Foto: Albalate de Cinca, 1936. Archivo fotográfico de las Oficinas de Propaganda Exterior de la CNT-FAI, IISG Ámsterdam. © The Estate of the Late Margaret Michaelis
“Pensé que literalmente me caería de la silla cuando lo leí”, dice el profesor de español Jean-François Grivaux sobre las recomendaciones que algunos de sus compañeros de profesión recibieron el pasado 9 de junio por parte de la inspectora educativa regional de español en la academia de París, con relación a las pruebas escritas para la Licenciatura de Lenguas, Literaturas y Civilizaciones Extranjeras y Regionales (LLCER 2023).
Jean-François Grivaux es profesor de español en el Liceo Jean Moulin de Torcy y en la especialidad de Turismo de la sección del Brevet Technicien Superior. La gestión de la educación pública en Francia, explica Grivaux, se estructura entorno a varias academias para las que el Ministerio de Educación destina inspectores académicos regionales, los IA-IPR, altos directivos de la educación nacional encargados de velar por el cumplimiento de los programas dentro del marco educativo francés, entre otras misiones.
En el último año de instituto, el equivalente a 2º de Bachiller en España, los alumnos de la especialización de español se someten a una prueba escrita elaborada por el profesorado. Para adaptar estos exámenes al programa educativo, los profesores suelen contar con unas recomendaciones “formales y de fondo” de los llamados inspectores académicos regionales. Sorprendentemente para el personal docente, la propuesta académica en esta ocasión sugería evitar temas nacionales “controvertidos” como la guerra civil española o las dictaduras franquistas y latinoamericanas. El texto también planteaba evitar extractos que trataran el nacionalismo y regionalismo español, así como la violencia de Estado en América Latina.
Uno de los párrafos denunciado por Grivaux hace mención a la apacible contundencia con la que la autora de las recomendaciones asegura que ningún rector se “arriesgará” a ratificar un corpus cuyo contenido incluya la guerra civil española o la dictadura franquista
El texto estaba limitado a la Academia de París a cargo de la inspectora, pero la indignación entre los docentes, derivada de las propuestas en él planteadas, traspasó regiones y animó al profesor Grivaux a iniciar una propuesta en change.org. Uno de los párrafos denunciados por Grivaux a través de la plataforma de activismo —que ya suma 6.000 firmas— hace mención a la apacible contundencia con la que la autora de las recomendaciones asegura que ningún rector se “arriesgará” a ratificar un corpus cuyo contenido incluya alguno de los temas arriba mencionados. La réplica, en palabras de su autor, explica cómo, contrariamente a lo establecido en sus recomendaciones, la historia, tanto contemporánea como del pasado, es el mejor material de trabajo, “el caldo de cultivo y la matriz de todo lo que ha atravesado y sigue sacudiendo a nuestras sociedades, a veces, ciertamente, sin piedad”.
Grivaux ha recordado el caso de Samuel Paty, el profesor de secundaria que fue brutalmente asesinado a las afuera de París tras una clase sobre libertad de expresión y durante la que, aparentemente, mostró caricaturas del profeta Mahoma. En opinión de su compañero de profesión, este episodio “traumático e inaceptable” demuestra la importancia, así como la urgencia, por garantizar la posibilidad de debate. “Todo lo que tiene que ver con el debate de opinión puede confrontar, pero es deber de la escuela pública enseñar y garantizar a los alumnos las condiciones de un debate democrático. Callar estos temas debilita la democracia, además de abundar en posturas radicales, las cuales siempre ganan terreno cuando ésta flojea”, ha resaltado el maestro de instituto.
“Todo lo que tiene que ver con el debate de opinión puede confrontar, pero es deber de la escuela pública enseñar y garantizar a los alumnos las condiciones de un debate democrático”
“Me animé a iniciar esta petición porque temía que la dinámica a partir de ese momento fuera dejar de lado los temas que pudieran despertar debate contradictorio ya que, en mi opinión, esa actitud debilita la democracia”, ha expresado el profesor de español en conversación telefónica con este medio. Grivaux también ha mencionado los programas educativos franceses en materia de Memoria Histórica a través de los que, asegura, se estudian y debaten temas complejos como la guerra civil española y, aunque con miedo a generalizar, acierta cuando sospecha sobre si incluso más que en los colegios e institutos españoles. Por lo que, independientemente de la finalidad de la nota, Grivaux sospecha que estas pautas han sido fruto de un pensamiento individual o de un pequeño grupo pero que, en ningún caso, representan la realidad de la educación en Francia.
La denuncia pública iniciada por Grivaux ha contado con el respaldo mayoritario de la comunidad educativa de la especialidad de español en Francia a juzgar por las numerosas reacciones contrarias a la propuesta académica de Vidal. De forma paralela también lo hizo la Sociedad de Hispanistas Franceses quienes recibieron respuesta institucional. En la réplica, el inspector general académico califica las recomendaciones de “torpes”, mientras afirma que la pretensión inicial en ningún momento consistió en cuestionar la legitimidad de los temas que la autora menciona, a pesar de catalogarlos como “controvertidos”. Entre las firmas reflejadas en la plataforma activista también se encuentran las segundas generaciones de exiliados y exiliadas republicanas, se recuerdan los versos de Lorca y Neruda y se hace un llamamiento a la enseñanza de la historia en todas sus vertientes.
Al mismo tiempo que iniciaba la petición y denuncia pública a través de change.org, Grivaux también redactó diversos correos: a la autora de las propuestas, al rector de la academia de París y, por último, junto con las más de 6.000 firmas, al ministro de Educación Nacional y Juventud, Pap Ndiaye. Sin embargo, y pese a las insistencias del docente por conocer el fundamento de las nuevas directrices, ninguno de sus correos hasta el momento ha obtenido respuesta. “Si lo he hecho ha sido en parte por mis valores republicanos y democráticos”, ha dicho. Por eso asegura que cuando uno es el representante de una institución, debe cuidarla y no actuar en su contra ante cualquier contexto injustificado, pero considera que este no lo es porque “las sacudidas de la historia son inseparables de nuestra memoria colectiva”, ha sentenciado.
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