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Protestas en Honduras exigen la renuncia de presidente por nexos con el narcotráfico

Rosa María Narváez

El cuestionamiento al Gobierno de Juan Orlando Hernández por su vínculo con grupos del narcotráfico desata el descontento social y la población sale a las calles a exigir su renuncia.

Miles de hondureños salieron desde el pasado miércoles a las calles de la capital en demanda de la renuncia del presidente Juan Orlando Hernández, por denuncias que lo vinculan con el narcotráfico en un juicio contra su hermano menor en Nueva York. Las jornadas de protesta incluyeron bloqueos carreteros, tomas de avenidas con una alta participación de sectores juveniles y estudiantiles.

Y es que desde el pasado 2 de octubre se celebró en Nueva York un juicio en el que se acusa a Juan Antonio “Tony” Hernández, hermano del actual presidente de Honduras Juan Orlando Hernández, de los delitos de narcotráfico, tráfico de armas, y perjurio.

Dicho juicio señala también a Juan Orlando Hernández, actual presidente de Honduras, Porfirio Lobo (ex presidente de Honduras 2010-2014), Roberto Ordoñez, actual Ministro de Energía, y a varios policías de alto cargo. Cabe señalar que 11 de los 59 diputados del gobernante Partido Nacional han sido señalados de mantener nexos con el narcotráfico.

Tony Hernández está acusado por el Departamento de Justicia de los delitos de posesión de armas, falso testimonio y conspiración por colaborar con el ingreso de droga a “gran escala” hacia Estados Unidos, y podría obtener hasta cadena perpetua, sin embargo, la sentencia se dará a conocer el 17 de enero de 2020.

Las protestas se enmarcan en una oleada de descontento y cuestionamiento a distintos gobiernos latinoamericanos que vienen aplicando los planes de ajuste dictados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.

Es el caso de Ecuador, Colombia, Haití y la reciente salida multitudinaria de la población en Chile que a pesar del estado de emergencia y la represión desatada por Sebastián Piñera, han logrado retroceder la medida del aumento al transporte que pretendía golpear a los sectores más vulnerables.

En Centroamérica, países como Costa Rica también vienen dando expresiones de descontento y organización por la defensa de la educación, por el legítimo derecho de los trabajadores a defender sus derechos con la huelga y el paro y contra los planes de ajuste y encarecimiento de la vida que dictan los organismos internacionales.

En Honduras han sido varios los procesos de cuestionamiento al gobierno de Juan Orlando Hernández, el más álgido fue en 2015 cuando las marchas de antorchas recorrieron todo el país ante el saqueo y desmantelamiento del sector salud.

Desde su llegada al poder en 2014, Hernández ha sido fuertemente respaldado por instituciones clave para mantenerse en el poder, como las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional o la Corte Suprema de Justicia.

A esta situación se le añade el respaldo que Donald Trump ha mostrado hacia Hernández, al considerarlo un aliado fiel contra la migración indocumentada hacia Estados Unidos, esto después de la firma del tratado para convertir a Honduras en un tercer país seguro al que Estados Unidos pueda deportar a solicitantes de asilo.

Mientras que el gobierno hondureño siga promoviendo leyes que criminalicen a sectores que apoyan a los migrantes, Trump seguirá apoyando a Juan Orlando Hernández. El 16 de octubre, el Departamento de Estado de Estados Unidos emitió un comunicado en el que hacía público el restablecimiento de la cooperación militar con Honduras, suspendida meses atrás por los escasos resultados del país en la lucha contra la migración ilegal.

Al día de hoy, Hernández se aferra al poder y niega todas las acusaciones, atribuyendo todo a una conspiración de la oposición y a delincuentes por su “labor ejemplar de lucha contra el narcotráfico” de su administración.

A pesar de la abrumadora evidencia de su colusión con el crimen organizado, el presidente actúa con el respaldo de su partido, medios de comunicación, principales líderes de la iglesia e instituciones.

La presente situación es un reflejo de a qué punto puede permear la criminalidad en colusión con el Gobierno que encabeza Hernández.

Quien además no ha dudado en responder a sangre y fuego contra los sectores que desde hace años exigen su renuncia. El recuerdo de la cruenta represión de las protestas electorales de diciembre 2017 está reciente en el imaginario colectivo, sin que esto logre titubear a la juventud hondureña que ha mostrado su determinación para no abandonar las calles.

Así, desde el pasado viernes la población sostiene diferentes movilizaciones a nivel nacional que pueden verse contagiadas por el escenario latinoamericano y salir fortalecidos con los sectores que en el pasado han protagonizado la denuncia contra Juan Orlando.

Si bien las protestas aún no tienen un reclamo económico, es cuestión de tiempo que sectores como el de salud o educación puedan salir con sus demandas y cuestionar de nueva cuenta los elementos estructurales que tienen al país en un estado de crisis política, económica y social permanente.

Al cierre de esta edición, tan sólo en Tegucigalpa cerca de 5 mil manifestantes se han concentrado desde el viernes 18 de octubre al grito de “Fuera JOH” y continúan los bloqueos carreteros en las principales ciudades.

Publicado originalmente en https://www.laizquierdadiario.mx/

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