poco dinero. Siempre quise tocar la batería pero no podía pagarlo así que intenté construirme una, con bastantes fallos, algunos aciertos y muchos intentos.
Luego empecé a hacer instrumentos raros, muy experimentales y muchas cosas de percusión. Hice marimbas pequeñas cuando era muy joven, de hecho no he tocado una marimba de verdad hasta ya cumplidos los 40 [risas].
¿Qué aprendiste de la experiencia de tocar con una banda como Swans?
Aprendí tanto de estos tíos que es muy difícil decirlo… no sé ni por dónde empezar. Me dieron la confianza para poder tocar por todo el mundo, para creérmelo. Si eres un músico que ha crecido en Texas y no has visto nada más, te da un poco de miedo salir. Nuestra música es muy diferente de la de Swans pero a Michael Gira y a mí nos gustan muchas cosas parecidas, como el minimalismo americano de mediados del siglo XX. Swans son creadores sin miedo, son una gran parte de mi educación. También son un grupo muy masculino que hace un ruido brutal, pero ahora quiero hacer algo diferente.
Una cosa importante que aprendí con ellos es lo que podría llamar una política musical de puertas abiertas y que trato de enseñar a la gente más joven: no hagas cosas que la gente espera de ti sino lo que vayas descubriendo.
Sarah Gautier: Swans nunca paran de crear. Yo he tocado con ellos en dos giras y es fascinante ver cómo trabajan. Es un grupo que cambia continuamente.
¿Funcionáis en directo como una especie de jam band?
Si hay músicos, especialmente si no tocan la batería o la guitarra, siempre son bienvenidos a nuestros conciertos. A veces somos 25. En Nueva York o en Austin solemos ser un grupo muy numeroso. No es exactamente una jam, porque conocen las canciones.
S.G.: Conocen las instrucciones y qué hacer. Les decimos que repitan esas instrucciones hasta que sientan que tienen que moverse hacia otro lado en la canción.
EL MARTILLO DE THOR EN TWITTER
Thor Harris ha empleado su cuenta en la red de microblogging Twitter para lanzar mensajes sorprendentes. En agosto anunció su intención de presentarse como candidato a gobernador del Estado de Texas en las elecciones del 6 de noviembre. Se sumaba así a nombres de músicos como Jello Biafra o Kid Rock que en algún momento probaron suerte en la política institucional. Sin embargo, la carrera de Harris no tuvo mucho recorrido.
“Cuando una mujer mexicana se presentó como candidata a gobernadora, fue lo mejor que podía pasar”, reconoce. Considera, además, que lo que necesitan en Texas es que los mexicanos voten, pese a las constantes amenazas de deportación que sufren. “El gobierno de Texas es tan estúpido como la administración de Trump –compara el músico–. No quiero aburrirte con las terribles ideas políticas que tienen. Han de ser sacados del gobierno tan pronto como sea posible antes de que hagan daño a más gente”.
Su resumen de la situación es que el gobierno tejano no representa a la gente de allí, algo que extrapola a todo el país: “Los republicanos ven EE UU como un lugar para que una élite rica gobierne y una enorme clase obrera empobrecida trabaje para aumentar los beneficios. Los ricos quieren proteger su riqueza, mientras el resto quiere buena educación, sanidad pública y cuidado del medio ambiente. Desde Reagan, los republicanos han sido el partido contra el medio ambiente. La industria puede donar dinero al partido pero los árboles no, así que que les jodan. Bajan los impuestos a los ricos, que se joda el medio ambiente y recortan la sanidad pública. No es difícil saber quién está en el lado del bien común y quién en el lado de la avaricia en EE UU. Es muy blanco o negro”.
Gautier añade una verdad irrebatible: “Es lo mismo en todos los sitios, no solo en EE UU”.
En febrero, Harris ya había protagonizado un importante revuelo en Twitter, cuando publicó un vídeo con un tutorial con las instrucciones para golpear a un nazi.
“Fue una broma”, recuerda entre risas mientras se declara pacifista y admirador de Gandhi y Luther King.
Su vídeo fue una reacción al que se difundió con el ataque al líder ultraderechista Richard Spencer: “No pude evitar verlo un millón de veces. Me sentí un poco culpable por amar ese vídeo pero me agradó mucho que un antifascista hiciera eso. Amo al antifascismo. No me gustan la violencia ni las armas pero no quiero que los fascistas sean los únicos que tienen el poder y que se lo crean”.
Y el suyo suscitó todo tipo de respuestas: “Ofendió a mucha gente, lo cual fue muy divertido. Me suspendieron la cuenta de Twitter y al día siguiente me empezó a seguir muchísima gente, también recibí amenazas de muerte, lo que indica la mala situación que tenemos en EE UU”. Su compañera considera que el vídeo destapó una contradicción “interesante”, porque “es muy extraño que la gente salga a defender a los nazis en EE UU y el vídeo apunta a esa dirección con mucho humor”.
¿Sientes miedo, Thor?
No. Siento miedo por mi país, no por mi persona. Se está convirtiendo en un lugar terrorífico, con muchas armas y políticos fuera de control. Quedarme callado no es una opción para mí. No tengo hijos por los que temer. Me parece que soy un buen candidato a figurar en la resistencia a este terrible régimen fascista bajo el que estamos. Y creo que la interferencia rusa jugó un gran papel en la elección de Trump, no me parece que sean teorías de la conspiración.
Sobre todo, me siento triste por mi país. Ojalá pudiéramos dejar atrás todo este racismo pero da la sensación de que no podemos.
Este material fue compartido con autorización de El Salto