Recuperar la razón de ser de la escuela: la comunidad

Héctor Peña

Fotos: Escuela Secundaria Técnica (EST) No. 34

AGROECOLOGÍA EN LA SECUNDARIA TÉCNICA 34 DE JOJUTLA, MORELOS

Este solsticio de verano de 2023, estudiantes y personal de la Escuela Secundaria Técnica (EST) No. 34, ubicada en el municipio de Jojutla, estado de Morelos, en conjunto con el Instituto Cultural Autónomo Rubén Jaramillo y los comisariados ejidales de La Tigra, El Mango, El Zapote, El Jicarero y San Pablo Hidalgo, así como pobladores de los municipios aledaños de Amacuzac, Tlaquiltenango, Zacatepec y Puente de Ixtla, se dieron cita en la plaza cívica de la EST 34 para dar inicio a los trabajos del primer Foro regional sobre recursos alimenticios de la región selva baja caducifolia y su proyección hacia la soberanía alimentaria comunitaria.

Este encuentro tuvo como propósito impulsar un diálogo de saberes entre alumnos de escuelas secundarias técnicas agropecuarias de la región sur de Morelos y habitantes de los ejidos circundantes sobre las fuentes de alimentación tradicionales y ancestrales que provee el ecosistema regional. La historiadora local Carolina García Sánchez compartió una conferencia sobre la alimentación de los zapatistas en tiempos de la Revolución, que enmarcó el contexto y la importancia de conocer las fuentes de alimentación naturales disponibles alrededor. Los alumnos participaron con la interpretación de corridos zapatistas y una puesta en escena sobre los tiempos de la Revolución. Las mesas de trabajo, planteadas por tipo de recurso alimenticio regional —acuátiles, aves, flores, frutos, insectos, mamíferos, raíces, reptiles, semillas, tallos y hojas—, seguirán construyéndose en la labor conjunta cotidiana entre agricultores y estudiantes de la EST 34.

En su reciente visita en junio pasado, la secretaria de Educación le entregó a la EST 34 un reconocimiento como la primera secundaria con modalidad agroecológica del país. El trabajo que han desarrollado desde hace cinco años se fundamenta en las dimensiones y principios de la agroecología, la Declaración de Nyéléni para la Soberanía Alimentaria, así como en las metas de los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030 y el marco del diseño curricular propuesto por la Nueva Escuela Mexicana. Sin embargo, como comentó la misma secretaria de Eduación, la EST 34 está yendo mucho más allá de los planteamientos educativos oficiales.

EDUCACIÓN AGROECOLÓGICA BASADA EN LA COMUNIDAD

Antonio Real Hernández, director de la EST 34, nos cuenta en entrevista sobre el origen y rumbo de esta iniciativa pionera de educación agroecológica comunitaria.

De dónde surge este proyecto

Fue un acto de resistencia de no someterse al sistema dominante de encuadrarnos en un salón, en un plan de estudios que es ajeno a nosotros, que es nacional y que en muchos casos no tiene ninguna relevancia para el muchacho en su comunidad —programas de estudio que no están ni actualizados ni contextualizados, que alguien los diseña y lo que se imaginan o creen desde su visión que debe enseñarse, que debe hacerse llegar. Entonces fue un acto de resistencia de decir, por qué, por qué tenemos que seguir. Si sabemos de los muchachos, después de un diagnóstico que hicimos, de sus hábitos alimenticios, sus hábitos de consumo, y sobre todo esa separación, esa ruptura con su medio ambiente inmediato. Antes no sabían ni qué era selva baja, y eso qué es. Especies nativas, y eso qué es. Cuando se supone que en los programas debían de saberlo, pero sin embargo no trasciende. Entonces, darnos cuenta que el alumno está siendo cada día más ajeno a su comunidad, a su contexto, y lo estamos sacando a un mundo irreal, a una nube, como se dice ahora, cuando debiéramos tener los pies bien puestos sobre la tierra, sobre la comunidad.

Entonces de ahí nace la resistencia, es decir, por qué tenemos que hacerlo. Si tenemos capacidad y tenemos potencial en los jóvenes, en la escuela, en el contexto inmediato, si hay gentes que están haciendo lo mismo que nosotros, aunque sea en otro espacio, en otro contexto. Yo siempre he pensado en Rubén Jaramillo, su valor de enfrentarse a un sistema, con qué, pues con nada más que con la voluntad y con el ejemplo de decir, sí se puede, sí se puede cambiar y muchas cosas se pueden cambiar. Entonces de ahí que lo tomamos siempre como un acto de resistencia, de poder cambiar.

