La mitad del casi millón de habitantes de Raqa que aún permanecen en la ciudad siria, a 4 mil 200 kilómetros de París, han quedado atrapados por la intensificación de los ataques franceses después del atentado del viernes 13 de noviembre, lo que provoca que los pobladores de la “capital yihadista” no tengan acceso al agua o electricidad.
El intento de comunicación vía telefónica es insuficiente, pues es inestable y la falta de información alimenta los rumores sobre la región. “Nadie sabe quién bombardea dónde. Si son los rusos, los franceses, los americanos o los sirios”, relata Zaher H., refugiado en Alemania pero cuya mujer e hijos permanecen en Siria.
Los vecinos de la ciudad no tienen otra opción más que encerrarse en sus casas, generalmente siendo presas del aislamiento. El control sobre las fronteras ha sido tomado por miembros del Estado Islámico, y los costos que los traficantes imponen para llegar a países europeos son excesivamente elevados, además de que las rutas se han vuelto más peligrosas que antes. “Los traficantes cobran 150 euros por persona para llegar a Turquía, y en Raqa las familias son numerosas y nadie puede pagar ese dinero”, cuenta Zaher H.
Hasta el momento, el cielo sirio es compartido por franceses, estadounidenses, rusos y turcos. Varios expertos militares coinciden en que es momento de desplegar las tropas, sin embargo ninguno de los participantes ha optado por hacerlo.
Con información de El País