Una racha de calor como la que acaba de padecer la mayor parte del país suele conducir a lo que se conoce como estrés hídrico, una condición en la que la demanda de agua es más alta que la cantidad disponible durante un periodo determinado o en la que su uso se ve restringido por su baja calidad.
“Los primeros signos de estrés hídrico se manifiestan en las primeras capas del suelo, las que están más expuestas a la radiación solar, a la temperatura y al viento. La vegetación más sensible al estrés hídrico es la de poca altura, como los pastos, que debido a sus sistemas de raíces de escasa profundidad adquieren un color amarillo y se marchitan luego de varios días de calor extremo y falta de lluvias”, dice Lyssette Muñoz Villers, investigadora del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC).
Dos semanas (incluso una sola) con altas temperaturas pueden incrementar las tasas de evapotranspiración (pérdida de humedad de una superficie por evaporación directa junto con la pérdida de agua por transpiración de la vegetación), lo cual, por un lado, agota las reservas de agua en el subsuelo, que durante la temporada de estiaje son las responsables de mantener el flujo base o el nivel de los ríos, y, por el otro, compromete el almacenamiento de agua subterránea y, consecuentemente, el suministro de ésta a las ciudades.
Una mayor evapotranspiración también puede incidir en la formación local y/o regional de nubes, particularmente las convectivas, lo que favorece la ocurrencia de chubascos (lluvias de gran intensidad y corta duración que a veces vienen acompañadas de granizo).
“En urbes como Ciudad de México, donde la cubierta que domina es impermeable, no toda el agua de lluvia logra infiltrarse en el subsuelo, por lo que se originan escurrimientos superficiales, deslizamientos, encharcamientos y, a mayor escala, inundaciones”, informa Muñoz Villers.
Pronto llegará la época de lluvias… Esperemos que poco a poco los días tengan cada vez más nubosidad para que las condiciones cambien”
Lyssette Muñoz
Investigadora del ICAyCC
Cultivos de temporal
Las altas temperaturas y la falta de lluvias pueden afectar los cultivos de temporal, dependiendo de la fase en que éstos se encuentren, o volverlos más propensos a plagas y enfermedades.
“Yo trabajo en el estado de Veracruz, en la zona centro, que es la segunda región de cultivo de café arábica más importante del país, y hace dos semanas los agricultores me dijeron que estaban preocupados porque el cultivo de café se encuentra en una fase de crecimiento, de floración, y las altas temperaturas y la falta de lluvias comprometen el fruto y los rendimientos de producción. En México, el café es un cultivo fundamental para la economía regional, pero es muy sensible a esos dos fenómenos atmosféricos”, comenta la investigadora.
Otros cultivos de temporal como el maíz y el trigo también pueden sufrir algunos problemas si los días con altas temperaturas y sequía se prolongan demasiado.
“Afortunadamente ya ha habido algunas lluvias locales que quizás aminoren los efectos adversos que tuvimos la semana pasada, sobre todo. Sin embargo, estas lluvias llegan a ser muy intensas, por lo que las capacidades de infiltración del suelo podrían verse rebasadas y no ser aprovechadas por los cultivos de temporal.”
No todas las regiones padecen exactamente los mismos efectos por las altas temperaturas y la sequía. En la evaluación de éstos se debe tomar en cuenta el tipo de suelo de cada una, su vegetación, su población y las extracciones de agua que lleva a cabo.
“Pronto llegará la época de lluvias (en algunas regiones comienza en el mes de mayo; en la zona centro, hacia junio). Esperemos que poco a poco los días tengan cada vez más nubosidad para que las condiciones cambien y las reservas hídricas se renueven. No olvidemos que durante la temporada de estiaje se extrae y consume más agua”, apunta Muñoz Villers.
Publicado originalmente en Gaceta UNAM