Cómo empezaron

Hace cinco años empezamos a criar lombrices, empezamos a tener los gusanos comestibles, empezamos a hacer compostas, como parte de los contenidos de biología. Biología tenía un campo temático que se llama nutrición humana y biodiversidad, entonces de ahí empezamos a darle forma. Empecé con esta compañera bibliotecaria, un prefecto, un intendente y una maestra de computación, era el equipo de los precursores. Y empezamos a darle, a buscarle, a enamorar a los muchachos, a irlos adentrando, que conocieran, que vieran cuáles eran los beneficios, que se fuera contextualizando el programa de biología.

A partir de hace ya tres años, cuatro años propiamente, empezamos el primer programa de agroecología con primer año y ya salió la primera generación el año pasado con una formación agroecológica, pero era un solo grupo y sólo lo llevó la maestra de primero, segundo y de tercero. En este ciclo ya implementamos los tres talleres, así de lleno los tres grados, nos olvidamos de todo lo demás y ahí van los programas: entomocultura, que abarca todos los insectos útiles; agroforestería, todas las especies vegetales y algunos animales que se pueden combinar con pastoreo, como los borregos, los guajolotes, por ejemplo; y la gastronomía, que es enseñar a consumir adecuadamente, enseñar a aprovechar los recursos que tenemos para una alimentación saludable.

Ahí empezó. Hoy ya tenemos los programas, ya tres docentes, uno en cada taller. Vamos a cumplir el primer ciclo, vamos a evaluar qué tanto hemos avanzado, pero más que nada es que el alumno esté haciendo. La filosofía central de secundarias técnicas es saber hacer, no solamente hacer por hacer, sino saber qué hacer. Nos hemos enfocado mucho al aprendizaje situado, que es conocer, hacer y reflexionar lo que estoy haciendo. Por qué lo estoy haciendo, por qué es importante que lo haga, por qué necesito hacerlo en un momento dado. Por qué tengo que comer pinole en vez de un producto industrializado. Por qué hacernos nuestro propio chocolate criollo en vez de comprar uno de marca. Esa es la parte importante de la reflexión, reflexionar por qué lo hago, por qué lo estoy haciendo. Y eso desde Célestin Freinet, allá en los años 50 lo planteaba ya. La escuela ausente, decía él, el fuera del salón, los paseos, el huerto escolar, la cooperativa escolar, los periódicos murales, todo eso es aportación de Freinet. De ahí ya Paulo Freire con la educación liberadora en Latinoamérica retoma muchos principios de Freinet, pero Freinet es la base.

Y bueno, viendo a los campesinos, viendo a los comuneros, a los ejidatarios, la manera de transmitir el conocimiento, de vente chamaco, te voy a enseñar cómo se hace, no traigas cuaderno ni nada, simplemente vamos a hacerlo, y mañana otra vez y otra y otra, hasta que queda interiorizado, queda fijo ya en las redes neuronales, como dice la neurociencia. Porque la agroecología no está peleada con el avance científico. Muchos dicen que es es algo ancestral, que es casi, casi arqueología. No es cierto. Es hacer una magia entre lo ancestral, lo tradicional, y qué me está ofreciendo ahorita la ciencia, la tecnología. Ahí está el riego por goteo, por ejemplo, el riego por microaspersión. No estamos peleados que tenga que ser con cubeta porque así dice, no. Lo que no sea agresivo contra el ambiente, es apto para la agroecología. Lo que es agresivo con el ambiente, cancelado, anulado.

Entonces, por ejemplo, con el pinole, que es ancestral, los muchachos hicieron sus estos que hacen con chocolate, hielo y café, un frappé de pinole, y entonces hacen la magia, el puente de algo ancestral, tradicional, con algo que ni es mexicano, pero lo usamos, entonces estamos comiendo sanamente. La fruta con chile, pero chile que es de las comunidades, chile criollo que nosotros compramos (no lo hemos producido todavía), se tuesta, se muele, se hace polvito y ése es el que usamos.

Qué diferencias hay con otras modalidades educativas

Están las secundarias técnicas agropecuarias, pero ellos siguen manteniendo los modelos industriales de agricultura, ganadería, conservación de alimentos, lo mismo. Es un manejo a través de cooperativas; la cooperativa te da una utilidad al fin de año, entonces buscan que el alumno se lleve 50, 100 pesos, 200 pesos. Aquí para nosotros, la agroecología no es para eso. La agroecología es alimentación saludable, protección del ambiente y salud ambiental, salud emocional, salud física del sujeto.

