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Tensa calma en Senkata, barrio bravo de El Alto, estratégico en las movilizaciones contra la presidenta de facto en Bolivia

Gloria Muñoz Ramírez

Fotos: Gerardo Magallón

La Paz, Bolivia. Las calles de Senkata, barrio estratégico de El Alto de Bolivia en el que se encuentra la planta de hidrocarburos que abastece de gas, gasolina y diesel a La Paz, amanecieron tensas y adoloridas, luego de que ayer el ejército y la policía dispararon a los manifestantes ocasionando la muerte de al menos ocho personas, aunque los vecinos hoy coinciden en que fueron muchos más y decenas de heridos.

La tensión se siente en cada esquina de este barrio, uno de los lugares en el que se comete el mayor número de linchamientos de América Latina. Las paredes dan cuenta de las amenazas abiertas de quemar a quien se sorprenda robando. A un lado, en el barrio Santiago 2, la incertidumbre es la misma. La mayor parte de las calles ha sido cerrada por los vecinos con alambres de púas y lazos con plásticos colgando, con el fin de no dejar entrar a quienes, aprovechando la revuelta, están saqueando tiendas y asaltando casas.

La entrada de periodistas los incomoda. Es como entrar a una calle convulsionada del barrio de Tepito, en México. Un grupo de mujeres de pollera se dispone a resguardar uno de los innumerables retenes masistas y de manera tajante prohíbe el uso de cámaras. “¡Váyanse!”, es la indicación. Caminando rumbo a donde se celebra un cabildo para definir los nuevos pasos luego de la represión armada, los escasos caminantes hablan de la tensión, de los muertos, de las improbables salidas a la crisis política. “Cómo quieren negociar con muertos”, dicen. Mientras, el taxista que nos esperaba, visiblemente atemorizado se niega a seguir el trayecto y nos abandona en una de las calles. Un auto particular se presta a devolvernos al teleférico rodeando las calles taponeadas por los bloqueos hechos con piedras, láminas, lazos y lienzos de tela.

Las calles semivacías dan cuenta de la batalla que se libró y del enojo y duelo de los seguidores de Evo Morales que recriminan el uso de la fuerza contra los manifestantes, quienes mantenían bloqueado el depósito de combustible que abastece a la capital boliviana. Después de que el ejército rompió el cerco y dio salida a decenas de pipas de combustible, un grupo de personas derribó uno de los muros y esto ocasionó la reacción armada de la policía y los soldados. Las imágenes tomadas por los vecinos dan cuenta de la refriega, al igual que el testimonio de un médico local que atendió a los heridos.

El día de hoy continuaron las protestas contra el gobierno de la autoproclamada presidenta, Jeanine Áñez, quien esta mañana presentó una iniciativa de ley para emitir una posible convocatoria a elecciones y que contempla anular los comicios del pasado 20 de octubre y elegir nuevos vocales electorales, mientras el Congreso aún no acepta la renuncia de Evo Morales pues se sigue contemplando que sea rechazada y esto abra la posibilidad de su retorno de México, donde permanece en el exilio.

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