Desde lo lejos se presencian los murales de la casa en donde está instalada la radio. Allí la cuidan día y noche los rostros de Lucio Cabañas, Genaro Vázquez, el «Sup» Galeano e incluso de Ricardo Flores Magón con una camisa hipster decorada con estrellas rojinegras.

Presenciar el trabajo de los locutores de la radio (que van desde un maestro de educación física de primaria, un conductor de bicitaxi y hasta el tubista de una agrupación de banda) deja entreclaro que la especialización en el acto comunicativo es una farsa, convirtiéndose mas bien la comunicación en una necesidad de subsistencia comunitaria. ¿O acaso los humanos podemos existir colectivamente sino es con la operación de expresar/comunicar lo que pensamos de tal o cual fenómeno dentro y fuera de nosotros?

En un pequeño cuarto -grisáceo por los tabiques, pero tan cálido por quienes lo trabajan- abundan colguijes, carteles, pinturas, cuadros, artesanías y fotografías de movimientos sociales; está un machete y un paliacate rojo que dejaron los ejidatarios en resistencia de San Salvador Atenco; por otro rincón, un recuerdo textil de la “Villa La Maternidad” en Córdoba, Argentina, quienes luchan desde 2004 contra el desarraigo del territorio; hay un grabado con la consigna #VivasNosQueremos; por otra parte, distintas fotografías de hombres y mujeres zapatistas en Los Altos de Chiapas; y cerca de la puerta que lleva a un pasillito en el segundo piso, está colgada una pieza de cerámica, el componente más simbólico del espacio, tiene marcadas con azul rey las siguientes palabras: «Radio Comunitaria Amilcingo 100.7 / Ponte al 100-7»-

No tienen antenas del tamaño de un rascacielo. No tienen un lobby para invitados ni mucho menos la infraestructura necesaria para que oficinistas atiendan las llamadas de quienes escuchan la estación. Es una casa particular, en la parte de abajo realizan serigrafía y cocinan distintos tipos de pan.

Arriba, los comuneros se turnan en horarios para transmitir sus programas; algunos ponen cumbias de Los Télez, otros ponen banda con Kalibre 50 y la Banda 3 Pueblos, y uno más que viene de Huazulco -que por cierte le caen mal esos géneros- prefiere poner éxitos de rock en español, no obstante, todos y cada uno de ellos tocan temas de realidad política sin censura alguna, enfocando sus opiniones y los de la comunidad en la ratificación de la autonomía, horizontalidad, igualdad y autogestión que se practican en la comunidad.

Algo que le dio mucha fuerza a la radio fue que durante el sismo del #19Sen 2017, este espacio fue un pilar de organización para miles de personas y organizaciones de la sociedad civil de toda la república mexicana que arribaron a Morelos en aras de ayudar en la reconstrucción de decenas de comunidades que terminaron destruidas tras el siniestro. Hasta los progres de VICE pasaron varios días en Amilcingo y aprendieron algo que ha muchos nos han transmitido los compas: REXISTIR.

La radio es tan exitosa en la región oriente de Morelos porque es la unión de comunidades convertidas en la radio misma.