Entonces no concordamos, y esa es nuestra discrepancia. Es que el sector… no, no, aquí no hay sectores, aquí son áreas agroecológicas, y es un solo sistema de producción agroecológica. Todo está relacionado, basado en la comunidad, y además hay una comunidad biológica. Nosotros trabajamos mucho con los desintegradores, los olvidados, los hongos, las bacterias, los saprófitos, los autótrofos, los saprótrofos. Yo siempre les digo, la alimentación saludable empieza aquí en las compostas, aquí empieza, de aquí nos vamos a donde quieras. Entonces trabajamos mucho con esa parte de la desintegración, ahí empieza.

Ahorita los nuevos programas de estudio tienen una parte que se llama codiseño, que son contenidos adicionales nuevos, que no están ahí, que según el contexto deben de o pueden incorporarse. Entonces el profe de geografía incorporó un contenido específicamente de la selva baja caducifolia. Les dijo, a ver empiecen a investigar, una imagen, búsquenle, busquen información. Y ya los muchachos presentaron la información. Así hemos ido concatenando lo que van aprendiendo en los talleres con las asignaturas.

Cómo ha sido la reacción de los estudiantes

Encantados los muchachos, la verdad. Me acuerdo las primeras siembras que hicieron, de rábano, y la maestra les decía pues se lo llevan a su casa o ofrézcanlo a los compañeros aquí, a los maestros. Y a cuánto, no pues a cinco. No, si trabajamos muchísimo, por qué cinco pesos. Entonces empiezan a darse cuenta del valor de su trabajo. Por qué cinco pesos si yo estuve aquí en el sol, estuve regando, estuve… No, necesitan dar veinte pesos por eso. Entonces ahí hemos hemos tendido puentes generacionales, algo muy importante. Pasó con la primera vez que se hizo el pinole. No teníamos la cocina, ahí en cuatro piedras pusimos un comal y en un tronco un molino y órale, pero ahí van. Entonces llevaron el pinole y llegan a la casa donde hay abuelos o viejos, y entonces el abuelo dice: yo cuando era niño comía pinole. Entonces de repente se salta una generación del papá ignorante y el joven dialoga con el abuelo. Cuando le habla de chocolate criollo, no pues en mi tiempo nos comíamos el chocolate, nos hacía mi mamá el chocolate con un pan. Y entonces de repente empieza a cerrarse esa brecha, porque es uno de los objetivos también de la agroecología. La agroecología tiene objetivos sociales, económicos, políticos y ambientales. Es todo un sistema de vida, no es una posición solamente. La cohesión familiar, la cohesión comunitaria a través de la producción alimentaria.

Entonces de repente llegaba el hijo con un pepinito, ahí está, yo lo produje, yo lo cuidé. Incluso me acuerdo cuando tenían una fila de melones y de sandía, cada equipo tenía una planta y ya tenía nombre, el equipo le ponía nombre, ya decían cuiden a fulano, cuiden a mengano. Es esa apropiación que hacen, pero es la vida misma, la vida con la vida. Esto es una mugre de metálico, inerte, pero cuando estamos la vida frente a la vida… Con las abejas, los muchachos de repente se sentían fascinados.

Hacia dónde va el proyecto

Bueno, ya nos dieron reconocimiento oficial, era el primer paso —reconocimiento oficial como escuela agroecológica, la única a nivel nacional, por la visita que hizo la secretaria de Educación. Lo que decía alguien, qué te parece, no, quiero que lo vea. Y así como anduvieron ustedes, anduvo la maestra Leticia, pegado yo con ella y los muchachos, o sea, comprobó lo que tenemos de la voz de los muchachos.

Ojalá hubiera más escuelas así. No es una pose mía, pero pues una escuela no es nada, una escuela no significa nada. Dicen que una golondrina no hace verano. Por lo menos en Jojutla, hay cuatro escuelas agropecuarias aquí en esta zona, mínimo ya deben estar trabajando con este modelo. O en Morelos. Esa es la perspectiva que tenemos. Pero como no encuentro interés, pues con Vicente nos fuimos a los ejidos.

