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Se cumplen 25 años de la ocupación militar en Chiapas

Redacción Desinformémonos

Foto: Pedro Valtierra

Hace 25 años, con el amanecer de 1995, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional dio a conocer la Tercera Declaración de la Selva Lacandona, en la que propone a la sociedad civil la creación de un Movimiento para la Liberación Nacional. A mediados de ese mes, una delagación zapatita se reúne con Esteban Moctezuma Barragán, entonces secretario de Gobernación y actual secretario de Educación Pública, quien se compromete a lograr un cese al fuego permanente y reabrir el proceso de solución política.

Todo se transforma el 9 de febrero de 1995, día en que el gobierno federal de Ernesto Zedillo Ponce de León y Moctezuma Barragán traicionan el diálogo e inician un proceso de militarización que hoy, 25 años después, se mantiene en todo el territorio zapatista.

A continuación un fragmento del libro El Fuego y la Palabra, en el que se describen los hechos que arrojaron a miles de indígenas a refugiarse en las montañas de la Selva Lacandona y Los Altos de Chiapas:

El 9 de febrero se consumó la traición gubernamental pues, encontrándose en negociaciones previas al reinicio del diálogo, el presidente Ernesto Zedillo anunción y ordenó su detención. El ejército federal destacado en Chiapas inició así una ofensiva militar contra las comunidades bases de apoyo de los insurgentes.

Ese día por la mañana, dos periodistas sostuvimos un encuentro con el subcomandante Marcos quien, visiblemente preocupado, sospechaba ya lo que el gobierno traía entre manos. «Díganles que vamos a ganar», fueron sus palabras de despedida. El ambiente estaba enrarecido pero el dirigente zapatista estaba lejos de imaginar que para esas horas la Procuraduría General de la República ya había detenido, en la Ciudad de México, a la luchadora social Elisa Benavides, acusada de ser la «comandante Elisa»; el ejército se disponía a entrar a las comunidades en resistencia y, horas más tardes, detendrían al historiador y luchador social Javier Elorriaga Berdegué y a Jorge Santiago, acusados de ser dirigentes del EZLN.

Durante los días siguientes el ejército federal avanzó sobre el territorio rebelde de la Selva y Los Altos. A su paso por las comunidades destrozó las rudimentarias casas, robó los utensilios de labranza, rompió en pedazos las mangueras de las tomas de agua, quemó la ropa y se llevó animales de crianza, ante lo cual cientos de indígenas huyeron a las montañas, donde sobrevivieron a la intemperie alimentándose de hierbas. Ante este panorama, se iniciaron movilizaciones en todo el país para detener la guerra y obligar al gobierno a retornar a una solución política. Decenas de miles de personas volvieron a llenar el Zócalo capitalino, al tiempo que cientos de personas se manifestaron frente a las principales embajadas de México en el mundo. Salvo los caciques y ganaderos locales, nadie aplaudió la torpe ofensiva militar que ni siquiera capturó al líder zapatista.

Fragmento del libro «20 y 10. El fuego y la palabra», de Gloria Muñoz Ramírez

A continuación, la carta completa que el Subcomandante Marcos envía a Esteban Moctezuma Barragán el 2 de febrero de 1995, publicada en el diario La Jornada el 11 de febrero de ese año:

2 de febrero de 1995.

Confidencial y secreto.

A: Esteban Moctezuma Barragán. Secretario de Gobernación.

México.

De: Subcomandante Insurgente Marcos.

Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Cuartel General. Montañas del Sureste Mexicano, Chiapas, México.

Señor:

Hace unas horas me enteré del comunicado de la Secretaría de Gobernación reafirmando su voluntad de diálogo. Viene, en ese comunicado, una referencia absurda a un despropósito declarado por el usurpador Robledo Rincón. Ignoro si la Secretaría de Gobernación es ahora vocera del desgobierno del estado de Chiapas, pero ese punto no viene al caso y sólo aumenta nuestra desconfianza sobre sus verdaderas intenciones al buscar el diálogo. Por otra parte me acaban de comunicar el ultimátum que usted se permite dirigir al EZLN en torno a supuestos retenes «fuertemente armados» de zapatistas en el municipio de San Andrés Sacamch`en. «Si no se retiran, serán desalojados por el ejército», dice su amenaza. También aprecio la campaña en los medios de comunicación sobre un supuesto avance de nuestras tropas en la región de Los Altos. Usted sabe bien que los retenes «fuertemente armados» y el «avance de tropas zapatistas» en Los Altos es una mentira. Lo único que había era un puesto civil de revisión para evitar la introducción de armas, alcohol y el tráfico de estupefacientes. Esta es una decisión de las autoridades civiles, no del EZLN. Los mismos medios de comunicación dan cuenta de que las personas que se encontraban en esos retenes NO PORTABAN ARMAS. Por otra parte, en uno de los puestos de revisión civiles se decomisaron 5 kilos de mariguana que iban a tropas federales en el retén militar de Cathé.

Llama la atención que su ultimátum no haga referencia alguna a las violaciones al acuerdo de 15 de enero de 1995, tomado por usted y el que esto escribe, perpetrado por tropas federales en la frontera con Guatemala y que le ha sido comunicado oportunamente. «Son pequeñeces», dirá usted, pero contribuyen al clima de deterioro en la distensión.

Si a usted le están aconsejando que aumente la presión militar para forzar un nuevo encuentro, lo están engañando. Los zapatistas respondemos a las presiones militares con iguales medidas, no nos intimidan las amenazas y puede usted aventarnos encima todos los soldados que guste. Así no habrá solución al conflicto y tenga usted la seguridad que se extenderá por todo el país. Nosotros respondemos a medidas de acercamiento con voluntad de salida política. Así fue como se consiguió el primer encuentro. Si usted aprieta la presión militar pensando que con eso nos sentaremos, se equivoca y esos asesores que tiene no harán sino llevarlo al fracaso.

Recuerde usted que, en la entrevista del 15 de enero de 1995, usted me dijo que muchos pensaban que sólo estábamos ganando tiempo con lo del diálogo; yo le respondí que nosotros pensábamos que ustedes estaban ganando tiempo para preparar la solución militar. Tal vez esto último sea la verdad, tal vez entre las condiciones secretas pactadas por el señor Zedillo para el préstamo de Estados Unidos esté aniquilarnos. Si esto es así, pues pueden ustedes proceder cuando gusten, nosotros combatiremos hasta el último hombre. Nosotros fuimos sinceros cuando nos sentamos a hablar con usted, creímos que en usted había la preocupación que tenemos nosotros: resolver el conflicto sin pérdidas humanas y destrucción. Tal vez nos equivocamos y usted sólo estaba buscando el tiempo preciso para el golpe militar. Lamento profundamente que así sea, existía una oportunidad de paz y sólo fue aprovechada para preparar la guerra. La historia sabrá pedir cuentas.

No volveremos a sentarnos si sigue la presión militar. Nosotros tenemos palabra: no hay ni un solo retén militar armado en las posiciones zapatistas producto de la acción de diciembre de 1994. Pueden ustedes seguir inventando mentiras y seguir apoyando, con sus bayonetas, al usurpador Robledo. Como quiera, él caerá y junto con él, todos los que insisten en sostenerlo en contra de toda lógica política y humana.

Si todo es un pretexto para la acción militar, lamento que el régimen del Zedillo haya decidido mancharse las manos con sangre indígena, y que usted sea cómplice de esta barbarie. Es todo.

Desde las montañas de Sureste mexicano.

Subcomandante Insurgente Marcos

México, febrero de 1995.

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