Ankara, 7 de abril. Treinta y ocho mil 398 sirios han cruzado la frontera hacia Turquía desde que comenzó la revuelta en el país vecino del sur, según un informe de la Administración de Desastres y Emergencias (ADE) del gobierno turco, pero sólo 24 mil 324 se han establecido como refugiados.
A la par del constante flujo hacia Turquía, la dependencia oficial ha detectado también una tendencia de retorno al territorio sirio que se inició en marzo pasado, al cumplirse un año de que estallaron las protestas contra el gobierno del partido Baaz y el presidente Bashar Assad.
Durante los últimos dos días 102 sirios regresaron a su país. Actualmente hay 8 mil 95 sirios en la localidad de Hatay, 5 mil 498 en la ciudad de Gaziantep, 9 mil 89 en Kilis y mil 599 repartidos en la fronteriza provincia de Sanliurfa.
El gobierno turco ofrece refugio, alimentación, salud, seguridad, educación, comunicación y servicios religiosos a los sirios que huyeron de los enfrentamientos en su país, informó la ADE.
Turquía, alguna vez aliado cercano de Damasco, ha impuesto a Siria sanciones que incluyen un embargo a la venta de armas a las fuerzas armadas gubernamentales.
El conflicto en Siria, que opone desde hace más de un año a una población mayoritariamente sunita a la minoría alauita en el poder, exacerba las tensiones religiosas en Oriente Medio, según analistas.
La revuelta prendió primero en barrios y regiones sunitas del país, como la ciudad de Deraa, cerca de la frontera con Jordania. La protesta se ha militarizado progresivamente y ahora los combates más frecuentes son entre presuntos desertores
del ejército y tropas oficiales.
Los países vecinos están divididos frente al conflicto. Se combina una escalada regional
entre Irán y los países del golfo Pérsico y una tensión religiosa
, explicó Paul Salem, director para Oriente Medio del Centro Carnegie, con sede en Beirut.
Existe también una crispación entre la llamada media luna chiíta
, formada por Irán, Irak, Siria y parte de Líbano, y Arabia Saudita y Qatar, que quieren poner fin al régimen de Bashar Assad por motivos religiosos
, afirma el analista iraquí Ibrahim Sumaidai.
Siria es gobernada desde hace medio siglo por la minoría alauita, emanada del chiísmo. Arabia Saudita y Qatar están dirigidos por wahabitas, quienes defienden una interpretación estricta de la religión y consideran herejes a los chiítas y otras ramas del Islam.
Los dos países quieren armar a los rebeldes sirios mientras los países de mayoría chiíta como Irak se oponen y rechazan la salida de Assad.
Estas tensiones se hicieron patentes en la cumbre árabe de Bagdad, el pasado 29 de marzo. El primer ministro qatarí, Cheikh Hamad, explicó que “el bajo nivel de representación de países del golfo era un mensaje al gobierno de Irak.
No estamos de acuerdo con la política de Irak respecto de una parte (de la población), incluidos los sunitas, que están marginados
, abundó.
De su lado, el primer ministro iraquí, el chiíta Nuri Maliki, también se mostró firme ante Qatar y Arabia Saudita. Rechazamos el envío de armas (a la oposición) y todo proceso que lleve a un derrocamiento del régimen, porque agravaría la crisis en la región
, subrayó el domingo pasado.
La preferencias de Qatar y Arabia Saudita quedaron también de relieve cuando recibieron en días pasados al vicepresidente iraquí sunita, Tarek Hashemi, reclamado por la justicia de su país y en conflicto confesional
con Maliki.
Para Mahjub Zuwairi, profesor en la Universidad de Qatar, la discordia religiosa empezó en 2003
, cuando una coalición liderada por Estados Unidos derrocó al presidente Sadam Hussein, poniendo fin a décadas de poder sunita.
Las monarquías del Pérsico tienen una postura unificada
respecto de Irak, al que consideran secuaz de Irán en lo que se refiere a Siria
.
Irak teme que un poder salafista (radical sunita) suceda a Assad y considera que su sistema laico es mejor que un régimen sunita
, apunta Sumaidai, de origen jordano.
Esta perspectiva religiosa del conflicto sirio es vista como riesgo regional por el ex consejero de seguridad nacional iraquí, el chiíta Muafaq Rubaie, quien advirtió: Al adoptar una postura confesional sobre Siria, los países (dirigidos por sunitas) del Consejo de Cooperación del Golfo juegan con fuego y pueden provocar un incendio en la región
.