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¿Qué mundo deseamos? Manifiesto para cuestionar el raciclasismo en el audiovisual

Luna Marán

El racismo nos cruza a todes, no hay forma de escapar de él. Pero ahora que somos adultas podemos escoger, en medida de nuestras ganas, qué ver, a quién escuchar, qué historias crear. 

¿Desearías un mundo donde no existieran princesas ni reyes ni billonarios ni poder acumulado en pocas manos? Sí, yo sé que eso no se parece a lo que aprendiste que era deseable. Y ese es el problema: aprendimos a desear la acumulación de la riqueza y del poder; aprendimos que queríamos ser princesas y todos esos cuentos racistas.

Y sí, hay historias que no nos toca contar; es importante que las historias las cuenten las personas que las viven. Que sean reconocidas como creadoras y no como “personajes”. 

Sí, ya sé que da mucha curiosidad ir a ese otro lugar y saber cómo vive la gente de ahí y sus costumbres, pero, ¿sabes?, esa gente tiene muchas historias qué contar y, si no lo hace o no lo ha hecho, no es porque no quieran, es porque hay un racismoaudiovisual. 

Soy la segunda generación de cineastas zapoteco serranos. Si no reconoces sus nombres o no viste sus películas es porque hay racismoaudiovisual. Que no permite que nuestras historias estén en cartelera ni que tengan fondos, ni que tengamos acceso a educación formal o sepamos que esto es un oficio al que podemos dedicarnos. No es casual que no sepas nada de nosotros: pasa por el racismo. 

Sé que en la escuela te hicieron creer que las luces y los lentes son muy importantes, que la cámara se queda quieta como en las películas europeas, que no están saturados los colores; pálidas, así como creemos que es la vida allá. Sé que muy probablemente en todo lo que has visto no reconozcas títulos de cineastas indígenas. Lo sé y es por el racismoaudiovisual. Sé que muchos de esos trabajos decidieron que fueran hechos en video, porque era más acce$$$ible y que toda la generación fuera nombrada como “videasta”. Una etiqueta racista, que hoy entra en desuso porque, queramos o no, ahora todo es video. 

¿En qué momento te conviertes en responsable de lo que consumes, de lo que lees, de lo que escuchas, de lo que ves?

Sí, amigx, tú no tienes la responsabilidad de nacer en donde naciste.

Sí, yo sé que tú no decidiste a qué escuela ir de pequeñx ni qué amigxs tendrías ahí.

Sí, ya sé que no fue tu decisión hacer esos viajes al extranjero con tu familia ni aprender inglés desde el kínder.

Sí, ya sé que tú también concursaste por todos esos fondos.

Que tú te pagaste tus estudios en el extranjero.

Que te regalaron tu primera cámara.

Que no fue tu decisión que tuvieras libros en casa.

Sí, todo eso no fue tu responsabilidad. 

Decidir dónde nacer y qué educación recibimos no es una elección, al menos hasta cierta edad. 

Sí, no depende de ti cambiar todo un sistema que te violentó desde tu primera clase, hasta tu primer trabajo y por el que ahora tú crees que es “normal” que en el set se grite, se viva estrés. O que todo el tiempo estemos trabajando sin una recompensa equitativa. 

Sí, es un sistema, y nosotras habitamos en él.

Como yo no decidí no hablar zapoteco: a mi padre le pegaron para que lo desaprendiera; yo no decidí aprender español, fue una imposición.

Tampoco decidí que en las caricaturas, telenovelas y programas de televisión no aparecieran personas morenas/prietxs; tampoco decidí que no se hablaran otras lenguas, no fue mi responsabilidad. 

A veces/siempre no depende de unx qué ver en una plataforma digital, aunque lo parezca, no es nuestra decisión que sólo veamos ciertos cines.

Tampoco fue mi decisión que lo que quería estudiar estuviera a 17 horas de donde vivía; lejos de la comodidad de estar con mi familia, de la comida de mamá. 

El racismo/raciclasismo es un sistema y nosotras habitamos en él.

Una vez una persona de piel blanca y cabello rubio se cuestionaba: «no sé porqué la gente piensa que yo puedo conseguir dinero».

Sí, amigx, vivimos en un sistema racista que privilegia la piel blanca y los que la tienen cuentan con más probabilidades de ser lo que desean ser, hacer lo que quieran hacer, vivir como quieran vivir.

