El romper de la ola: mujeres originarias

Lucía Maina

Del 26 al 30 de noviembre, cientos de personas de América Latina y el mundo viajaron a Buenos Aires para participar del Foro Feminista contra el G20. Detrás de las vallas que blindaron la cumbre presidencial, mujeres viejas y jóvenes, lesbianas y trans, indígenas y urbanas, se reunieron para compartir experiencias y desafíos de uno de los pocos movimientos sociales que crece y avanza mientras la derecha se impone en los gobiernos de diversos países. Compartimos, en esta serie, algunas de las voces que estuvieron presentes en ese encuentro. Entrevistamos a Marilyn, de la comunidad mapuche Cañío en Chubut.

Las mujeres originarias se hicieron presentes. En sus cuerpos, trajeron sus territorios ancestrales, en sus ropas de colores y sus ceremonias, la filosofía del buen vivir y, en sus gestos y palabras, una espiritualidad que chocaba de lleno con el paisaje de una Buenos Aires poblada por las armas y los helicópteros de guerra. Representantes de distintas naciones llegaron, hace algunas semanas, a la capital argentina para alzar sus voces contra los grandes poderes mundiales en las actividades de la Semana de Acción Global contra el G20.

Las mujeres originarias participaron en los foros de feminismo y de bienes comunes, en el Tribunal Ético Popular Feminista contra el G20, en charlas y manifestaciones para compartir sus miradas y para denunciar lo que sus pueblos están sufriendo en estos tiempos. Una de esas mujeres fue Marilyn Cañío, que viajó desde la comunidad autónoma mapuche Cañío a la que pertenece, a unos 50 kilómetros de la localidad chubutense de El Maitén, hasta la ciudad anfitriona de la cumbre presidencial.

Marilyn es, además, integrante del Movimiento de Mujeres indígenas por el Buen Vivir, un espacio nacido a mediados de este año para el fortalecimiento de la lucha de los treinta y seis pueblos y naciones indígenas que habitan en Argentina. Junto a referentes y colectivos feministas llegados desde distintos lugares, habló sobre la situación que vive su pueblo en el marco del seminario internacional “Mundo en convulsión: turbulencias financieras, políticas y tecnológicas. Una perspectiva Feminista”, organizado por la Red de Género y Comercio en la Semana de Acción Global contra el G20.

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(Imagen: Roxana Sposaro)

– ¿Cómo están viviendo este contexto de represión y avanzada contra el pueblo mapuche en tu comunidad?

Vengo de una comunidad autónoma mapuche que queda al noroeste del Chubut, en un pueblito muy chiquito que se llama El Maitén. Vivimos al pie del Cerro León, mal llamado Cerro Azul, donde quisieron consumar un megaproyecto turístico que devastaría completamente el bosque nativo. Hicieron una gran tala, hicieron un hotel en medio de la montaña. Esto lo impulsó el estado municipal y provincial en 2010, que fue cuando, de alguna manera, se visibiliza nuestra lucha ancestral, porque, en realidad, hace más de 150 años que mi familia y mi gente resiste en ese territorio y, recién en 2010, sale a la luz este conflicto. El emprendimiento se paró porque fue todo ilegal: no tuvimos consulta, talaron bosque nativo que está prohibido por ley, no hicieron estudio de impacto ambiental y, sobre todo, ponen a la gente del pueblo en nuestra contra, porque dicen que nosotros nos oponemos al progreso del pueblo. Y estamos pasando hambre, no hay trabajo, entonces la gente cree que el malo es el mapuche porque nos estigmatizan, nos tratan de terroristas porque no queremos entregar los territorios. Y a través de esto es que empiezan a ejercer su violencia, porque, cuando empezó este conflicto, arrancó la violencia, la persecución todo el tiempo, el querer armar causas. Es una lucha constante, vivimos en la violencia continua.

– ¿Cómo es la comunidad? ¿Cuál es la importancia para ustedes de ese territorio?

La comunidad se llama comunidad mapuche Cañío Cerro León. Son alrededor de 2000 hectáreas porque es un cerro completo que estamos defendiendo, donde quieren hacer 19 pistas de esquí. Ahí desarrollamos no solamente nuestra siembra y ganado, sino también nuestra espiritualidad, por eso es tan importante el territorio, porque ahí levantamos nuestras autoridades. Cuando yo digo autoridad, me refiero a nuestras machis, que son nuestras guías espirituales en la medicina, a nuestros lonkos, nuestros werken. Yo vengo como werken, la vocera de la comunidad, a traer la voz. Por eso es tan importante la defensa del territorio, para defender la vida.

