Cine para ver

Alberto Cortés

¡Qué bello es vivir!

Son tiempos ominosos para la belleza, se impuso el mal gusto como sello del poder, el espectáculo que presenciamos nos muestra los peores instintos y reacciones emocionales de una dramaturgia elemental de telenovela barata con una narrativa absurda pero increiblemente peligrosa porque estimula lo más perverso de lo humano, que como ya sabemos por la Historia de la Humanidad, nos las arreglamos muy bien para llegar a niveles desastrosos.

Por eso no está de más revisar algunas películas que reflexionan sobre el “error” que se produce en la historia cuando la trama toma por un camino equivocado y se crea un futuro alternativo, un acontecimiento en el pasado que modifica el presente y por lo tanto el sentido del futuro.as

¡Qué bello es vivir! (Frank Capra, 1946), parece una película navideña con una trama previsible donde los buenos triunfan sobre la maldad, sin embargo si se mira con más atención encontramos que es la historia de vida de George Bailey, quien siempre tiene que renunciar a sus sueños para ayudar a los otros, a quienes lo rodean, y es a través de él como descubrimos las relaciones sociales que rigen la vida cotidiana de Bedford Falls, un pequeño pueblo del corazón de Estados Unidos, las acciones de George Bailey en tanto que afectan a otros son reguladas por un comportamiento moral, ético, el bien común se sobrepone al bien individual, la usura del capitalismo se pone en entredicho cuando el bien de todo el pueblo depende y se rige por el mercado y los intereses financieros. Aparece ese presente alternativo que es mundo parecido al real pero distorsionado, bastante peor a lo que se podría haber imaginado, una sociedad donde nadie es capaz de hacer algo por el otro, donde el valor de la ganancia se antepone a todo, un lugar extremadamente feo, indeseable para vivir. George, nuestro protagonista encuentra que para revertir ese mundo son necesarias todas aquellas pequeñas acciones que ha tenido que ceder en sus intereses por el de los otros eso hace posible esta vida en sin la pesadilla de ese otro mundo posible. Tal como la pesadilla que vivimos hoy nos exige actuar.

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En Volver al futuro II (Robert Zemeckis, 1986), la paradoja es diferente, se crea ese presente alterno a partir de una acción que no se realizó en su momento y produce una distorsión del futuro posible, un mundo asombrosamente parecido, en su fealdad nacionalista, al que se vive hoy en USA.

Como esta pesadilla es real y no es una narración cinematográfica que facilmente se pudiera revertir como el presente y futuro alternos de una trama de película alguna, me gustaría responder con un internacionalismo continental desde una América diversa, incluyente y multinacional.

Alberto Cortés

Director de cine ganador en tres ocasiones del premio Ariel. Egresado del Centro Universitario de Estudios Cinemátográficos, entre sus películas y documentales se encuentran Amor a la vuelta de la esquina, Ciudad de Ciegos, Corazón del Tiempo, La tierra de los Tepehuas, Resistencia…somos gente del maíz, entre otros.

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