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Protegemos la vida de las mujeres, pero la nuestra está en riesgo: Defensoras del refugio China Yodo

Diana Manzo

Fotos: Diana Manzo

Juchitán, Oaxaca. Una mujer de 1.55 metros de estatura ingresa al cuarto y se sienta en una silla de madera. Está nerviosa, sonríe poco y comienza hablar: “Llegué a este refugio hace seis meses con mis hijas porque mi esposo me quería matar con una pistola. En este lugar me han brindado una ayuda desinteresada, me han salvado la vida”, dice una mujer de 38 años de edad, quien por motivos de seguridad se identificará como “Julia”. 

En el 2004 nació el refugió para mujeres “China Yodo”, ubicado en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca. Es un espacio que tiene la misión de salvar vidas de mujeres víctimas de violencia machista y feminicida, que se incrementa a diario en esta región oaxaqueña.

Las mujeres que son defensoras de este lugar aseguran que en la actualidad están «más expuestas a morir, que a salvar la vida de las mujeres». La más reciente agresión la sufrió la semana pasada su fundadora Rogelia González Luis, quien denunció que no cuentan con protección del estado.

Cuatro hombres armados ingresaron al domicilio particular de la defensora de mujeres y se robaron su computadora con datos personales y confidenciales, pero lo peor, declaró Rogelia González, es que en lugar de protección, las autoridades retiraron las ultimas cámaras de vigilancia que quedaban, es decir, las dejaron desprotegidas.

“No sabemos qué vaya a pasar”, enfatizó Rogelia al señalar que este último suceso fue una amenaza a su labor como defensora de los derechos humanos, así como al resto de las mujeres que trabajan en el refugio China Yodo.

“Las mujeres que llegan a nuestro refugio son víctimas de la violencia feminicida, y sus agresores son personas malas que andan metidos con la delincuencia, gente con poder, y por supuesto que tenemos miedo y más aún sin la protección del estado, que es su deber proporcionarlo, pero no existe”, añade la defensora.

Rogelia González expresó que en diciembre pasado, de acuerdo con un balance de seguridad, las autoridades decidieron retirar la protección en el refugio, es decir, les quitaron las cámaras y las lámparas, y aun con el atentado no lo pusieron sino, al contrario, retiraron todo, sin importar que su vida corra peligro.

La pandemia incrementó la violencia contra las mujeres, niñas y niños

Belegui López Blas, directora del refugio, refirió que la situación que viven es de mucha preocupación, porque los niveles de violencia en el Istmo de Tehuantepec son extremos, que con la pandemia se dispararon y que ahora los enfrentan sin ninguna protección.

“Ya no sabemos qué va a pasar, nos quitaron las últimas cámaras que quedaban justo después de la agresión que sufrió nuestra compañera Rogelia González, no es posible tanta insensibilidad del estado de no protegernos, estamos más expuestas que nunca”, dijo López Blas.

La joven expresó que la casa dejó de ser el lugar más seguro para las mujeres, porque de acuerdo a las estadísticas de violencia y feminicidios registrados desde el 2020, al inicio de la pandemia, es donde más las violentaron.

“Las mujeres que llegan a nosotros vienen huyendo de la muerte, agredidas, con miedo y ansiedad. Es algo muy difícil y complicado, pero que hemos atendido, no nos cansamos de atender, sólo que cada vez es más peligroso”, explica la defensora.

La atención en el refugio es todo el año en la mañana, tarde y noche, y aunque Belegui confesó que el tema del presupuesto les preocupa, porque cada año es incierto, en este 2022 espera “que no pegue fuerte”, pues durante este primer trimestre reciben sólo recursos a través de donativos y créditos de proveedores.

“Todas las mujeres que llegan a nuestro refugio reciben atención de calidad, se les brinda alimentos y apoyos a su salud física, psicológica y emocional, es un trabajo cien por ciento”, explica la directora.

“Acá sanamos parejo”

Julia tiene 180 días viviendo en el refugio, y aunque los primeros 30 días se la pasó encerrada y desconsolada por la depresión, actualmente es una mujer que elabora piñatas y hamacas, además de que prepara bocadillos tradicionales.

Todavía no está lista para iniciar una nueva etapa de su vida, tiene miedo de que su agresor la vea y la mate, sin embargo, está convencida de que una mujer no debe vivir violencia de ningún tipo.

“Acá sanamos parejo, tanto mamás como hijas e hijos. Fue la primera vez que me hicieron un estudio general y también visité al oculista. Aquí realmente nos hacen sentir vivas e importantes, este espacio es una bendición, es lo mejor que me ha pasado”, dice la mujer.

Julia todavía titubea al narrar su sobrevivencia y teme por su vida, pero ahora está feliz porque ya conoce sus derechos, ya sabe que la violencia mata y que ninguna mujer debe permitirlo.

De acuerdo con la colectiva feminista Grupo de Estudios Sobre la Mujer «Ges Mujer», en lo que va del año siete oaxaqueñas han sido víctimas de feminicidios, de un total de 589 mujeres que han sido asesinadas en lo que va de la administración del priísta Alejandro Murat Hinojosa.

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