Docentes y estudiantes de la Licenciatura en Psicología de la IBERO tuvieron que adaptarse a la nueva realidad que llegó con la pandemia por COVID-19. A través de diferentes estrategias pedagógicas y de la telepsicología continuaron con sus prácticas académicas durante el confinamiento y, además, llegaron a grupos vulnerables que necesitaban apoyo.
La Dra. Sandra Montes de Oca, académica del Departamento de Psicología de la IBERO y jefa de Prácticas Académicas de la carrera, platicó que en el Taller de supervisión de supervisores se diseñaron las estrategias para continuar con las intervenciones que hacen los estudiantes como parte su formación, pero ahora a distancia.
La doctora en Investigación Psicológica platicó que en ese taller se reflexionó con las y los supervisores sobre cómo continuar de manera presente aún en la distancia, sobre todo porque el Departamento de Psicología llevaba impartiendo prácticas presenciales desde hace más de 40 años.
“Eso implicó un cambio importante en la forma en la que estábamos a acostumbrados a hacer intervención porque en psicología es esencial la presencialidad porque mucha información que nos dan las personas no es verbal. La presencia física la valoramos mucho. Sin embargo, lo que implicó la pandemia fue incorporar nuevas formas para continuar; por lo cual, nos apoyamos de la telepsicología y el uso de aplicaciones virtuales como Zoom y Teams, y teléfono”.
La maestra en Psicopedagogía compartió que en la licenciatura hay más de 700 estudiantes en prácticas todos los semestres, y un equipo de supervisores y supervisoras de hasta 65 personas.
Para la realización de prácticas a distancia se cuidó el cupo de estudiantes, se trabajó en hacer adecuaciones en documentos que se utilizan como consentimientos informados y en los acuerdos de confidencialidad. También se modificó el reglamento interno que tiene el área de prácticas para integrar el concepto de telepsicologia.
La psicóloga compartió que estar a distancia implica una serie de medidas de seguridad, tanto para usuarios, estudiantes y supervisores. “Fueron varios modelos que se tuvieron que diseñar para continuar con la intervención porque los socios comunitarios con los que nos vinculamos no tienen los recursos para pagar el apoyo psicológico. Las prácticas son un ganar-ganar porque llevamos apoyo a donde más lo necesitan y los estudiantes aprenden. Es una maravilla este modelo”, añadió.
La especialista dijo que tuvieron que adecuarse a las circunstancias de los diferentes lugares en donde el estudiantado hace prácticas. Por ejemplo, casas hogar para niñas y niños, jardines de niños privados, centros de estimulación temprana, secundarias técnicas (en donde mucha de la intervención es por teléfono), así como residencias para adultos mayores. También se atiende a religiosas retiradas, hospitales como el INER o el de Perinatología, y reclusorios.
En este proceso, se han enfrentado a retos como el acceso a internet para llevar a cabo las prácticas, así como a garantizar la seguridad de las personas, sobre todo cuando se trabaja en temas de violencia hacia las mujeres.
Pero lo bueno y más importante de mudarse a distancia fue llegar a comunidades que, de otra manera, no hubieran podido alcanzar. Una de las prácticas que se incorporó fue el centro comunitario que trabaja en la sierra de Nayarit con niños, niñas y adolescentes indígenas.
“En este caso, los estudiantes de la IBERO grababan videos, los cuales se enviaban a través de su supervisora y ella los mandaba a los profesores del centro comunitario. Y a su vez, los profesores grababan a las niñas y niños con sus celulares y enviaban los materiales al estudiantado de la IBERO como evidencia del trabajo que se realizaba”, compartió.
También se llevó a cabo una práctica con población migrante de mexicanos que radican en Nueva York. Gracias a la telepsicología también se pudo ver a más personas que viven en esta ciudad de Estados Unidos.
Este material se comparte con autorización de la IBERO