Proyecto 21, el arte de las aulas a las calles

Sofía Sánchez M. Foto: Tania Rubi

México, Distrito Federal. Quien pasee por las calles de la zona Centro de la ciudad de México desde el 2005, se encontrará con un grupo de hombres y mujeres jóvenes, vestidos con vestidos hechos de periódico y papel maché, gritando, cantando y bailando, siempre rodeados de un nutrido grupo de curiosos de los que pasan por el Zócalo y otros sitios históricos de la ciudad. Se trata de Proyecto 21, un proyecto artístico multidisciplinario que busca llevar educación y cuestionamientos al espacio público para la gente “que está ávida de reírse y de llorar, pero no saben que hay opción más allá de la tele”, señala José Patiño, fundador del grupo.

“Somos un colectivo que agrupa gente de teatro, de danza, de artes visuales, de diseño, de música, que originalmente surgió en la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) hace ocho años”, explica a Desinformémonos el también director del proyecto, José Alberto Patiño. La agrupación “surge de un estado de protesta ante todas las limitaciones de la carrera de Literatura Dramática y Teatro en la UNAM, que es un ente público, pero no es democrático; sólo eliges consejeros cuya voz y voto se diluye entre toda la burocracia universitaria”. El grupo nació como un medio “un poco contestatario” de evidenciar la falta de recursos para la carrera. “Hicimos vestuarios con lo único que tenía la UNAM para proporcionar a sus alumnos, periódico y basura”.

Con la confección de las prendas comenzaron a atraer a los universitarios a las obras de teatro que son la práctica profesional de los estudiantes, “y a partir de ahí empezamos a expandirnos hacia los espacios públicos, también con una intención de protesta contra la gran inequidad que hay en los espacios institucionales, la serie de trabas que hay, la desproporción en los sueldos”, señala el artista.

Lentamente, más gente se unió a Proyecto 21. Primero fueron de teatro, pero hoy tienen incluso médicos en sus filas: “Iniciamos con pequeñas lecturas de poesía, presentando canciones de autores no muy conocidos en espacios públicos”, recuerda. Por ejemplo, leyeron textos del uruguayo Eduardo Galeano en el Zócalo y cantaron piezas de la argentina Liliana Felipe. “Poco a poco empezamos a juntar a un número de jóvenes egresados que sin trabajo ni una expectativa real más que ser profesor, si bien les va”, agrega Patiño.

Proyecto 21 es ahora un grupo que hace espectáculos que mezclan música, literatura, cabaret, un poco de arte conceptual (intervención de espacios y performance), “y también retomamos la cultura popular”, señala el director. Busca expandir la capacidad de lectura de obras de arte en el transeúnte, pues, explica Patiño, “no todos tienen el poder adquisitivo, el tiempo o el ímpetu para ir a un teatro, a un museo, a un foro. Nosotros les llevamos el pretexto a la calle”.

Proyecto 21 lleva a espacios públicos o no convencionales una propuesta estética extravagante e irónica que trata diversos temas de interés contemporáneo como la libertades sexuales, las libertades sociales, la equidad de género, la protección del medio ambiente, la diversidad sexual y dentro de las familias, entre otros, explorando formatos de salida al público de productos artísticos o culturales.

El nombre de Proyecto 21 nació porque “cuando lo hicimos, tuvo mucho que ver con el siglo XXI, el paso a un nuevo proceso cultural, histórico y social, con la agenda de la eliminación de la pobreza y el hambre, con el medio ambiente y el rescate de tradiciones e identidades, con la autonomía de los pueblos originarios”. Los integrantes del grupo concordaron en esos preceptos, además de que su primer evento tuvo lugar un 21 de marzo, “la entrada de la primavera y de un nuevo ciclo”, precisa el director. El grupo se mantiene como colectivo porque el nombre ya está registrado por otra persona y no se puede usar oficialmente.

No sólo los habitantes del Distrito Federal pueden encontrarlos. Proyecto 21 ha migrado a otras ciudades gracias a la participación de integrantes “chilangos” –nacidos en otro estado, pero que viven en la capital-. Cuando viajan a otros estados, siempre se encuentran con jóvenes que quieren retomar el proyecto y adaptarlo a los problemas de su comunidad: “En estos ochos años visitamos muchos de los estados más conservadores, como Guanajuato, Jalisco, puntos de Veracruz, Zacatecas, San Luis Potosí. Un integrante hizo algo en Buenos Aires, de forma simultánea con el Distrito Federal”, recuerda Patiño.

Cada que hay oportunidad, los integrantes del proyecto enseñan sus técnicas a otras personas pues, precisan, no tienen la mirada empresarial que dice “es mi concepto, no lo manejes”. Por ejemplo, en Zacatecas “hicimos un desfile de moda alternativo con reciclado, y la gente que aprendió a hacerlo se queda con el concepto y ellos lo manejan”. Vieron el caso de un “coreógrafo encumbrado que hizo sus vestuarios con papel china con uno de los chicos que estuvo con nosotros. Está bien porque logramos un impacto en el medio artístico o en el medio social”, valora el artista. Han viajado a Argentina, Serbia y Polonia para presentarse en festivales teatrales.

En el gobierno encuentran poco apoyo, pues cuando les ofrecen espacios, no hay salario. “En la delegación Cuauhtémoc, por ejemplo, sí me prestan un teatro, pero no puedo cobrar y ellos no me pueden pagar; es absurdo porque sí fui a la universidad, me especialicé en dirección y soy profesional, pero no merezco un sueldo ni puedo pedir un seguro de desempleo”, relata. Los programas de apoyo a los artistas no les llegan porque “tienes que ser alumno de un profesor famoso para que te den una beca o 500 pesos por función. Es una burla, porque cuando vas al doctor no le dices ‘no le puedo pagar, pero le doy un reconocimiento para que haga nombre’”, dice Patiño.

A la falta de apoyo se suma el hostigamiento de la policía. Un domingo, mientras se presentaban en el Zócalo, las autoridades les pidieron no “alterar la paz pública”. El público los defendió y cerró el paso a quienes intentaron detener el espectáculo, aunque finalmente debieron trasladarse hacia las afueras del palacio de Bellas Artes.

De quien reciben mayor hostigamiento es del gobierno del Distrito Federal, por cuyos gobernantes votaron y cuyas campañas apoyaron. “Se nos van a ir 18 años tratando de que estos cabrones nos den una limosna que no queremos. Queremos lo justo, que hagan una ley, transparenten los recursos, que nos incluyan en las discusiones, que vean lo que opinamos desde nuestra experiencia, que no es poca.  Creemos que sí merecemos ese espacio de inclusión. Y no sólo nosotros, hay mucha gente que hace cosas maravillosas en las calles”, finaliza.

Publicado el 24 de junio de 2013

Este material periodístico es de libre acceso y reproducción. No está financiado por Nestlé ni por Monsanto. Desinformémonos no depende de ellas ni de otras como ellas, pero si de ti. Apoya el periodismo independiente. Es tuyo.

Otras noticias de cultura   Geografía   méxico  

Dejar una Respuesta