Foto: Anahí Olmos
Desde inicios del año 2020, la comunidad agraria del pueblo de San Miguel Topilejo ha venido denunciando la devastación de sus bosques, la cual aumentó vertiginosamente tras el encierro por la pandemia de COVID-19. “Los talamontes no descansan; día y noche sacan camiones grandes con madera de árboles de más de cien años,” menciona el presidente del Consejo de Vigilancia de Bienes Comunales del pueblo.
Topilejo: El que lleva el bastón de mando
Al sur de la ciudad de México, en la alcaldía Tlalpan, se encuentra ubicado el pueblo originario de San Miguel Topilejo, colinda al norte con el Ejido de San Miguel Xicalco y la Comunidad de Santiago Tepalcatlalpan; al sur con el Estado de Morelos, Municipio de Hitzilac; al oeste con la Comunidad de Ajusco y el Ejido Magdalena Petlacalco, y al este con la Alcaldía de Milpa Alta; estas zonas constituyen el triángulo de la tala al sur de la Ciudad, el Estado de México y Morelos.
Topilejo tiene sus orígenes en la época prehispánica y fue originalmente habitado por Xochimilcas hacía el año 1,100 D.C. El nombre del pueblo está compuesto por el de su santo patrón “San Miguel” y el topónimo en náhuatl “topilan” que significa “el que lleva el bastón de mando”.
Como pueblo originario, San Miguel Topilejo ha mantenido una estrecha relación con su territorio y el aprovechamiento ancestral de sus recursos naturales, derivando en un extenso conocimiento del manejo, aprovechamiento y cuidado del bosque. Este dominio territorial fue reconocido oficialmente dentro del régimen agrario el 24 de mayo de 1976 adquiriendo el título de “Bienes Comunales de San Miguel Topilejo”.
De acuerdo con el Registro Agrario Nacional y el Plano General, la comunidad recibió el reconocimiento y titulación de una superficie de 10,365.28 hectáreas. Las áreas forestales del territorio están cubiertas principalmente por bosque templado y bosque de oyamel. Es parte de la Región Terrestre Prioritaria de México “Ajusto-Chichinautzin” que incluye a dos Áreas Naturales Protegidas: Cumbres del Ajusco y el Corredor Biológico Chichinautzin.
La importancia de las Regiones Terrestres Prioritarias de México radica en que sus características físicas, así como animales y vegetales que lo habitan, favorecen condiciones importantes, especialmente desde el punto de vista de la biodiversidad.
La importancia de cuidar y preservar este territorio no es sólo para el beneficio del pueblo, sino para toda la Ciudad de México, pues genera una gran cantidad de bienes y servicios eco-sistémicos que benefician a todos los habitantes de la metrópoli, sin mencionar que es un deber cuidar, preservar y defender el territorio del terrible saqueo al que es sometido.
Los guardianes del territorio: Entre la devastación y amenazas de muerte
“Del total de la superficie de la Comunidad Agraria de San Miguel Topilejo (10,365.28 hectáreas) se ha registrado tala clandestina en más de mil hectáreas, lo que corresponde al 14 % de la superficie de la Reserva Ecológica Comunitaria,” destaca el presidente de Bienes comunales de San Miguel Topilejo.
La problemática del saqueo ha llegado a niveles alarmantes, no sólo por lo que significa devastar el territorio, sino porque las autoridades agrarias han sido fuertemente amenazadas por los grupos de talamontes y saqueadores de tierra, las brigadas contra incendios se han visto intimadas por estos grupos, provocando que el combate se vea afectado y dejando incendios activos, ya que se prioriza la seguridad de las y los brigadistas.
De octubre de 2020 a marzo de 2021 la comunidad agraria se ha visto expuesta a más de veinte incidentes de seguridad, que van desde amenazas de muerte, hostigamiento y golpes a personas que resguardan el bosque.
Ante esta situación, la Comunidad Agraria ha realizado aproximadamente 21 denuncias ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente PROFEPA, Secretaria del Medio Ambiente SEDEMA, ante la Dirección General de la Comisión Nacional Forestal y ante las autoridades del Gobierno de la Ciudad de México.
La respuesta de las instancias se ha reducido a la realización de recorridos por los bosques en compañía de personal de la Guardia Nacional GN, SEDEMA y PROFEPA. Sin embargo, la tala ha seguido.
Esta situación, lejos de desanimar, ha generado un espíritu de organización y defensa del territorio, la comunidad agraria está convencida que la defensa de la Madre Tierra es un asunto prioritario, que las luchas para su salvaguardia son necesarias y obligadas, que la oposición y acciones ante los mega proyectos de muerte permitirá mantener la riqueza natural y cultural de los pueblos originarios.
