Un proyecto de muerte se alza sobre el planeta. Se trata de un reordenamiento territorial global a cargo de las corporaciones trasnacionales y de los grandes sectores financieros, que actúan en complicidad con los gobiernos.
El eje del proyecto suicida es la apropiación de los territorios, incluidos sus recursos y riquezas, para convertirlos en mercancías y acumular. Bajo esta lógica, el exterminio de lo que se considera un excedente poblacional, resulta indispensable.
En contraposición, diversos proyectos de vida brotan y se expanden. Iniciativas de resistencia y desde abajo. Pueblos en Camino es una de ellas. “No somos una institución, una organización o una ONG; no somos algo estructurado con poderes o cargos”, explica Vilma Almendra, indígena Nasa. Ella forma parte de esta iniciativa que se propone tejer resistencias y autonomías entre pueblos y procesos.
El espacio virtual, que traspasa las barreras de la geografía Estado-nación, se convierte en la vía para el encuentro y fortalecimiento mutuo. Es por este medio que la comunicación fluye y, con ella, la colectivización del dolor común y de las distintas experiencias de resistencia en el mundo.
“A nosotros nos toca contribuir, en lo que podamos, a que se encuentren y nos enseñen. Ahí están los saberes y caminos”, comenta Manuel Rozental, también integrante de Pueblos en Camino que, según refiere, ya cuenta con un tejido comunicacional de más de 80 mil direcciones electrónicas.
El activista colombiano detalla que el espacio común se teje entre las personas que han permanecido en las penumbras; aquellas que se han resistido incluso al mercado oficial de cooptación de figuras que captura voceros y voceras para sacarlos de los procesos colectivos de lucha y volverlos hitos y mitos. “Para Pueblos en Camino lo común es eso: gente valiente que sin salir en los titulares ahora mismo, en silencio y en la oscuridad, está construyendo un mundo distinto”.
Vilma Almendra, también nacida en Colombia, comenta que son cuatro los ejes que orientan su labor: el dónde estamos (leer el contexto local de la mano con el global y viceversa para reconocer los desafíos y acciones frente al capital); el así no (rechazar el capitalismo y su proyecto de muerte, de la mano de todo aquello que agrede, somete, domina y extermina); el así sí (las lecciones colectivas de vida, resistencia y autonomía); y el cómo así (reconocer colectivamente, en espacios de diálogo y debate como la asamblea, al capital y al conjunto de contradicciones que rompen desde el interior los propios procesos de resistencia).
—¿Cuáles son principales retos que enfrentan iniciativas como la de Pueblos en Camino? –se le pregunta.
—La primera consiste en tener la madurez y sabiduría política para reconocer nuestras contradicciones y errores, y, en caso de que no se puedan superar, por lo menos abordarlas colectivamente.
“Lo segundo es romper esa falsa dicotomía entre lo local y lo global. Detectar las afectaciones locales pero también el cómo esto tiene que ver con todo el mundo, cómo afecta a otros pueblos y procesos. Y, a partir de ahí, converger en la resistencia local y global frente al capital que no conoce de fronteras”.
“Romper también con la falsa idea de que la comunalidad es exclusiva de los pueblos indígenas o de las y los que viven en la montaña. Si bien, éstos dan lecciones concretas, es necesidad urgente, tomando en cuenta la capacidad destructiva de la modernidad, la civilización y el capitalismo, que el que vive en lo urbano también asuma el cómo organizarse frente a lo que está pasando”.
Hoy el mundo entero enfrenta una disyuntiva, advierte Manuel Rozental: o sigue adelante ese proyecto de extermino que hace, por ejemplo, que desaparezcan 43 en Ayotzinapa, o los pueblos urbanos y rurales recuperan los territorios y salvan la vida.
“La historia tiene que cambiar. Hasta ahora el capital ha intentado someter los ritmos de la naturaleza a los interese de la acumulación y eso es suicidio. Ahora se trata de tejer los ritmos de la historia a los de la naturaleza y eso se hace territorio por territorio, comunidad por comunidad”.
“Si ellos superan su crisis, nosotros perdemos. Si nosotros reconocemos la nuestra y nos tejemos entre pueblos y procesos, tenemos futuro. Y ahí los principios ancestrales de los pueblos indígenas, sin decir que éstos son puros y míticos, son esenciales porque nos tejen a la madre tierra, a lo colectivo y a la vida”, dice el activista.
[…] Entrevista: http://desinformemonos.org.mx/?p=79787 […]
cumparto plenamente su senti-pensar. Creo que este es el gran cuarto de hora de los pueblos aborígenes. O Occidente sigue su llamado y orientación o seguir en esa deriva hacia la más tenebrosa noche de la más absoluta desolación. Un abrazo