Y sí, no es tu responsabilidad.

Pero, entonces, ¿qué responsabilidad hay ahora que somos adultas y que sabemos que esto es sistémico?

En el foro de Cineastas Indígenas en el 2019 que organizó el Festival Internacional de Cine de Morelia lanzamos la pregunta «¿Qué es lo que tienen que hacer los no indígenas?» ¿Te acuerdas de la pregunta? «¿Qué les toca hacer a los hombres frente a la violencia de género?»

Sí, las respuestas son complejas y difíciles de asimilar. No es un asunto sólo del color de piel, también influye el lugar en el que naciste, la escuela a la que fuiste, los amigos que tienes, las lenguas que hablas. 

Cuando hablamos del racismo audiovisual no podemos dejar de nombrar que, si bien es un asunto sistémico, habita en nosotrxs cuando decimos: «está feo/fea», «no me da confianza», «prefiero trabajar con gente de mi escuela» o «sólo si habla inglés», etc. Hay tantas expresiones del raciclasismo que no nos preguntamos, porque estuvo ahí antes de nosotras, y lo aprendimos de nuestros seres queridos, nuestras madres, nuestras tías, nuestras abuelas. 

Aprendimos que lo prietx era feo, que hay que temerle, que son sucios/as, que no saben, que hacen mal las cosas. 

A veces no estamos de acuerdo ni con los padres, ni con los abuelxs, y eso es muy importante,  nos recuerda y nos habla de los valores que compartimos y los que no. Pero hay que cuestionarlos y confrontarlos; no son perfectos, como tampoco nosotrxs los somos, pero sus historias son importantes para recordarnos de dónde venimos y saber qué nos toca hacer, o qué nos toca confrontar, qué pactos continuamos y qué pactos decidimos romper. 

Entonces, ahora que somos adultxs, que sabemos que esto es sistémico, ¿qué nos toca hacer?

La cancha no es pareja, construir un mundo equitativo no es un deseo que podamos cumplir de la noche a la mañana, pero podemos empezar a desearlo. Para desear otro mundo hay que aprender a imaginarlo: ¿cómo sería ese mundo no racista?

Y ahí es donde nuestras historias son importantes e imprescindibles: necesitamos aprenderlas. 

Nosotrxs, desde estas tierras que llevan 500 años en resistencia, tenemos muchas historias: las de nuestras abuelas, de cómo nos salvaron, nos sanaron, nos cuidaron, de cómo nos defendimos, de cómo seguimos defendiéndonos.

Si decido hacer mis películas con un celular será porque, seguramente, es la cámara a la que tuve acceso, y sí, seguramente mucha gente pensará que eso “no es profesional” porque eso es racismoaudiovisual.

El acceso a la tecnología es un asunto de clase. 

Para imaginar otro mundo no racista hay que tener la imaginación rebelde, una donde dejaremos de idolatrar el dinero, la riqueza, el poder y la violencia; sí, porque tenemos que aprender a desear otros valores: la vida, la armonía, el consenso y los acuerdos, la compartencia, la fiesta. 

Por eso en las películas que hago hay mucha fiesta, porque la fiesta es la celebración de la vida, de esas otras vidas.

Te invito a que dudes de todo eso que aprendiste en la escuela, de tus maestrxs, de tus ídolos, de los que te dijeron que eras talentosx. Por que ellos también lo aprendieron de sus maestrxs e ídolos y nos han tratado de engañar, porque el talento no existe, sólo los amigxs, la constancia y la ganas. Pero para que sean equitativas nuestra constancia y nuestras ganas tenemos que habitar un mundo distinto y para que este exista hay que desearlo.

¿Te gustaría?

Quédate con nosotras: Ángeles Cruz: Filmar la diversidad en sus propios términos.

*Luna Marán. Alebrije serrano zapoteco, se dedica a hacer historias que dibujen una representación digna del mundo en el que creció y vive.

Publicado originalmente en Lumínicas

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Una Respuesta a “¿Qué mundo deseamos? Manifiesto para cuestionar el raciclasismo en el audiovisual”

  1. Gracias por mostrar y enseñar. Es importante replicar la crianza del amor, de que somos personas diversas, que podemos compartir y señalar desde la horizontalidad. Agradezco que esta iniciativa sea para todas, poder transformar de poco a poco en este camino. Avancemos al unísono

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