Oaxaca, Oaxaca. Conformada por más de 120 jóvenes indígenas hablantes de las 64 variantes lingüísticas de México, la Red de Intérpretes y Promotores Culturales es una organización y espacio donde las lenguas de Oaxaca tienen vida y resisten para existir en colectivo, a través de su trabajo en los centros penitenciarios y de reinserción social.
“Luchar en colectivo no es fácil”, confiesa Eduardo Martínez Gutiérrez, creador y promotor intercultural, hablante del zapoteco en Oaxaca. En entrevista, Eduardo platica e informa de su labor de traducción e interpretación en materia de justicia y salud desde entidad para el mundo.
“Hemos tenido experiencias en cortes de Estados Unidos”, señala al informar que recientemente fueron seleccionados para obtener el premio bianual de “Pluralismo Global”, cuyo reconocimiento otorga el Centro Global por el Pluralismo en Ottawa, Canadá.
Eduardo, originario de Matatlán, Oaxaca, explica que esta convocatoria dura dos años y su proceso también. “Pasamos etapas en las que se hacen entrevistas y vienen personas del centro a conocer el trabajo. Acá llegaron y conocieron lo que hacemos, viajamos con ellos a las comunidades, ingresamos a los centros de reinserción social y se entrevistaron con las personas privadas de su libertad y con nosotros. Analizaron todo y nos informaron que estamos entre los diez finalistas. Somos el único país de habla hispana y estamos muy contentos”, refirió.
Describió que, en el caso de Oaxaca, el tema que resalta es el pluralismo lingüístico y el cultural, y por eso el trabajo que hacen como red quedó seleccionado y será a mediados de octubre cuando se dé a conocer los resultados de los tres primeros lugares y la premiación.
Al preguntarle sobre los retos del pluralismo, Eduardo explica que sigue habiendo mucha discriminación y racismo, por lo que como organización ”ese es el reto”, impulsar desde el Centro las redes de apoyo para obtener fondos y seguir preparándose. “Nosotros lo que hemos observado es una inactividad completa del Estado, un abandono completo de las lenguas indígenas, el trabajo lo estamos haciendo desde las sociedad civil”, recalcó.
Eduardo recuerda que en el último informe de la Organización de las Naciones Unidas, 60 por ciento de las personas privadas de su libertad en Oaxaca no habían tenido acceso a un intérprete, lo cual es una violencia a sus derechos humanos que termina en violencia institucional.
“A la personas se le obliga a renunciar a su derecho a un intérprete y los justifican con que no hay intérpretes. La realidad es que no hay presupuestos para pagarles y no hay un esquema de formación claro en Oaxaca. Por ejemplo, no existe una institución que tenga la transversalidad en materia de interpretación para la formación, pero además que les pague dignamente. Entonces esta violencia es estructural, y lo que se observa es un abandono completo del Estado de los operadores del sistema de justicia”, enfatizó.
El intérprete zapoteco lamentó que en Oaxaca ”hay simulaciones muy fuertes con los proyectos de interculturalidad y no se alcanza a entender la dimensión de la lengua indígena”, además de que regularmente no se apoya para la enseñanza de la lengua. ”Se saca la lengua del resto de la vida comunitaria, la lengua no se puede entender sin la cosmovisión, sin la fiesta, sin el baile. Las lenguas indígenas toman sentido en el territorio, si no se entiende esa vinculación, no se logra nada, y los proyectos se caen”, dijo.
Añadió que, desafortunadamente, si bien el tema de la traducción ha tenido cabida, y un ejemplo es la traducción de sotos en lenguas indígenas, ”la traducción es vertical, porque viene desde arriba”.
Formación política de interpretes, una opción a la resistencia de las lenguas en Oaxaca
En medio de la simulación, el abandono del Estado y la falta de recursos, esta red se organiza en colectivo y avanza. Eduardo señala que lo que han hecho para ello es profesionalizarse a través de la formación política de los intérpretes, para poder entender cuál es el rol que desempeñan ante una estructura colonial y racista.
“Valdría la pena identificar los proyectos que han triunfado desde la autonomía, porque en ocasiones no se trata de una cuestión de dinero, sino de proyectos que han triunfado y que utilizan recursos para mejorar sus condiciones de vida. Sin embargo la intervención del Estado siempre ha sido de imposición”, agregó.
Por ejemplo, dijo que aunque el Estado sí dé un recurso, “te pone muchas trabas para poder justificarlo, entonces sigue habiendo y existiendo un sistema de desconfianza, lo cual no ayuda”. Por eso, recalcó, es importante entender cómo la lengua indígena es de vital importancia, pero que no se hace nada por preservarla, y por ello la tendencia es “la extinción de las lenguas indígenas”,
Finalmente, reconoció que el Estado juega un papel real en la eliminación de las lenguas, pues la política sigue siendo la castellanización.
“Como traductores estamos trabajando solos para buscar caminos de profesionalización, que tengamos un pago digno, y lamentablemente desde el Tribunal Superior de Justicia no hay un padrón, no actualizan la presencia de intérpretes, les pagan cinco meses después, no se les garantiza la seguridad y lo mismo pasa desde el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI), donde no hay capacitación, no hay formación de intérpretes, y desconocen cómo funciona el sistema. Entonces la contraparte está en nosotros”, concluyó.