En el terremoto del 19 de septiembre de 1985, en la Ciudad de México se derrumbaron infinidad de construcciones, sobre todo en zonas como las colonias Roma, Condesa, en el Centro y algunas otras. 32 años después se repite un sismo de alta magnitud y nuevamente se cayeron algunos edificios en las mismas zonas.
¿Por qué pasa esto? De acuerdo con Carlos Villaseñor Mejía, profesor de la Facultad de Ingeniería y experto de la División de Ingeniería Civil y Geomática, se tendría que hacer una evaluación a detalle y verificar cada uno de los edificios en ambos casos para saber qué pasó exactamente.
No obstante, en la Ciudad de México tenemos tres tipos de suelo, donde la llamada zona Tres tiende a amplificar las ondas sísmicas y la duración del temblor, en comparación con las otras dos.
La zona Uno es de Lomas, y está formada por rocas o suelos firmes depositados fuera del ambiente lacustre, pero donde podría existir depósitos arenosos en estado suelto o cohesivos relativamente blandos. Es frecuente la presencia de oquedades en rocas y cavernas, túneles excavados en suelo para explotar minas de arena.
La zona Dos es de transición, donde los depósitos profundos se encuentran a 20 metros de profundidad, o menos, y está constituida predominantemente por estratos arenosos y limoarenosos intercalados con capas de arcilla lacustre, su espesor es variable entre decenas de centímetros y pocos metros.
La zona Tres se integra de potentes depósitos de arcilla altamente comprensible, separados por capas arenosas con contenido diverso de limo o arcilla. Éstas son de consistencia firme a muy dura y de espesores variables de centímetros a varios metros.
Los depósitos lacustres suelen estar cubiertos superficialmente por suelos aluviales y rellenos artificiales, el espesor de este conjunto puede ser superior a 50 metros.
No obstante, la caída de un edificio también dependerá de los materiales que usaron, si es acero, concreto u otros materiales menos resistentes.
Además, en una zona Tres, las construcciones deben tener cimientos diferentes a las otras dos. Por ejemplo, se utilizan pilotes o cajones de cimentación, que hacen que la carga el edificio se distribuya uniforme, añadió.
La profundidad a la que llegan depende de la zonificación, por ejemplo, tenemos marcado a qué distancia están los estratos más resistentes, puede ser entre 30 y 50 metros, explicó.
Y en una zona Uno, el estrato resistente se encuentra casi en la superficie. No obstante un edificio más alto debe tener una cimentación más eficiente que uno más ligero, esto se debe a la bajada de carga, añadió.
Este material se compartió con autorización de UNAM Global