México tiene el reto de asumir todas las dimensiones de la migración: interna, de tránsito, de retorno, inmigración y emigración. Pero, especialmente, de recepción de migrantes. Por esto, el país debe cambiar las formas de recibir a las personas que llegan de Centroamérica y de otros países azotados por los fenómenos meteorológicos, las violencias y las desigualdades, refirió la Dra. Liliana Meza, coordinadora de la Maestría en Estudios sobre Migración de la IBERO.
La especialista en mercados laborales globales y migración recordó que México dejó de ser un país expulsor de migrantes en los años 90, del siglo pasado, para ser un país de tránsito. De acuerdo con sus registros, por el territorio mexicano pasan alrededor de medio millón de personas que cruzan por la frontera sur al año. Su movilidad se compara a la de Turquía. Las grandes potencias ven a México y a Turquía como “tercer país seguro”.
Por los ataques a las Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, México se convirtió en un país receptor de migrantes. Entre 2007 y 2008 cambió el patrón a país de retorno, y con la crisis financiera global del año 2008, México se tomó en cuenta como un país de destino y una opción para crecer. En 2014, el país experimentó la crisis de las infancias de migrantes que viajan solas.
En el imaginario se cree que el perfil del migrante es el de hombres jóvenes, solteros y solos que buscan un trabajo temporal, reunir algo de dinero y regresar a sus países de origen, pero no. Actualmente, las migraciones son de grupos de familiares que viajan. En este sentido, llama especialmente la atención que sean las mujeres las que migran más y dejan a sus hijas e hijos en sus países de origen a cargo de las abuelas u otros familiares, recalcó la académica. En este escenario se observa un alza en los niveles de vulnerabilidad y violencia contra las mujeres.
Por otro lado, las personas migrantes que están llegando a nuestro país cuentan con un bajo nivel de calificación laboral y México no las está capacitando. Estos perfiles de baja calidad presionan a los mercados y trabajadores informales y ambos acceden a salarios bajos, analizó la académica.
“México debe tratar de que haya trabajo decente para todas y todos”. La digitalización y la automatización está tardando en llegar a México porque el mercado laboral ofrece mano de obra con baja calificación. Se invierte poco en tecnología y se apuesta por trabajos de mala calidad, abundó la académica en su videocolumna publicada en el canal de YouTube de la División de Investigación y Posgrado de la IBERO.
Este material se comparte con autorización de la IBERO