Hoy fue el primer momento de encuentro y eso es importantísimo, fundamental para mí. Es emocionante, es increíble. Primera escuela, te aseguro, en que han estado los comisariados ejidales. Primera escuela, te aseguro, que están los comisariados que no es una clausura ni es Día del Padre ni Día de la Madre, que venimos a algo muy específico, que es los recursos alimenticios de la selva baja caducifolia, que es donde estamos insertados. Nuestro modelo agroecológico es un modelo para este contexto, no puede aplicarse en otro contexto, está hecho para la selva baja caducifolia. En algún momento, si va a la zona media del estado, tendrían que cambiarse algunos parámetros; si va a la parte norte, otros, pero finalmente los fundamentos son los mismos: cuidado ambiental a ultranza, respeto a los desintegradores, a los productores, a los consumidores; y finalmente, la alimentación saludable.

LA ESCUELA YA SE BRINCÓ SU CERCO”

Vicente Parra Sosa, del Instituto Cultural Autónomo Rubén Jaramillo, añade algunos pensamientos a la conversación:

Pues yo pienso que estamos en el camino correcto, desde lo que hemos venido manejando, insistiendo, allá cuando iniciamos en los 80, de tratar de abordar un tema, que en ese momento se traducía como el manejo de los desechos. Pasa el tiempo y nos damos cuenta que hablar del medio ambiente, hablar de alimentación saludable, pues no se atora, no se queda ahí.

Entonces partimos de eso, de que pues finalmente era el punto de partida. Todo eso nos fue llevando a ir buscando otros vínculos, hasta llegar aquí, con el maestro. Por ahí alguien en casa le dijo, por ahí encuentras otro loco igual que tú y entonces ya somos más. Y hoy pues acabamos de ver que hay otros locos más que se están sumando y qué bueno. La parte más complicada era ésa, convencer a los dirigentes de los ejidos, los comités de los comisariados ejidales, de hacer suyo este trabajo de hacer eco y tratar de replicar.

Entonces llama mucho la atención también en los ejidos que ya la escuela pues se brincó su cerco, y que en nombre de la escuela se han impartido talleres, como es el cultivo y manejo de la soya, el aprovechamiento de la soya para mejorar la dieta en las comunidades. A los amigos de Xicatlán los acabo de conocer de una manera incidental y es de esa gente que también no se limita, que no se cierra, dice vamos, nos interesa, y la mejor prueba es que se apuraron a ordeñar y aunque sea tarde llegaron, y llegaron con algo que compartir, porque siempre les digo, es una compartición de experiencias, de conocimientos, de saber, es rescatar esa memoria de los pueblos, porque finalmente es eso, cómo se va perdiendo.

Yo mismo me quedaba con la idea del tepache, que se hierve la cáscara de piña y tienes tepache rápido, pero esa forma ancestral de decir, ésta es la semilla y aquí vamos a inocular la siguiente y así sucesivamente. Lo vemos con las levaduras, dice pues no te compliques, es el granito, ponlo, mezclas y ya tienes levadura lista para elaborar el pan. Esta gente nos decía también que nosotros para cuajar actualmente la leche que cosechamos usamos cuajo líquido y no debe ser así. Y faltó, no trajeron a una señora, porque a lo mejor consideraron que no era el momento, pero nos decía, tenemos la persona que sabe preparar el cuajo hasta de chiva, de venado, y son cuajos preparados finos. Entonces es ese rescate de los saberes, porque finalmente ése es un reto, y pues ahí vamos tratando de avanzar, de cumplir objetivos y de sumar, sobre todo, de sumar.

LOS ALUMNOS SE ADUEÑARON DEL CONOCIMIENTO”

Yolanda Marmolejo Valdovinos, bibliotecaria de la EST 34, se incorpora a la conversación. Su hijo se graduó con la primera generación y nos cuenta cómo ha vivido este proceso:

Mi hijo llevó a la práctica todo lo que aprendió de aquí. Él se sintió muy bien en la escuela, muy feliz, porque aprendió cosas nuevas. En casa hacía composta, plantaba semillitas de hierbabuena, epazote, rábano, cebollín. Germinados también hizo él, en botellas de plástico. Él se ponía en su cuarto, y no me toquen eso porque es de mis germinados. Iba y hacía su riego. Sembró calabaza.

Muy diferente de otras escuelas. Aparte pues ya traía eso en la sangre, porque mi esposo fue ganadero, le gustaba el campo, sembraba. Fue porque ya dejó, se vendió el ganado, era de los que más sembraban en Teques. Mi niño sigue en eso, de hecho apenas hizo un proyecto enfocado a la agroecología para un examen que tenía que presentar.

