Quince fosas en 15 días, más de cien familias afectadas por la desaparición de uno de los suyos que rompieron el silencio, de ellas al menos 40 denuncias nuevas y muchísima desconfianza. Esa es la cosecha del trabajo de la primera Brigada Nacional de Búsqueda de Desaparecidos, que desde el 11 de Abril se instaló, como base de su trabajo por los campos veracruzanos, en la Parroquia de Amatlán.
En la madrugada del viernes 22, se trasladaron a la ciudad de México a reunirse con autoridades de gobierno y judiciales y, lo más importante, presentar públicamente el resultado de la tarea conjunta que emprendieron los distintos colectivos de familiares de desaparecidos que conforman la Brigada, provenientes de Sinaloa, Guerrero y Michoacán, en dónde ya llevan tiempo practicando mecanismos de búsqueda de restos humanos en sus propias localidades.
Los colectivos se articulan en torno a la Red de Enlaces Nacionales, de la que participan 38 colectivos de familiares de desaparecidos en el país. Para juntar experiencias y compartir saberes fue que armaron la Brigada. Y tuvieron éxito.
“Sin tecnología, sin capacitaciones, sin estudio y sin dinero estamos demostrando al gobierno que le hace falta voluntad, ellos dicen que buscan y no encuentran, nosotros en 15 días encontramos varias zonas con restos humanos”, graficó Mario Vergara, integrante de Los Otros Desaparecidos de Iguala y de las brigadas de búsqueda ciudadana del estado de Guerrero, durante la conferencia en el Centro Prodh.
En la mañana, los integrantes de la Brigada junto a integrantes del Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia se reunieron con Roberto Campa Cifrián, subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación para hacer una evaluación de las intensas dos semanas de trabajo en Veracruz y para empezar a plantearles algunas líneas de una segunda etapa de búsqueda intensiva, que anunciarán en el correr de las próximas semanas.
De la reunión también participaron integrantes de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, de la Comisión nacional de Seguridad y de la Fiscalía del estado de Veracruz.
Uno de los puntos abordados fue la dificultad que representó la tarea en el estado, ya que a pesar de no haber recibido amenazas directas, sí hubo un aviso – una llamada indicándoles que estaban en “tierra caliente” – y muchos “halcones”, es decir, vigilancia.
El otro punto que comunicaron a las autoridades y que es central en lo hallado es que en la mayoría de los casos con los que tuvieron contacto en Veracruz a raíz del trabajo de búsqueda, señalan a la Policía Estatal como el perpetrador de los secuestros de las personas que se encuentran desaparecidas.
Documentar los patrones de los casos del estado era otra de las metas del trabajo de la Brigada. En dos semanas, recibieron unos cien testimonios de casos de desapariciones que no habían sido denunciados en la justicia hasta la fecha, pero sólo 40 de ellos accedieron a hacerlo con el apoyo y acompañamiento de la Brigada y la Red de Enlace. Ese es el otro elemento importante hallado en Veracruz: la evidente falta de confianza de las personas en las autoridades, que no ha denunciado el crimen cometido contra sus seres queridos y que tampoco está dispuesto a hacerlo.
“Detectamos mucho temor de los familiares de víctimas en Veracruz y también es relevante que la mayor cantidad de casos son desaparecidos por el gobierno, donde la Policía Estatal es la corporación señalada,, las familias están en el desamparo y la desconfianza, como en muchas partes del país, donde ya nos solicitaron nuestra participación y, en no más de un mes, anunciaremos una nueva misión de búsqueda”, sostuvo Juan Carlos Trujillo, integrante de la organización michoacana “Familiares en Búsqueda” y coordinador de la Red de Enlaces.
Destaca la presencia de las mujeres en la mesa que presenta los resultados en el Centro Prodh. Tranquilina Hernández, de Morelos, Cuernavaca, que busca a su hija desde hace 1 año y 7 meses. ¿Qué significó poder participar activamente en la búsqueda de restos? “Fue la evidencia de que no estamos solos. Hay una distancia grande desde que comencé a denunciar sola, hasta dar con lo compañeros y poder buscar. En el dolor nos conectamos. Mucha gente nos apoyó en Veracruz y fue lo que hizo posible la tarea” relató a Desinformémonos.
A su lado está Alma Rosa Rojo es de Culiacán, Sinaloa y tiene un hermano desaparecido desde el 4 de julio de 2009. Integra la organización “Voces Unidas por la Vida” con la que ya realizan búsquedas en su estado. “La Primera Brigada operó un cambio en Veracruz, en el temor que tienen las personas para señalar o para hablar de lo que saben o han visto. La gente se empezó a acercar más desde que hallamos nuestra primera fosa, en San Rafael Calería en el municipio de Córdoba. Contribuimos a que esos padres y madres cambiaran el temor por decisión y valentía. Todos lo vivimos eso. El significado especial de lo que ganamos con la Brigada es ese, que el pueblo se levantó y habló, aunque haya sido tantito. Es la muestra de que van a buscar, porque si se quiere, se encuentra. Si no buscan ellos mismos, no van a encontrar nada.”