– ¿Cuál es la situación legal de sus tierras? ¿Existe algún reconocimiento desde el Estado?

Como nos niegan, ellos dicen que las tierras son fiscales. Al no reconocer nuestra preexistencia, avanzan y nos matan porque dicen que nosotros somos los invasores. Últimamente, venimos resistiendo gracias a nuestra espiritualidad, a la fuerza y a la resistencia en el mismo territorio. Así como lo hicieron mi tatarabuelo, mi bisabuelo, mi abuelo y mi padre, nosotros también estamos en ese territorio.

– Se viene observando una creciente estigmatización y represión del pueblo mapuche desde el Estado, que se expresó especialmente el año pasado con la muerte de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. ¿Cómo están viviendo estos cambios en las comunidades?

El cambio ha sido más violencia. Quizás antes no salía a la luz, siempre tiene que haber un muerto y correr sangre para que reconozcan que existen comunidades originarias en los territorios. Recién cuando desaparecieron al compañero Santiago, se da a conocer nuestra lucha ancestral, pero a raíz de una desaparición forzada seguida de muerte. Ahora, se cumplió justo un año de que mataron a Rafael Nahuel por la espalda, cuando estaban velando a Santiago, y los medios tapan todo esto diciendo que era un enfrentamiento contra una guerrilla mapuche. Todo el tiempo esta la persecución, la violencia: ahora, recordando esa muerte de nuestro weichafe Rafael Nahuel, empezó la persecución, empezaron a golpear y encarcelar a mujeres. Y los niños quedan muy marcados con eso, porque nadie habla de los niños, que son el futuro, nuestros retoños, y ellos ya crecen con ese grado de violencia porque los separan de sus madres mientras las golpean, ven toda la violencia racial y quedan marcados con eso. Hasta el año pasado, los precintaban.

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(Imagen: Roxana Sposaro)

– ¿Podrías contarnos el contexto en el que se dio el asesinato de Rafael Nahuel, ahora que se conmemora el aniversario de su muerte?

A Rafael Nahuel lo matan defendiendo la tierra. Porque, cuando empieza el despojo de los mapuches, los mandan a las ciudades, a las villas, entonces era una necesidad levantar una machi, que son nuestras guías espirituales. Y para levantar nuestras espiritualidades, nosotros necesitamos el territorio y esta machi tenía que levantarse sí o sí, porque si no se levanta, podés morir espiritualmente. Entonces, era tan necesaria esa recuperación que el compañero acompaña esa resistencia, van a recuperar esa tierra, que es tierra de sus abuelos, y Parques Nacionales cerró todo el lugar. Una vez que se despoja a los mapuches, ellos empiezan a quedarse con esos espacios. Entonces, a raíz de esa recuperación, matan al weichafe.

– ¿Cómo viven la presencia de Gendarmería? ¿Ha crecido en los territorios?

Ahora, empezó a ser un poco más fuerte su presencia en los territorios mapuches, como que ya están instalados. Generalmente, están todo el tiempo persiguiéndonos de alguna manera, viendo dónde estamos, cómo nos movemos. Ellos resguardan los campos que estos grandes terratenientes nos robaron. Entonces, de alguna manera, nos persiguen y, cada vez que se arman concentraciones pidiendo justicia, ahí aprovechan para reprimir.

– También sos parte del Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir. ¿De qué se trata este movimiento? ¿Qué implica el lugar de las mujeres en este contexto?

Este movimiento surge de la necesidad de visibilizar la lucha que llevamos las mujeres originarias, no solamente mapuches. Treinta y seis naciones participan del espacio. Si bien, como sabemos, el estado argentino se levanta a raíz de la muerte de muchos pueblos originarios, quedamos su descendencia. Entonces, lo que vamos haciendo es hermanarnos con esas mujeres de norte a sur, para juntarnos y armar la lucha desde el lugar de la mujer, porque todas tenemos nuestro conocimiento ancestral y la defensa de los territorios. Entonces, la idea de ese movimiento es fortalecernos y que las luchas salgan a la luz.

 

Publicado originalmente en La tinta

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