“Soy feliz porque todo lo que hice fue por mi decisión”

Testimonio recogido en la ciudad de México por Marcela Salas Cassani

Durante el XIV Encuentro de trabajadoras sexuales en México

Me llamo Shirley y tengo 31 años, vivo en la ciudad de México desde hace nueve años, pero soy originaria de Mérida, Yucatán, donde empecé en el trabajo sexual hace casi 13 años porque tenía problemas económicos. Yo estudiaba por las mañana y trabajaba por las noches, al principio sólo los sábados, después todo el fin de semana y luego toda la semana. Terminé mi carrera, estudié gastronomía internacional y me gradué, pero nunca ejercí. Nunca me gustó ese ambiente, eran muy estrictos los profesores, y me pedían que me cortara el pelo. Entonces me dediqué de lleno al trabajo sexual.

A mí nadie me obligó. Yo decidí hacerlo para ayudar a mi mamá, pues mi papá la dejó, y ella estaba sola. Toda mi familia sabe a que me dedico y lo aceptan, nadie me reprocha nada.

Llegué a México gracias a una amiga que trabajaba acá. La llamé y ella me ayudó a venirme. El principal motivo de venir a vivir aquí es que quería arreglarme. Antes de los cambios que hice en mi cuerpo, me discriminaban mucho, por eso me operé la nariz y la cara (me saqué grasa), me inyecté la frente, tomé hormonas, me puse prótesis mamaria y me aclaré la piel. Me cuido mucho para verme femenina. Mi imagen es muy importante para mí, por eso he invertido  mucho en ella.  Además de las cirugías tomo vitaminas, antioxidantes, compro cremas, tintes y me hago diversos tratamientos en spas.

Desde que llegué he trabajado en Tlalpan. En general me va bien, pero me ha pasado como tres veces que no me dejaban bajar del coche, y me he asustado. A veces me dicen cosas feas, como “eres una puta” o “eres una gorda” y eso lastima. Además, los policías muchas veces te piden dinero, te acusan de robos que no cometiste. Nos llevan a la delegación y nos dicen que si no pagamos una multa nos van a llevar al reclusorio. Yo gracias a Dios, las veces que me han detenido he tenido un guardadito y con eso he podido salir.

Tengo una pareja desde hace un año, él es operador de sistemas en una bodega. Vivimos  juntos y respeta mi trabajo. En general, considero que llevo una vida plena. Me siento bien. Me siento al 100, y soy feliz porque todo lo que hice lo hice por mi decisión, porque yo lo quise.

Mi idea es retirarme pronto, poner un negocio y llevar una vida normal: tener una casa y atender mi negocio, al lado de alguna pareja, aunque no tengamos hijos.

Si todo sale bien, el próximo año me voy a hacer la cirugía para cambiarme de sexo, llevo ya varios meses asistiendo a terapia psicológica dos veces al mes. Hasta ahora no me había podido operar porque el problema era mi peso, pero me he controlado y ya soy candidata.

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