Foto: Maricruz Montesinos
La llegada de la pandemia recrudeció las dificultades de las mujeres y niñas rurales en México porque desde antes no había estrategias eficientes enfocadas en ellas como productoras, como sujetas de su vida ni para mejorar la infraestructura donde viven, lo que conllevó a que la pobreza, desigualdad, cargas de trabajo en el campo y en el hogar, y la deserción escolar aumentaran, coincidieron especialistas en el tema de cara al 15 de octubre “ Día Internacional de las Mujeres Rurales”.
Al participar en el programa de radio “Análisis Feminista” de Violeta Radio, las expertas explicaron que las carencias de las mujeres y niñas rurales se agravaron aún más con la pandemia debido a que antes las políticas públicas buscaban impulsar que ellas salieran de la pobreza, pero sin herramientas, y ayudaron muy poco a que las menores de edad ingresaran a la escuela, lo que las deja en vulnerabilidad ante los estereotipos de género que en ellas recaen.
“Es un escenario difícil porque dentro de todas esas carencias: menor educación, mayor pobreza, menor desarrollo humano, las mujeres siempre están abajo. Si alguien tiene que dejar la escuela serán las niñas, si alguien tiene que comer menos serán las mujeres porque se privilegia a los niños. Las políticas han ayudado a prevalecer que las mujeres estén sujetas al trabajo doméstico”, detalló la investigadora e integrante de la Red de promotoras y asesoras rurales, Araceli Calderón Cisneros.
En materia de educación, las mujeres rurales mayores de 15 años han estudiado en promedio sólo 6.6 años, cifra que a nivel nacional es de 9 años, además entre las razones principales de abandono escolar se encuentran en un 35.4 por ciento no tener recursos económicos, 14.3 por ciento por unión conyugal, y de cada 10 personas con derechos sobre la tierra, ni siquiera tres son mexicanas, según datos del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres).
Calderón Cisneros agregó que los últimos gobiernos en el país han considerado a las personas rurales dentro de las políticas sociales, pero no de las productivas, por lo que no hay un resultado provechoso hacia ellas porque se olvidan de darles herramientas o mejorar su capacidad para que ellas sean dueñas de su trabajo. Todo ello, dijo, conllevó a que la pandemia perjudicara más esta situación y acrecentó las brechas de género, que en particular afecta a las mujeres.
Además de ello, enfatizó Calderón, no existe una supervisión por parte del gobierno hacia las políticas públicas que desarrollan, y prefieren comprar productos de otros lados porque son más baratos que adquirir los producidos en México, entonces, la ayuda queda en una simulación nada más. “Si sumas a todo esto, y añades, las inundaciones, las sequías, pues se ve más difícil las intervenciones de las mujeres fuera de la casa”, dijo la representante del equipo fundador de Mujeres Organización y Territorio (MOT), Alejandra de Velasco Celis.
Actualmente, según datos citados por las expertas, un tercio de la población rural son mujeres y 43 por ciento forman parte de la mano de obra agrícola en México, por lo que esta población es responsable de más del 50 por ciento de la producción de alimentos en el país. Asimismo, en las zonas rurales viven más de 100 mil ciudadanas, de las cuales 56 por ciento se encuentra en una situación de pobreza.
Resaltaron que aunque las mujeres son productoras también de los alimentos, muy pocas de ellas pueden participar en las reuniones ejidatarias, su voz casi no se considera y tampoco tienen derecho a tierras, sino sólo a vivir en la comunidad. De las pocas que tienen una tierra “son mayores de edad, la adquieren por herencia, no por adjudicación, son más terrenos más pequeños, el porcentaje de mujeres en el comisariado ejidal es del 5 por ciento, esto nos habla de la calidad en la que ellas están siendo propietarias”, añadió Calderón Cisneros.
Por su parte, la defensora Velasco Celis dijo que el actual programa “Sembrando vida” del gobierno (que tiene por objetivo combatir la pobreza rural y la degradación ambiental, con apoyos económicos a las personas que se dedican al campo) ha traído que las población del campo transforme las parcelas, donde siembran el maíz y demás, en otro tipo de tierras para árboles sólo para recibir 5 mil pesos.
Este programa “ha habido un abuso de las tierras que eran destinadas para la alimentación, van tirando bosque, tirando áreas forestales, y quitan las siembras para sembrar árboles. Esta muy desigualdad todo porque para cumplir con la cantidad de árboles pues las mujeres y sus hijas e hijos entran en esto, y se están desgastando en este trabajo que no es visto y que no es remunerado”, detalló.
Frente a este panorama, las expertas llamaron a las organizaciones civiles a apoyar estas mujeres para impulsar sus necesidades, visibilizar su voz, y a colaborar a que los estereotipos de género que recaen sobre ellas sean eliminados. Asimismo, recomendaron que se realicen talleres pequeños con las ciudadanas y niñas en los campos para así promover un cambio poco a poco y que los programas y políticas públicas vigentes hacia esta población sean repensados y cuestionados.
Paz infantil
Aledia Ruiz Sosa, una joven de 16 años, originaria de Oaxaca” está nominada al “Premio Internacional de la Paz para los Niños” 2021 (un galardón que ha ganado la famosa defensora climática, Greta Thunberg) gracias a su trabajo incansable contra el matrimonio infantil en su estado, a través de la campaña “Que las niñas sean niñas, no esposas” con la que busca erradicar esta práctica y proteger a las menores de edad indígenas.
“Estar nominada me hace sentir orgullosa, sobre todo que veo que mi trabajo va dando frutos, y pues me hace sentir muy emocionada”, dijo Ruiz Sosa en entrevista con Lucia Lagunes Huerta en el programa de de Análisis Feminista.
La joven explicó que se interesó en este tema luego de realizar diversas actividades en ello y de conocer la historia de una menor de edad que llegó a un hospital porque iba a tener un parto, pero el embarazo era resultado de violencia sexual, a pesar de ello los padres de la niña la iban a obligar a contraer matrimonio con su abusador, quien era un hombre mayor de 60 años.
“Cuando escuché eso, me resultó algo muy absurdo, que esto pudiera pasar en el mundo, entonces empecé a investigar y no encontré nada que realmente se esté erradicando el matrimonio infantil, pero lo que sí encontré fueron miles y miles de casos de alrededor del mundo, existen 700 millones de niñas que han sido casadas, Latinoamérica es donde el matrimonio infantil no ha disminuido”, apuntó la defensora.
Detalló que su campaña consiste en ir a las comunidades indígenas, dar clases de ballet y pláticas sobre el matrimonio infantil para impulsar en las menores de edad que ellas tengan decisión sorbe su cuerpo y vida, por ello llamó a la población a trabajar en contra de esta problemática a fin de que se sumen varias acciones y se promueva un cambio.
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