Que la Secundaria Técnica 34 esté haciendo este tipo de proyectos con el alumnado es lo mejor, porque si se dan cuenta, la juventud de ahora ya no sabe hacer nada, no sabe ni lo que es el campo ni cómo sembrar ni cómo hacer un surco, o plantas medicinales que también han desaparecido. Entonces siento que la pienso y aseguro que la Técnica 34 es una buena opción, para que el alumno tenga ese conocimiento de todo lo que nuestros ancestros dejaron.

El director confirma sonriendo: Los alumnos se adueñaron del conocimiento.

UNA VISIÓN DE FUTURO

Le preguntamos al director Antonio Real Hernández, para cerrar la conversación, qué es lo más importante que se está logrando en la EST 34:

El neoliberalismo nos ha quitado la idea del futuro, nos ha quitado la perspectiva de un futuro, de la ilusión de vivir, de la ilusión de estar aquí. Nos han vuelto consumistas, nos han vuelto casi perentorios. Hoy disfruta, gástate, logra lo que quieras, porque mañana quién sabe, cuando no era así. En la selva baja había tres tiempos: frío, calor y lluvia, bien marcados, y había alimentos específicos en cada época y actividades en cada época. Entonces ya tenías las fiestas patronales, la fiesta del pueblo, que generalmente era una vez al año, y ya la esperábamos y nos preparábamos para esa fiesta. Había una visión de futuro, había una perspectiva de más allá de hoy, un mañana que esperábamos. Hoy se ha perdido eso. Entonces la agroecología se fundamenta en eso. Decía la maestra Leticia, los alumnos deben ser felices; me dijo, encontré en esta escuela alumnos felices, porque los vi, los vi felices, los sentí felices.

Finalmente es alcanzar la plenitud, la felicidad, la armonía con la comunidad, con el ambiente, el sujeto. Eso es lo que pretendemos, que el alumno se sienta a gusto. Hoy nuestra preinscripción es histórica, porque doblamos la preinscripción. De primera intención tenemos el doble de alumnos. Son 60 chamacos, pero teníamos 30. Puede parecer que cuantitativamente es irrelevante, pero cualitativamente es un logro. Hoy muchas escuelas, y cómo le vas a hacer el siguiente año, el año pasado teníamos 150, ahorita fueron 80-90. Tilsa tiene grupos de 15-20 alumnos, cuando tenían de 30-35. La mayoría su matrícula ha venido así y nosotros hemos ido jalando más, porque pues los papás se dan cuenta que hay un cambio en sus hijos, hay una disciplina, porque finalmente cuando manejas un proceso de producción, tienes que respetar reglas, tienes que respetar tiempos, actividades, tienes que guardar cierta distancia en algunos momentos, y eso va creándole al sujeto una disciplina frente a la vida. Hoy toca regar, hoy toca quitar hierbas, hoy toca cosechar, hoy toca comerlo, y ahora hay que levantar lo que quedó para la composta, y volvemos a sembrar.

Ese ciclo, el futuro, la visión de futuro, lo vuelves a hacer. Pues ya fui, compré, me lo comí, mañana quiero, voy y compro. No, es estoy cuidando, voy a cosechar, voy a levantar lo que quedó, voy a preparar el terreno, vuelvo a sembrar y vuelvo a tener mi producto. Esa visión de futuro que se va creando a través de un proceso de producción, qué importante es la visión. Y al alumno le dices, vamos a hacer tu vida, tu futuro, con la siembra. Lo que decía alguien cuando vio a los muchachos haciendo tortillas, hombres y mujeres por igual. Ahí está la lección más grande de equidad de género, sin discursos ni nada, simplemente órale, a hacer sus tortillas y contentotes haciendo tortillas. Vivido, la experiencia vivida, no el discurso vacío, sino estar inmerso en la vida, en el contexto, la contextualización, el vínculo entre la escuela y la vida que perdimos, el vínculo entre la escuela y la vida, eso es lo que decía Freinet, la escuela para la vida, la vida reflejada en la escuela. Ese es nuestro sueño.

Y Vicente remata: Recuperar la razón de ser de la escuela, la comunidad.

Más información en la página oficial de la EST 34 de Jojutla, Morelos: https://sites.google.com/view/escuela-secundaria-tecnica34/

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