La Décima Conferencia, que durante una semana han realizado en los Llanos del Yari, al sur colombiano, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y que culminan el 25 de septiembre, es diametralmente opuesta a las nueve anteriores.
No sólo es la última antes de que la guerrilla deje las armas, sino que las temáticas se han enfocado en la paz que este 26 de septiembre firmarán con el gobierno colombiano, en la ciudad de Cartagena de Indias.
Se espera que en esta última conferencia y tras casi una semana de debates, la base guerrillera ratifique los acuerdos que por casi cuatro años se negociaron en La Habana y den el primer paso para iniciar su transición hacia un partido político.
Los principales jefes de las Fuerzas armadas viajaron desde Cuba a Colombia, en compañía de la Cruz Roja Internacional y sin temor a que fueran detenidos, luego que el Estado levantara las órdenes de captura sobre ellos.
Con esta conferencia las FARC también “se abren al mundo”: al menos 900 periodistas acreditados visitaron la zona, en el departamento de Meta, donde se reunieron no solo los principales comandantes -a puertas cerradas-, sino que parte de los miles de guerrilleros con los que cuenta el grupo rebelde.
Para llevar a cabo su primera conferencia pública, las FARC contaron con la ayuda y el permiso del gobierno. Les tomó un mes para adecuar la zona antes del evento.
El encuentro ha dejado al descubierto algunos de los mayores temores de los guerrilleros frente a esta nueva etapa. Uno de los líderes de las FARC, el comandante del bloque occidental, Pablo Catatumbo habló el lunes con la prensa y reveló que el paramilitarismo es uno de los temas centrales de preocupación entre los delegados de la guerrilla.
Según han dicho las propias Farc, grupos de extrema derecha siguen operando en el territorio colombiano a pesar de la desmovilización de estas fuerzas irregulares promovida por el gobierno de Álvaro Uribe entre 2003 y 2006, a la que se acogieron unos 32.000 miembros de grupos de autodefensas. Varios de sus líderes fueron extraditados a EE.UU. y Carlos Castaño, su líder, murió en 2004.
Otro tema recurrente es el proceso de reintegración social y económica de los guerrilleros a la vida civil. “La gente manifiesta inquietudes como, por ejemplo, ¿cómo va a ser la reintegración a la vida económica del país, nuestro trabajo, nuestro empleo?”, dijo. El jefe guerrillero también manifestó su preocupación sobre “qué va a pasar con los compañeros del Frente Primero”, la facción de las FARC que anunció que no se acoplará al proceso de paz.
Muchachos y muchachas de las FARC, soñadores de la paz
Ya lo sabemos, pero vean: son muchachas, muchachos, de origen popular, de familias campesinas pobres, con sueños como cualquiera de nosotros…
Comprender el proceso de Paz con las FARC no es sencillo; no alcanza con valoraciones superficiales para entender un conflicto armado de décadas con profundas raíces sociales. Dentro de toda la complejidad del caso me gustó que, en el contexto de la firma de los acuerdos, distintos medios se animaron a mostrar a las y los guerrilleros como ´personas´, desafiando la construcción mediática hegemónica que por décadas los presentó como demoníacos narcoterroristas, para así estigmatizarlos y justificar su aniquilamiento. Sin embargo allí están, y se enamoran, se divierten, seguramente quisieran ir a la Universidad, tener su casita y su tierrita y su bienestar. Pero se les cruzó la guerra, una guerra declarada contra sus comunidades mucho antes de que nacieran y que sólo les ofreció despojo, persecusión, injusticias insalvables, muerte… Por eso decidieron sumarse a luchar en las filas guerrilleras.
Hay una campaña por ahí que muestra a las chicas con ropa guerrillera, y después maquilladas y producidas con ropas ´de civil´, pretendiendo que son más lindas fuera de la guerrilla. Más allá de los estereotipos que reproduce, creo que esa campaña propone otorgarles ´entidad de personas´ sólo porque vayan a dejar las armas. Yo tengo otra mirada: creo que hay mucha belleza en esa juventud de origen popular que eligió la lucha antes que la resignación; son bellas personas así como están hasta ahora, aún con uniformes guerrilleros; me parece perverso que haga falta negarles esa identidad rebelde para reconocerles su humanidad.
Por supuesto que están muy bien los acuerdos, y si su cumplimiento por parte del Estado implica garantías, bienvenido el hecho de que esos muchachos y muchachas no tengan que verse forzados a la guerra para luchar por un futuro que merezca ser vivido. Pero esa nueva posibilidad no tiene por qué negar la digna opción de lucha de tantos jóvenes que se rebelaron sacrificando y arriesgando lo más valioso: sus vidas, tras un anhelo de justicia que, dicho sea de paso, sigue tan pendiente como siempre.