Rosa destaca la colaboración ofrecida por el cura párroco de Amatlán, Julián Verónica, y de su comunidad, ya que no sólo dieron alojo y alimento a la Brigada durante 15 días, sino que funcionaron como lugar de recepción de las pistas anónimas que señalaron los lugares que permitieron los hallazgos.
“Había una urna en la parroquia para que las personas pudieran dejar sus denuncias. Nos llegaban cartas hechas a mano, con dibujos y planos, a veces muy exactos de dónde teníamos que buscar”
La tarea de la Brigada necesita, a fuerza, la colaboración de las comunidades en dónde busca, porque son ellos quienes guardan esa información, que a veces es un secreto a voces. “En otras ocasiones, encontrábamos personas que nos decían ‘desde hace años se sabe que ahí arrojan cuerpos’”
Las pistas recibidas, por regla, anónimas, eran analizadas en base al riesgo de las zonas señaladas, a los recursos disponibles de la Brigada – que se autofinancia y se sostiene con donaciones solidarias de la gente – a la logística necesaria para acceder a los puntos y la capacidad, esta sí más variable, de confirmar la información recibida, en un trabajo estrecho con las 7 organizaciones de familiares veracruzanas que también formaron parte de la búsqueda.
Por otro lado, la última frase de Rosa refleja la negligencia con la que se mueve la justicia local. Pero más que eso, señalan, se trata de que las investigaciones que llevan a cabo no son más que en el papel. Están atrapadas en la inercia de la burocracia que sostiene que con un escrito se soluciona un caso, cuando, en realidad, hay que estar atento a las líneas del suelo y al color de las piedras.
“La gente creía que nos íbamos a regresar, que no íbamos a poder, porque es una tarea dura y difícil, pero a buscar también se aprende. Cada pueblo tiene su terreno. Nosotros aprendimos a reconocer las tierras por los bordes, si forma como una pequeña montañita al centro puede que haya algo. Si las líneas de la tierra en torno son alargadas, puede que haya una fosa. Aprendimos a reconocer el color de las piedras, si están al derecho o fueron dadas vuelta. Aprendimos a lidiar con las víboras usando ajo en las piernas para ahuyentarlas, porque todo el esfuerzo vale la pena. Es hermoso encontrar un huesito porque sabemos lo que puede significar para una familia.”
Ante el primer hallazgo o indicio de que se la Brigada está frente a una fosa clandestina, le da aviso al Equipo Pericial y de Investigación, que es el encargado de recoger y procesar los restos hallados en los campos. La Brigada sólo hace el descubrimiento de los puntos, el resto de la tarea es oficial, “porque la Brigada no está dispuesta a correr el riesgo de dañar ninguna pieza y que peligre su posibilidad de identificación.”
Entonces, lo que se está gestando es un mecanismo de trabajo conjunto. “Es necesario que los funcionarios públicos aprendan a trabajar bien, en base a los protocolos establecidos y también que se acostumbren a la observación ciudadana de todo el proceso, desde la apertura de fosas o cualquier otra diligencia que se lleve a cabo” explicó la abogada Volga De Pina, integrante del Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia.
Implica un segundo aprendizaje, pero ese, entre las tres instituciones que tienen en su égida casos de desaparición forzada en Veracruz: la fiscalía local, la federal – hay unos 100 casos de desaparición forzada en averiguaciones previas federales en el estado – y en la Subprocuraduría Especializada en investigación de la delincuencia organizada (Seido). “Es un tema de competencias. Cuando la brigada halla un resto, o una fosa con muchos, no tiene forma de saber en cuáles de esas dependencias puede encontrarse el caso al que el resto pertenece. Es algo obvio. También estamos pidiendo que el peritaje de los restos óseos hallados (que ya es monumental, dado que la primera fosa hallada, hace más de 7 días continúa procesándose) se haga en colaboración con la División Científica de la Policía Federal, que tiene más capacidad técnica y puede auditar el proceso local”
Es una forma de que las fiscalías estatales vuelvan a cumplir el papel para el que están creadas, con la guía de otras dependencias del estado y el monitoreo de la ciudadanía organizada. Algo así como sacudirle la modorra de la siesta que viene durmiendo hace años, y que retome su papel investigador lo antes posible. “Es una manera también de volver a zurcir la confianza en la justicia local. Porque lo que esperamos es que de ahora en más va a haber muchos hallazgos. Se va a requerir muchísimo trabajo de localización e identificación. Ya no estamos dispuestos a seguir engordando expedientes.”
Foto: Misa llevada a cabo en el Centro Prodh, tras la finalización de la conferencia de la Brigada de Búsqueda de Familiares de Desaparecidos, viernes 22 de abril // Eliana Gilet
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